Diario de León
STEPHAN KELLER / PIXABAY

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León

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Respirar es un acto involuntario. Lo hacemos sin querer, por pura supervivencia. Sin embargo, su importancia es vital y tiene un poder trascendental para nuestra salud. Pese a esta realidad, nadie nos ha enseñado nunca a respirar, quizás por entender que es algo que nos viene dado y sobre lo que no tenemos ningún poder.

Pues bien, nada de eso. Reeducar nuestra respiración tiene un efecto transformador (para bien) en nuestro bienestar y hay que hacerlo con premura porque nuestra salud está en juego.

La respiración es nuestra primera fuente de energía, nos conecta a la vida y con ella también la despedimos, pero nos hemos desconectado de ella. La hemos desempoderado y convertido en algo superficial. Respirar tiene que ver con abrir nuestro pecho, con darle espacio a nuestros pulmones, con devolverle a este sencillo acto la relevancia que necesita. Sin embargo, hacemos al revés, cada vez nos vamos encorvando y encogiendo más, haciendo más pequeña nuestra capacidad respiratoria.

Y no solo es una cuestión física, un movimiento innato, sino que respirar es clave para restablecer el equilibrio emocional, además de aumentar nuestra vitalidad física, psíquica y espiritual. Su importancia es tal que si dejamos de respirar, las consecuencias serían fatales, si bien sí podemos dejar de comer o beber por unas horas. Por eso es vital.

Si prestamos atención a lo que comemos o a lo que ejercitamos nuestro cuerpo, ¿por qué no hacemos los mismo con nuestra respiración?

Una persona normal respira de 15 a 18 veces por minuto, es decir unas 1.000 respiraciones por hora, unas 24.000 respiraciones al día y, dependiendo de la calidad de nuestra respiración y de cómo respiremos, el efecto puede ser inmediato, a medio o a largo plazo.

Poner consciencia sobre nuestra respiración, saber cómo respiramos y que tenemos el poder de transformarla puede cambiar nuestra salud. De hecho, cuando algo pasa, nuestra respiración cambia.

Respirar de forma correcta tiene la capacidad de cambiar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones. Pero hay que saber hacerlo. Lo contrario, los malos hábitos respiratorios, pueden generar enfermedades.

 

Consejos para mejorar la respiración

  1. Pon consciencia. El primer paso es darte cuenta de cómo es tu respiración para poder cambiarla. Una vez que hayas tomado conciencia de tu forma de respirar, empieza a ralentizarla. Esto te ayudará a luchar con problemas como el estrés o la ansiedad. Practica la respiración con el diafragma.
  2.  Respira por la nariz. La nariz es un filtro que tenemos contra pequeñas partículas nocivas que hay en el ambiente. Además, regula la temperatura del aire que respiramos y mejora la oxigenación.
  3. Cuida tu salud. Alimentarte bien, tener un buen descanso y realizar algo de deporte nos ayuda a sentirnos bien y eso influirá directamente en nuestra forma de respirar. Cuidar nuestra mente y los pensamientos que tenemos también nos liberará de tensiones y nos resultará más fácil respirar mejor.
  4. Fíjate en tu postura corporal. Cuida tu postura cuando estés sentado, cuando duermas o cuando realices acciones cotidianas como caminar o hacer ejercicio. Si tu postura es buena, la respiración es más fluida.

Un ejercicio práctico: Surya Bedha Pranayama

Despierta tu energía con este pranayama que consiste en inhalar y exhalar por la fosa nasal derecha. Siéntate en un lugar cómodo y cierra los ojos suavemente. Cierra la fosa nasal izquierda con el dedo anular e inhala en tres tiempos y exhala en seis siempre por la fosa nasal derecha durante varias respiraciones.

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