Diario de León

CORNADA DE LOBO | PEDRO GARCÍA TRAPIELLO

¿Semos Europa?

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EUROPA es el quinto coño vista desde este apéndice ibérico donde los vientos continentales se dan la vuelta porque aquí se acaba la tierra firme y los aires atlánticos empujan más con otros sueños, otras patrias... un culo de saco fuimos a lo largo de la Historia... un confín al que siempre llegaron gentes de lejos, lo mejor de cada casa.

Pero Europa nos hizo. En buena parte somos su resultado. Nos libró de ese destino que arrastramos de la caníbal Atapuerca, de la chulería cartaginesa, de la bronca de astures entre sí y contra toda vecindad, del hispanogodo guarrote, del moro bueno y del moro malo, de la Inquisición y del «vivan las cadenas».

Europa llenará la boca de la política unos cuantos días, pero no motiva ni a quienes suben al estrado mitinero tocando de oído una partitura recitada con el tono con que leen las epístolas las primas de la novia, discursos hueros con cacareo rutinario de la gallinona clueca de Estrasburgo... así que, para no atorrar y espantar a la escasa concurrencia, esos mítines los pueblan con asuntos de corral propio: debacle del empleo acojonando y corrupción con traje gris marengo caminando más chula que un ocho con seis ceros al lado. Europa, como tema, aburre, desmotiva.

Estamos en Europa porque hay que estar y repartir, pero somos europeos en la cartera y poco más. Erasmus rema contra corriente. Estudiar unos meses en otros países abrirá los ojos y mollera de los estudiantes ibéricos que teatralizan con Albert Boadella aquello de «ya semos europeos», pero al final, dentro de unos años, recordarán la cosa como un exotismo académico efímero y poco útil... y seguirán zurciendo el existencialismo trágico de la españolidad rampante. Los erasmines, nadie se engañe, no materializarán el viejo sueño de borrar fronteras en un continente que aún perrea por ellas hocicado en una macedonia de kosovos, serbias o escocias. Las fronteras son nuestro estigma cultural desde que las guerras se hacían con garrota. ¿Quién superará el estereotipo del francés grandón, el italiano arrogante, el alemán cuadradote, el suizo chocolatero, el español vago y la vikinga putona?... Lo de Europa se nos queda en fútbol, porque ahí manda la patria vocinglera de «mierda para el enemigo, hostias al extranjero y carajón para el último».

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