Diario de León

CORNADA DE LOBO | PEDRO GARCÍA TRAPIELLO

Son vísperas

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« CUANDO no se sabe qué hacer, lo mejor es no hacer nada », alerta y aconseja la sabiduría china, que algo sabrá de estas y otras cosas por estar recocida en el hervor de cinco milenios de cultura y convulsiones, cinco milenios de escarmiento... y de lucirse.

Adóptese este lema ahora que hay nervios de alicate y nervios desatados ante esta crisis que todo lo conmueve, ahora que se imprime una sospechosa urgencia en aplicar cataplasmas a la magulladura general que viene dejando estos cuerpos financieros llenos de cardenales (que, puestos en cónclave, elegirán volver a las andadas, al papado del pelotazo y del delirio que ha gobernado las dos últimas décadas la iglesiona del dinero y los santuarios del paraíso fiscal, el Edén del lujo y la opulencia que se retrata y se predica cada día en los altares de la tele para envidia general y ejemplo venerable).

No conviene tanta prisa. Témplense nervios. Más que nunca, se exige pensarse muy bien las cosas. Los parches «sor Virginia» sólo disimulan el dolor, no curan su origen. Y la morterada municipera aparejada al efecto es sólo eso, un parche... parche bendito por Moncloa, un sortilegio de monja. Se improvisan medidas y se reparte obra pública urbi et orbi. Se le exige al estado que dé sombra y cuartos. Seguramente, habrá que hacerlo, pero ¿es lo único que se puede hacer... o lo único que se nos ocurre en nuestra inopia?...

Lo cierto es que no se acierta.

¿Quién atinará con una solución, con una idea noble o un método quirúrgico que reanime al paciente, este noqueado sistema de cosas y sombrajos de palo caído?... Habrá que poner a pensar a los listos, que averigüen algo. Búsquense pensadores, aunque sean estatuas. ¿Tendrá alguna respuesta el Pensador de Rodin, ese al que parece le falta el tablero de ajedrez y lo que medita es una jugada?... ¿La tendrá esa otra estatua pensativa del Quijote que perpetró Víctor de los Ríos y que anda en chichas y camisola sentado en algún lugar del campus con los brazos cruzados y abatido, ensimismado y depresivo?... Lo dudo.

Aún así, preguntémosles.

¿Y?... No dicen nada.

Pregúntales otra vez... Que nada.

Pues eso, lo que ya decían los chinos, no hacer nada. Son vísperas.

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