Diario de León

EL SECRETO DE TAIWÁN ESTÁ EN LOS CHIPS

La importancia estratégica de los chips taiwaneses, clave para la revolución tecnológica, se han convertido en uno de los elementos más relevantes del choque entre Estados Unidos y China

mark r. cristino

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Tes son los pilares sobre los que se sustenta la siempre delicada relación entre Estados Unidos y Taiwán, una isla cuya independencia no reconoce por su respeto a la ‘política de una sola China’ pero con la que mantiene lazos en diferentes ámbitos: la seguridad, la economía y la gobernanza. El primero y el último son los que más causan ira a China, el gigante que reclama para sí la soberanía de la antigua Formosa. Pero la economía es, realmente, la que marca la diferencia. Y, por eso, en ella ha centrado gran parte de su discurso la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, durante su controvertida visita relámpago a Taipéi.

Además de dejar claro que la superpotencia americana no abandonará Taiwán a su suerte ante una hipotética invasión por parte de China y que su presencia junto a la presidenta de la isla de facto independiente, Tsai Ing-wen, refleja el apoyo incondicional a un sistema democrático que considera «ejemplar» en la región, Pelosi ha incidido en dos asuntos clave: un posible acuerdo de libre comercio con la isla, y la participación de empresas taiwanesas en la relocalización de la producción de chips en Estados Unidos.

Sobre el hipotético tratado solo ha dicho que es «una posibilidad que ojalá se materialice de forma inminente», pero sobre los semiconductores ha profundizado más. «Acabamos de aprobar la ley de chips y ciencia, que abre la puerta para que reforcemos nuestras relaciones en este campo», ha declarado mientras Tsai afirmaba con la cabeza. «Me consta que hay empresas taiwanesas significativas que están planeando invertir en fábricas en Estados Unidos, porque el conocimiento que tienen en un sector en el que han cosechado grandes éxitos es un modelo para nosotros», ha elaborado.

No en vano, Taiwán es el principal fabricante de semiconductores del mundo, un componente clave para sectores tecnológicos tan variados como la automoción, que ha sufrido en sus carnes la escasez provocada por el resurgimiento de la demanda tras la pandemia, o la electrónica, que requiere cada vez componentes más pequeños y sofisticados. El número de productos equipados con chips crece constantemente, y el avance en su tecnología es clave incluso en ámbitos tan delicados como el militar. Por eso, y teniendo en cuenta que el 75% de la producción mundial se concentra en Asia, tanto Europa como Estados Unidos han planteado inversiones milmillonarias para acercarse a la autosuficiencia y tomar la delantera de China.

Alternativas occidentales

El Viejo Continente tiene en marcha ambiciosos planes para construir fábricas, y Washington ha aprobado la ley mencionada por Pelosi con el objetivo de «asegurar que Estados Unidos está preparada para liderar el mundo en ciencia e innovación». Según el texto oficial, la superpotencia se ha propuesto «incrementar la producción de semiconductores en América, solucionar las vulnerabilidades de la cadena logística y revitalizar la investigación centífica y el liderazgo tecnológicos, reforzando así la seguridad económica y nacional tanto en casa como fuera».

Taiwán, un socio geopolítico que cobra importancia ante el auge de China, puede ser un actor clave en la consecución de la ambición estadounidense, que también comparte Pekín en su ansia por reducir la dependencia del exterior en sectores industriales clave. Aunque el gigante asiático ha logrado avanzar considerablemente en el sector gracias al esfuerzo de empresas como SMIC o Huawei, las sanciones que pesan sobre componentes clave y la falta de conocimiento hacen que aún esté un paso por detrás y que Taiwán sea aún el actor principal al que todos cortejan.

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