Diario de León

Sir Elton John en toda su amplitud

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javier herrero

Si le gustaba dar miedo, debía de estar encantada conmigo, porque me tenía acojonado. La quería —era mi madre—, pero pasé mi niñez en un estado de máxima alerta, siempre intentando asegurarme que no hiciera nada que la provocara», narra en las primeras páginas de la obra, publicada este jueves en su versión en español.

Es solo una de las numerosas ocasiones en las que su progenitora, Sheila Farebrother, aparece en Yo (Reservoir Books) como una de las figuras más castrantes y a la vez determinantes de la conformación de su carácter, «testarudo e irascible» como ella.

«El otro efecto duradero fue el miedo a la confrontación. Me duró décadas. He permanecido en relaciones profesionales y personales adversas solo por evitar el conflicto», reflexiona quien a lo largo de más de 400 páginas rememora años de contacto con personas tóxicas como su exmánager y examante John Reid.

De su padre escribe: «No era dado al contacto físico y nunca te decía que te quería. Pero le gustaba la música, y si me oía tocar el piano, recibía un ‘enhorabuena’ (...). Por un tiempo estuvo contento conmigo. Y tenerlo contento era importante para mí», relata desde la perspectiva del pequeño Reg Dwight.

Porque esta es sobre todo la historia de aquel niño carente del afecto de su padres, pero que creció fuertemente imbuido por su gusto musical, en «shock» desde el día en que el disco de un tipo estralafario de nombre Elvis Presley llegó a casa.

Cuenta la leyenda familiar que su tía Win le sentó en su regazo con tres años y sacó de oído la melodía de The Sakter’s Waltz. «Sencillamene nací con oído musical, como otros nacen con memoria fotográfica», apunta. Pero antes de todo ello, desde el prólogo mismo, el coautor de Your song repasa cómo fue el encuentro con quien realmente cambió el destino de su carrera, Bernie Taupin, letrista de la mayor parte de sus éxitos, y cómo pese a sus inseguridades tomó la decisión de convertirse él mismo en intérprete tras asumir el alias artístico de Elton John.

Con la misma transparencia con la que hubo de enfrentarse a su rehabilitación del alcoholismo, el músico ahonda en sus años de excesos y recupera con ánimo autocrítico, conscientemente caricaturesco, aquella noche en la que ebrio de poder llamó a su discográfica para que «hicieran algo con aquel viento tan fuerte» que le impedía dormir.

El éxito en taquilla de Rocketman, biopic avalado por el propio artista, dejó muy sentadas las bases sobre las que se sustenta este relato, pero, con ayuda del periodista de The Guardian Alexis Petridis y su gusto por el humor absurdo, aún guarda algunas sorpresas y tres décadas más de recorrido.

Una vida ridícula

«Soy perfectamente consciente de lo ridícula que es mi vida», llega a decir en un libro en que se recuerda «masturbándose en una bata completamente cubierta de vómito» o, tras décadas en la cúspide, escribiendo canciones «sobre un jabalí que se tiraba muchos pedos» para la banda sonora de El rey león.

Y aunque él mismo es la principal víctima de su historia, hay suculentas pinceladas ajenas, como la de la cena en su casa en la que Sylvester Stallone y Richard Gere rivalizaron por la atención de su amiga íntima, la princesa Diana, además de brochazos impagables sobre John Lennon, Yoko Ono, Bob Dylan o Liza Minnelli.

Más serio se pone al recordar cómo Michael Jackson «había perdido totalmente la cabeza» hasta convertirse en «un enfermo mental» en los últimos años de su vida o cómo la suya estuvo a punto de terminar por un cáncer de próstata y la infección que padeció a causa de la cirugía posterior.

Es precisamente ese episodio y la paternidad de sus dos hijos junto a su marido, David Furnish, la razón a la que atribuye su anunciado deseo de retirarse tras haberse convertido en un icono no solo de la música, sino también de los derechos LGTB y de la lucha contra el sida.

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