Diario de León

Cosas de aquí | Con alma de peral

El sembrador de esperanzas

El escultor leonés Amancio González, autor de «La vieja negrilla», instala ahora un gran «coloso» en el patio del Palacio de Don Gutierre

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No son pocas las obras artísticas que nacen de la casualidad. Un accidente, un encuentro afortunado, sirven en ocasiones al creador para plasmar sus ideas.

Esto ha sucedido con la escultura El sembrador, del artista leonés Amancio González, que acaba de inaugurar un capítulo más de la programación cultural del Palacio de Don Gutierre.

Cuenta el artista que hace algún tiempo recibió el regalo de un enorme tronco de peral. «Un amigo, Francisco González (Paco Chapas), me ofreció el tronco de peral más grande que yo he visto nunca. Con él me dispuse a tallar una obra en la que un personaje de grandes dimensiones sostenía en sus manos un pequeño cachorro de mastín leonés», afirma.

Pero un día, cuando el trabajo estaba casi terminado, se cayó y se destrozó. «Me llevé un gran disgusto, pero las cosas son como son. Pasado el tiempo y viendo los restos de la escultura en mi taller, me di cuenta de que una mano del personaje, que había quedado casi intacta, se asemejaba a la del Sembrador, del pintor Jean-François Millet. A partir de ahí nació una nueva obra, esta que puede verse en el Palacio de don Gutierre», cuenta el autor de La vieja negrilla.

En la escultura, los defectos de la madera, los destrozos producidos por los parásitos, y los añadidos necesarios para la reconstrucción del bloque, se incorporan a la creación, produciendo los sorprendes efectos que el escultor pretendía.

Explica Amancio González que su sembrador es «una figura rota por el tiempo que se afana, cada primavera, en sembrar trigo en sus campos. El sembrado r porta en el hombro derecho un saco invisible lleno de esperanzas, deseos, ilusiones, proyectos-¦ que generosamente reparte con su mano izquierda entre campos estériles y corazones solitarios. Espera que, quizá, y dándose las condiciones adecuadas, algunas de esas semillas germine y se justifique así su trabajo y su espera».

El escultor está profundamente enamorado de este personaje nacido de la casualidad, de este hijo que ha sido creado a partir de un traumático accidente.

«Es una obra que para mí está llena de metáforas. Al ver el tronco destrozado me llevé un gran disgusto, pero este peral, nacido en Quintana de Raneros, llevaba una escultura dentro y por muchos accidentes que sucedieran, tarde o temprano tenía que salir a luz. Aquí están los resultados».

Los resultados son otra talla contundente de un artista que está ya en plena madurez.

Una obra plagada de significados en la que la naturaleza, la casualidad y el arte, se han unido, en la creación de un nuevo monstruo para la mitología particular de Amancio, un monstruo de sensibilidad, que busca la esperanza en los yermos campos de este tiempo.

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