Diario de León
Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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ES LA segunda vez que veo Habana Blues. La primera fue en un cine de la Gran Vía madrileña, luego de un viaje a La Habana. La segunda hace unos días en Cines La Dehesa de Ponferrada. He dejado que pasara el tiempo para ver si esta vez sentía las emociones que sentí cuando la vi por primera vez. Confieso que no pude contener las lágrimas, ni la primera ni la segunda vez. Puede que sea extremadamente sensible, mas la película toca las alegrías y tristezas del ser humano. A ritmo de música, y subidos en un Chevrolet rojo del 52, Zambrano nos conduce por esa romántica y decadente, loca y maravillosa ciudad que es La Habana, ciudad de gente humilde y solidaria, donde la amistad, la dignidad y la ternura nos devuelven a lo primigenio. Habana Blues nos muestra unos valores que nos remueven las entrañas. En nuestra sociedad, manipulada por el imperialismo yanqui y el capitalismo bárbaro, estos valores se están perdiendo, ni siquiera existen. Hacía tiempo que no veía una película tan emocionante en una sala comercial. Gracias, José, por tu generosidad. Se nota que Zambrano, que pasó algunos años como estudiante de cine en la Escuela Internacional de San Antonio de Los Baños, conoce bien La Habana. Es la suya una mirada elegante y cariñosa hacia una ciudad y unas gentes, que con sus grandezas y también con sus estrecheces, no están dispuestos a venderse por un contrato de mierda. Como ocurre a menudo en nuestra sociedad basura, donde lo que importa no es el arte sino el negocio. Gentes que nos dan la vuelta a la cabeza a los «gallegos invasores», habituados como estamos a otra forma de vivir y entender la realidad. Aunque hayamos visto extraordinarias películas-documentales sobre la música y la capital cubanas, como Buena Vista Social Club o Suite Habana, Zambrano, en su película, nos muestra a unos personajes bien creíbles, interpretados con naturalidad y excelente sentido del humor, en un mundo difícil, donde hay muchas carencias económicas y falta de libertades, pero que es a la vez alegre, musical. Un mundo impregnado de afecto y de música. La música como motor de longevidad. Esa música que nos ayuda a vivir y cala hondo en nuestro ser cual lágrimas tatuadas y arenas de soledad, entre las alas del amor y un silencio roto. Habana Blues es sobre todo un canto a la amistad y la dignidad con un final tan real como sobrecogedor, en el que también destaca el montaje del maestro Fernando Pardo, que ha sido profesor de la Escuela de cine de Ponferrada.

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