Diario de León

LITURGIA DOMINICAL | JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES

Domingo de Pascua

Publicado por
JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES
León

Creado:

Actualizado:

UN AMIGO me ha enviado, por si podía servir, este Pregón pascual. Ciertamente nos puede estimular, si lo leemos y meditamos bien, para asistir esta noche a la Vigilia Pascual, la gran fiesta cristiana y celebrar gozosamente con los demás católicos la Resurrección del Señor, anticipo de unos cielos nuevos y una tierra nueva. Dice así:

«Exulten por fin los ángeles. Que se asocien a la Fiesta los creyentes, y por la victoria de Jesús sobre la muerte salga el pregonero a las calles anunciando la derrota del Hades. Alégrese la madre naturaleza con el grito de la luna llena: que no hay noche que no acabe en día, ni invierno que no reviente en primavera, ni muerte que no dé paso a la vida; ni se pudre una semilla sin resucitar en cosecha.

Alégrese nuestra Madre la Iglesia porque en la historia del mundo siguen los hombres resucitando y, abiertos con esperanza al futuro, confiesan a Cristo glorificado.

Esta es la noche del absoluto vacío que la Palabra llenó creadora. Esta es la noche de Abraham en que el Cordero redime a Isaac sobre la cumbre del monte Moria. Esta es la noche de Egipto con Moisés de caudillo, un Pueblo peregrino hacia la libertad y los esclavos vencedores del Esbirro.

¡Qué noche maravillosa: Cristo subiendo del abismo y la muerte muerta! ¡Qué maravilla de Dios: entregando al Hijo salvaste al esclavo! ¡Qué maravilla de amor: porque hubo pecado, conocimos el perdón!

¿De qué nos sirviera nacer si la muerte fuera nuestro destino? Esta es la noche en que cayeron dictaduras. Esta es la noche en que el avaro renunció a su fortuna. Esta es la noche en que el lascivo dejó la lujuria. Esta es la noche que acabó con viejas rupturas engendradas en guerras añejas, y encontró abrazados a hermanos que riñeron por líos de herencias.

Esta es la noche que sacude conciencias, quema los ídolos, despierta vocaciones, alumbra virginidades, engendra esperanzas, convierte en arados las espadas, saca renacidos de las aguas, alegra a los tristes, provoca adoradores, descarga pistolas y derriba opresores. Esta es la noche que trae la Buena Noticia a los pobres, abre los ojos de los ciegos, libera a los prisioneros y anuncia el perdón a los pecadores. ¡Sea bendito Nuestro Señor que, subiendo a la Cruz y entrando en la muerte, venció para siempre los poderes del mal! ¡A gozar de la Luz... Rota la oscuridad... Victorioso de nuevo el Amor...!».

En la resurrección de Jesús se hace realidad ante nosotros el acontecimiento definitivo: en él contemplamos el término hacia el que caminamos nosotros. En el resucitado contemplamos al que ha triunfado sobre todos los fracasos de esta vida y que existe totalmente orientado hacia Dios y hacia los demás. Su resurrección es la anticipación de la nuestra; en Jesús resucitado se ha cumplido la promesa de Dios para él y para nosotros.

Y, sin embargo, todo queda aún por hacerse: la resurrección de Jesús es nuestra esperanza y nuestra exigencia de transformación histórica de la vida según el proyecto amoroso del Padre.

tracking