Diario de León

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raquel santamarta

A Abdón Molleda le parece «maravilloso» que la casona de Patricio y Juliana se convierta en el nuevo Centro para el Diseño de Estrategias para el Repoblamiento Rural de Vallecillo. Sobre todo, según confiesa, para que «haya movimiento» en el pueblo que le vio nacer hace casi 86 años. «La pérdida de población es inevitable. Mis tres hijos y cinco nietos, por ejemplo, viven fuera», asegura con tintes de resignación.

Abdón, al igual que la iniciativa de Playa 220, que vio la luz hace ya cuatro años gracias a un grupo de alumnos de la Escuela de Arquitectura de Alicante, celebra que la empresa Leonesa de Bandas SL se haya asentado en esta localidad de la Tierra de Sahagún y que un almacén de cereales lo vaya a hacer próximamente. Porque en Vallecillo, según remarca, «hay muy buenas personas». El pueblo, con 124 empadronados, contará a partir de septiembre con una infraestructura de acero y barro rehabilitada que buscará su reactivación social, económica y cultural. Y lo hará después de ocho meses de obras y una inversión cercana a los 200.000 euros, subvención del Instituto Leonés de Cultura (ILC) de la Diputación de León.

Este «epicentro de la revolución de la sociedad rural», que hoy clausura la cuarta edición de Playa 220, ya ha conseguido «unir a la gente». Así lo expone Lorena Rivas que, a sus 36 años, vive junto a su marido y sus dos pequeños en Vallecillo durante todo el año. «Este festival ha conseguido movilizar al pueblo», afirma en la misma línea Alejandro Pastor, un hombre natural de Valdunquillo de Campo (Valladolid) que, cada verano, se da cita en el pueblo de su mujer, Alicia Chico. Para el toledano Ismael Torres, casado también con una mujer de Vallecillo, Playa 220 es «vida». «Ha sido pasar de la nada al todo en un pueblo pequeño que, pese a todo, tiene niños», manifiesta. El arquitecto Martín Noguerol reinterpretó el jueves desde una visión muy personal los rituales de celebración con el barro y el agua como principales protagonistas en el marco de una cena comunitaria en la que se pudo comprobar que Vallecillo, ese pueblo que un día estuvo en tierra de nadie, y a 220 kilómetros de la playa más cercana, empieza a estar en boca de todos.

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