Diario de León

MEMORIA HISTÓRICA

Enterrados en el mar

Noceda recordó este fin de semana a cinco beatos bercianos, asesinados en 1936 en la bahía de Santander . Dos novicios veinteañeros, dos sacerdotes jóvenes, y un viudo que había tenido ocho hijos antes de tomar los hábitos. Son los cinco monjes bercianos de la abadía cántabra de Viaceli que la Iglesia acaba de reconocer como beatos junto con otros 14 religiosos y dos monjas. Sus pueblos; Noceda, Quintana y Villaviciosa de San Miguel

La abadía cisterciense de Viaceli, en Cóbreces

La abadía cisterciense de Viaceli, en Cóbreces

Publicado por
CARLOS FIDALGO | PONFERRADA
Ponferrada

Creado:

Actualizado:

Los subieron en una barcaza, en dos noches consecutivas a principios de diciembre de 1936, y los arrojaron al mar en la bahía de Santander. Eran dos grupos de monjes cistercienses de la abadía cántabra de Viaceli, en la localidad de Cóbreces, y entre ellos se encontraban cinco bercianos —de Noceda, Quinta de Fuseros y Villaviciosa de San Miguel— que habían tomado los hábitos. Todos ellos, junto a otros religiosos de la misma orden asesinados en cunetas en torno a los mismos días —19 en total— y dos monjas valencianas, acaban de ser reconocidos como beatos por la Iglesia en una ceremonia que tuvo lugar 3 de octubre en la catedral de Santander. El pasado sábado, los cinco bercianos recibían en Noceda del Bierzo un homenaje más cercano con una Misa de Acción de Gracias oficiada por el arcipreste del Boeza, Celestino Mielgo, en la iglesia de la localidad.

De Noceda del Bierzo eran Álvaro González López, que sólo tenía 21 años, y Ángel de la Vega González, de 68 y recién ingresado en el monasterio después de enviudar y haber tenido ocho hijos. De Quintana de Fuseros procedía Eulogio Álvarez López, de 20 años. Y de Villaviciosa de San Miguel, Valeriano Rodríguez García, asesinado a los 30 años, y Amadeo García Rodríguez, de 31 años.

Y hubieran sido seis los muertos bercianos si otro joven novicio de Quintana de Fuseros, Miguel García, no hubiera regresado a su pueblo al comenzar la guerra, y en pleno acoso de los milicianos de la CNT y la FAI a la comunidad monástica de Cóbreces, para dejar los hábitos y casarse años después con una muchacha de Noceda. Lo cuenta su hijo, el periodista de TVE Miguel Ángel García, corresponsal de la cadena en Alemania, que además es bisnieto, por parte de su familia materna, de uno de los cinco beatos bercianos de Viaceli, el fraile Ángel de la Vega González.

«Mi padre decidió que él no tenía madera de mártir y se fue para el pueblo», cuenta el periodista a este periódico desde Berlín. Y como Miguel García, otros religiosos se salvaron del clima anticlerical, exacerbado durante los primeros meses de la Guerra Civil y el aislamiento de los territorios del Norte fieles a la República, porque regresaron a sus localidades natales, especialmente al País Vasco, donde la vida de los sacerdotes no corría el mismo peligro.

El bisabuelo materno de Miguel Ángel García, que abrazó tarde los hábitos y ya tenía nietos, por el contrario, confirmó sus votos una semana después del golpe de Estado militar y la división de España en dos bandos, con Santander bajo el control del Gobierno republicano del Frente Popular y las milicias anarquistas que lo apoyaban. Su nombre laico era Francisco, había tenido ocho hijos con Manuela García Fernández, aunque tres de ellos murieron de corta edad. Viudo desde 1912, su bisnieto periodista cuenta que emigró a América. A su regreso, y con sus cinco hijos bien colocados, ingresó en la abadía de Viaceli en 1931.

Eulogio Álvarez, de Quintana de Fuseros, tampoco regresó a su pueblo, donde había sido pastor. Eulogio también era converso de votos temporales, según los datos facilitados por la Diócesis de Astorga, y apenas tenía 20 años de edad. Y de Villaviciosa de San Miguel eran dos sacerdotes, el padre Valeriano Rodríguez García, de 30 años, y de quien la Diócesis recuerda «su realismo al afrontar los hechos y vejaciones que vivieron sus hermanos», y el padre Amadeo García Rodríguez, de 31, y monje «de reconocidas cualidades intelectuales, gran estudiante e investigador del Císter».

Desalojada la comunidad de la Abadía de Viaceli el 8 de septiembre de 1936 por un grupo de milicianos, los cinco bercianos y sus compañeros fueron encarcelados en Santander. Puestos en libertad porque no había cargos contra ellos, y con el monasterio cerrado, los religiosos se dividieron en grupos más pequeños. Algunos regresaron a sus pueblos. Otros encontraron acomodo en viviendas particulares. Pero en diciembre, los milicianos de la ‘checa de Neila ‘se llevaron a dos grupos.

Su final lo cuenta un documento de la Abadía de Viaceli elaborado para un homenaje de octubre de 2014: «Unos y otros parece ser que fueron llevados a bordo de una barcaza, al mar abierto fuera de la bahía santanderina y, una vez atadas sus manos y amarrados con pesados lastres, fueron arrojados vivos a las frías aguas del Cantábrico». Miguel Ángel García, que ha consultado testimonios del proceso, asegura que les habían cosido la boca con alambre porque iban rezando.

LOS ASESINADOS:

Ángel de la Vega:  Nacido en 1868 en Noceda. Viudo y padre de ocho hijos. Se hizo religioso en 1931.

Álvaro González:  Nacido en 1915 en Noceda. En el coro.

Eulogio Álvarez:   Nacido en 1916 en Quintana. Novicio.

Valeriano Rodríguez:  Nacido en 1906 en Villaviciosa de San Miguel.

Amadeo García:  Nacido en 1905 en Villaviciosa de San Miguel. Estudiante.

tracking