Diario de León

¿Fue o no plagiario el conde de Rebolledo?

Sepulcro del Conde Rebolledo en su capilla de la Catedral de León.

Sepulcro del Conde Rebolledo en su capilla de la Catedral de León.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

gonzalo garcival

Si alguien me preguntara que a quién pondría en cabeza de una lista ideal de los leoneses más ilustres de la historia, no dudaría en señalar a Bernardino de Rebolledo, Conde del mismo nombre (1597-1676), militar y diplomático de altos vuelos, diríase todo un europeista avant la lettre. Un claro exponente de la alianza entre las armas y las letras a finales del Barroco español. Un laureado soldado en los campos de toda Europa, hábil diplomático y prolífico autor de piezas de inspiración religiosa, verso y prosa, y de tratados de pedagogía política y de preceptiva militar…

Espigando en la profusa obra de este don Bernardino (de quien M. Menéndez Pelayo sentenció al respecto del Discurso sobre la Hermosura y del Amor que su «frase es pura, pero las más de las veces muelle, oscilante y poco precisa». Por lo demás, los indudables méritos de nuestro coterráneo en toda su extensión (nunca suficientemente reconocidos o sea ‘visibilizados’, como diríamos ahora) los resumió Javier Tomé en artículo aparecido en Filandón el 21 de febrero de 1998, una semblanza excelente que recomendamos a los interesados por la figura de este insigne caballero legionense. Asimismo cabe aconsejar la reseña biográfica que hace de aquél Policarpo Mingote y Tarazona en Varones ilustres de la provincia de León (Ed. Nebrija. León, 1978).

Víctor García de la Concha, exdirector de la RAE coordinó por encargo del Ministerio de Defensa, en 1998, la edición de la antología Armas y Letras en el Siglo de Oro español, donde se reproducen de manera más asequible varias composiciones de «Selva militar y pede BR n cambio sí que tiene entrada en la antología, que editó en 1998 el Ministerio de Defensa y coordinada por el exdirector de la RAE Víctor García de la Concha, Armas y Letras en el Siglo de Oro español, donde podemos leer varias de sus composiciones entresacadas de Selva militar y política». Dicho poemario apareció impreso en Colonia en 1652 (los Ocios poéticos verían la luz en Amberes los años 1656 y 1660 además de otros en Copenhague). Lo cual quiere decir que Rebolledo se permitía el lujo de editar sus obras fuera de España, cosa no demasiado frecuente entre escritores de por aquí.

En fin, que nos faltaría espacio para exaltar vida y escritura de quien, por si fuera poco, se granjeó la máxima confianza de la Corte dinamarquesa. Veinte fructíferos años vivió en Copenhague representando a la Corona de España, con Felipe IV. Algún día, espero yo, habrá ocasión de abundar en otras facetas de su siempre apasionante biografía.

Pero, siempre hay un pero, aunque, como dice el Rey en el conocido drama calderoniano, no importa que errara en lo poco si acertó en lo principal. Y es que aún nos causa estupor toparnos con un plagio descarado —¿o es el consabido ‘cortaypega’ tan al uso en nuestros días?— en el que podemos ‘pillar’ a BR. Se trata de un patinazo descubierto gracias a Baltasar Gracián, en el contexto de su imponente libro Agudeza de arte e ingenio (1648), en uno de cuyos pasajes el jesuita inserta unas reflexiones en torno a la poesía del príncipe de la las letras portuguesas, Luis de Camoes (1524-1580), excelso creador de Os Lusiadas. Y Gracián traduce estos versos del lusitano.

«Ruégoos que me digais/ las oraciones que rezasteis,/ si son por los que matasteis,/ si por vos, que así matais (…)/ Si decís que encomendando/ los que matasteis estais,/ si rezais, ¿por qué matais?,/ ¿para qué matais rezando?». Y de ellos hace Rebolledo su personal ‘versión’, incluída en uno de sus ubérrimos Ocios, y que los transcribe así Policarpo Mingote arriba citado:

Pues si el rosario tomais,

no dudo que lo receis

por mí, que muerto me habeis

o por vos, que me matais.

Y baste con esto para que el lector considere que, donde menos se piensa, salta la liebre; o que el mejor escribano puede soltar un borrón. Que se lo digan, si no, a aquel leonés intachable que fue don Bernardino de Rebolledo, Conde de R.

tracking