Diario de León

Segundo día

Nuestra nueva vida normal

A yer, el despertador ha sonado en mi casa a las 7.15 de la mañana. Como todos los días. A las 8.30 en punto, mi hija estaba ya en clase. Hoy no llegó tarde. Vestida y maquillada, por supuesto (no se sale de casa sin el corrector, ¡ay!). La mochila en el suelo de su habitación, el ordenador conectado a la plataforma de estudio y la cazadora en el respaldo de la silla. Hemos pactado no darle ni un cuerpo más de ventaja al virus. Así que hacemos como que llevamos una vida normal… pero encerrados. Confinamiento social, es como se llama ahora. En realidad, llevamos encerrados en casa desde el viernes a las dos y cuarto de la tarde. Fue su último examen. La calle estaba extrañamente desierta. Con el Bosco cerrado por coronavirus, el final del bullicio se había adelantado un día al Gobierno y su decreto de estado de alarma. Suele pasar, la realidad arrolla a los políticos. Y el virus, de momento, a sus decisiones. Van tarde. El silencio fue la primera señal de alarma. La segunda estaba en la acera de enfrente. La sala de profesores se había trasladado a la calle. En círculo, a la entrada del centro, los profesores del María Auxiliadora mantenían una reunión de trabajo. A más de un metro de distancia unos de otros. Ahí empezó nuestra nueva vida. Como la de antes… pero no. El sábado, salí de cañas al balcón con mis vecinos del otro lado de la calle. Brindamos en la distancia, nos sumamos al aplauso de todo el país en homenaje a quienes nos cuidan, nos preguntamos qué tal estamos, reímos y charlamos a voces como si estuviéramos en cualquier pub. Luego nos despedimos con un gesto espontáneo y unánime, una mano al corazón. Yo me fui a casa, adentro, quiero decir. Hacia frío y mi hija iba a salir. Tacones en mano, estuvo en el Studio 54 con mil jóvenes más de León que se conectaron a las doce de la noche a una sesión de Kristian Romero. Allí estaban todos sus amigos. El próximo sábado vuelve a salir de noche. La casa huele a lejía, las manos a alcohol y hay guantes desechables a la entrada de casa. Todo el mundo habla de él, del virus. ‘El Virus’, dice el presidente del Gobierno. Me pone los pelos de punta. Le da vida. Es ya un ente. Como un docudrama, como Las Campos o las Kardashian pero en peor. En más miedo aún, quiero decir. Nunca pensé que iba a vivir esto, una especie de guerra mundial contra un enemigo al que no veo pero está en todas partes. Esperando a colapsar nuestro sistema sanitario. Bueno, os dejo. Me voy al gym online. Tengo que bajar al perro, que está harto del Covid-19, le suena a medicinas. Me quedan por leer un montón de bulos. Y a las 8 he quedado otra vez en el balcón. Ahora que no hay fútbol, tengo que deciros que estoy enchufada a mi nueva vida normal. Hasta mañana. Cuidaros mucho.

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