Identificados tres guerrilleros bercianos
Los restos son de Pedro Voces Canóniga, de Villabuena (Cacabelos), Félix Yáñez González, de San Juan de la Mata (Arganza) y Antonio Vega Guerrero, de Campelo (Arganza)
Los arqueólogos, durante los trabajos de exhumación realizados en 2010 en Vilavella, Lugo.
El presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (Armh), Marco Antonio González, confirmó ayer que los restos mortales exhumados hace tres años en una fosa común encontrada en la localidad lucense de Vilavella pertenecen a tres guerrilleros intifranquistas del Bierzo abatidos en combate el 12 de noviembre de 1943. Concretamente, los restos son de Pedro Voces Canóniga, de Villabuena (Cacabelos), Félix Yáñez González, de San Juan de la Mata (Arganza) y Antonio Vega Guerrero, de Campelo (Arganza), quienes fueron sorprendidos por la Guardia Civil en las cercanías de Vilavella, delatados por un antiguo compañero.
Para poder llevar a cabo esta identificación, los restos fueron estudiados y analizados individualmente en el laboratorio ponferradino de Armh por la antropóloga madrileña Elena Vergara, experta en este campo. Tras determinar las causas de los fallecimientos, e incluso realizar una identificación previa de Antonio Vega Guerrero por las evidencias encontradas —según el atestado policial, le explotó una granada en la mano—, la ARMH solicitó a los familiares de las posibles víctimas una muestra de ADN para cotejar, resultado que ha sido confirmado, con una fiabilidad del 99,9 %, por el laboratorio Labgenetics.
Antonio Vega Guerrero había sido identificado previamente, ya que durante la exhumación se encontraron en uno de sus brazos restos de metralla y evidencias de que le explotó una granada en la mano, tal y como figuraba en el atestado policial, en el que se añadía que el suceso tuvo lugar mientras el hombre gritaba su nombre.
Un cuarto hombre, Ovidio Peláez Rodríguez, logró salir con vida del tiroteo pero falleció sólo unos meses más tarde durante un combate en la provincia de León. La información aportada por los vecinos de la zona y la existencia de numerosa documentación oficial sobre el suceso permitió en 2010 ubicar el lugar y confirmar la existencia de los cadáveres de las tres víctimas, así como la fecha en la que se produjeron los asesinatos.
Ese mismo año, la ARMH llevó a cabo la exhumación de los cuerpos, unos trabajos que fueron dirigidos por los arqueólogos René Pacheco y Andrés Crespo, y que contaron con la colaboración de varios voluntarios llegados de diversas partes de España.
La aparición de los restos fue denunciada ante el juzgado de Becerreá (Lugo). Después de un año de espera, y tras el sobreseimiento definitivo del caso, el pasado octubre de 2012 la ARMH tomó las muestras a los familiares de los asesinados.