don de buena cocina

Hay negocios gastronómicos que ofrecen la sombra de árboles centenarios, a pesar de su juventud. Fogones nuevos con la experiencia de las cocinas consagradas leonesas, la casera, la de los platos que se armaron al calor de la lumbre y al fulgor de las huertas. Así, el Miku Gastrobar, que en cuatro años de servicio alberga la proyección de un lugar distinguido, entre la esencia de la tradición y la ambición de las nuevas tendencias. Lo cuenta Miguel Ángel Sobrino, que relata la trayectoria de este establecimiento, desde que cuajó la idea de emprender en torno a una barra y una cocina, a la segunda etapa, que comprende nueva ubicación, en la gloriosa calle Los Sitios, con envoltorio de bar, espacio de comedor y alma interior de restaurante. Desde el Miku Gastrobar, el cliente se asoma a la historia de Astorga, que refleja su catedral y la imponencia del Palacio Gaudí mientras se refleja en la excelencia de los platos que prepara con el toque de los elegidos para este don, Teresa Alonso, que cocina como los ángeles en este cielo astorgano de la gastronomía tradicional; poco más tradicionales que las mollejas de la carta, que piden pan para mojar; las ancas de rana, inscritas también en los platos con querencia para chupar los dedos; las patatas a la importancia, que crecen deliciosas con el tiempo suficiente para dejarse mirar un instante, irresistibles al buen apetito. No falta en el Miku el cocido maragato, ordenado según los fueros para comensales de alimentos contundentes. El Miku Gastrobar es lugar también de alterne, donde los pinchos se emparejan a la hora del aperitivo y de las citas vespertinas con vinos, cervezas y cañas adecuados a la hora, al día y al cliente. El Miku Gastrobar tiene la base de la excelente materia prima que adereza desde hace siglos la hacienda del buen comer de ese lugar que es Astorga, y sus parajes y su entorno, que es contenido y es continente.