Diario de León

El nieto de un paseado busca exhumar la última fosa de Magaz

Confía en que el Consejo de la Memoria sirva para vencer las trabas del dueño del terreno.

Vista general de la curva de la carretera de Magaz de Abajo, en cuyas cunetas se enterraron al menos a 17 paseados. L. DE LA MATA

Vista general de la curva de la carretera de Magaz de Abajo, en cuyas cunetas se enterraron al menos a 17 paseados. L. DE LA MATA

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Carlos FIDALGO | PONFERRADA

Chocó con la propiedad particular. Y ahora confía en que el nuevo Consejo de la Memoria constituido en Castilla y León para cumplir la Ley de Memoria Histórica sirva para vencer las trabas que hace diez años impidieron exhumar el cuerpo de su abuelo y los restos de un matrimonio enterrado en la misma fosa de Magaz de Abajo (Camponaraya) después de ser asesinados en noviembre de 1936 por sus ideas republicanas.

«El dueño de la finca solo nos dejó hacer una cata rectangular que no dio con los cuerpos, pero después no nos dejó seguir», recuerda Bienvenido García Gundín, nieto de Francisco Gundín, un vecino de Cobrana, antiguo marinero mercante emigrado a Nueva Jersey, que después de regresar de América para casarse y asentarse de nuevo en su pueblo de Cobrana vio como su militancia republicana le costaba la vida a los pocos meses del inicio de la Guerra Civil. A Francisco Gundín, casado y con cinco hijos pequeños —la mayor, Marcelina, solo tenía nueve años y el más pequeño apenas un bebé de tres meses— se lo llevaron en un camión que también se detuvo en Congosto para subir al matrimonio formado por Filomena Ferrera y José Soto y llevárselos a los tres al cuartel de la Guardia Civil de Bembibre. No volvieron a verlos.

Antiguo marino mercante con base en Newark, el puerto de Nueva Jersey, Francisco Gundín había regresado a Cobrana en los años veinte para casarse con una chica del pueblo emigrada a su vez en Argentina, Sofía González, con la que se carteaba desde el norte del hemisferio. «Tenían intención de volver los dos a Estados Unidos, pero los padres ya iban mayores, tuvieron hijos y se quedaron», cuenta su nieto a este periódico. Su militancia republicana, sin embargo, le iba a costar cara cuando estalló la guerra y un grupo de falangistas fue buscarlo a su casa, a la hora en la que acostaban a los niños.

Certificado de defunción

Sofía González batalló durante años para obtener un acta de defunción de su marido, después de que lograra saber que estaba enterrado en la siniestra curva de Magaz de Abajo, un lugar donde la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) sí consiguió recuperar varios cuerpos enterrados en la cuneta.

Pero los cuerpos de Francisco Gundín, y los de Filomena Ferrera y José Soto —que no dejó descendencia y cuya familia no ha podido ser localizada— quedaron en una franja de terreno junto a un poste de teléfonos que forma parte de la finca de una vivienda. Aunque el dueño de los terrenos, residente en Barcelona, autorizó en principio a la ARMH a realizar una cata que no dio resultado, después no dejó continuar su labor a los voluntarios de la asociación. Los esfuerzos de Bienvenido García por lograr que un juzgado de Ponferrada autorizara la exhumación a lo largo de 2009 tampoco sirvieron para desbloquear la situación, a pesar de que la Ley de Memoria Histórica se promulgó, entre otras cosas para evitar casos como el suyo, que no eran una excepción.

«El juzgado nos dijo que había prescrito, pero nadie estaba hablando de delitos, solo queríamos que tutelara la exhumación», explica García Gundín. También el vicepresidente de la ARMH, Marco González, que se ha puesto nuevamente a disposición de la familia, recuerda que se encontraron con que no había ninguna entidad a la que recurrir. «En el juzgado nos remitían a la Subdelegación del Gobierno y en la Subdelegación al juzgado», afirma. «Era un círculo que no había manera de romper», añade por su parte Bienvenido García Gundín.

El nuevo Consejo de la Memoria de Castilla y León, a pesar del escepticismo que genera en la ARMH, se antoja ahora como la instancia a la que está dispuesto a recurrir el nieto de Bienvenido García para recuperar los restos de su abuelo. Francisco García, que reside en Madrid, tiene previsto reunirse en las próximas semanas con responsables de la ARMH en la comarca para estudiar la forma de recurrir al Consejo de la Memoria y si fuera necesario pedir ayuda de nuevo al Ayuntamiento de Camponaraya, con el que ya contactó hace una década.

«Estábamos dispuestos a pagarle un aval de hasta 6.000 euros al dueño si hiciera falta para restaurar después el terreno», asegura García Gundín.

En la Curva de Magaz de Abajo la ARMH ya exhumó a lo largo del año 2008 restos de catorce paseados en dos fosas distintas. Las obras de la carretera de Magaz habían destruido, sin embargo, el ochenta por ciento del lugar del enterramiento más grande, con restos de once personas asesinadas, procedentes de los pueblos del Oza y del entorno de Ponferrada.

La tercera fosa de la curva, sin embargo, sigue sin poder abrirse una década después del primer intento. La familia tiene la referencia del poste telefónico, que entonces era de madera, aunque es posible que las mismas obras de la carretera hayan removido los restos.

En cualquier caso y aunque el nuevo intento prospere, la previsible exhumación llegaría tarde para Marcelina Gundín, la madre de Bienvenido, hija mayor de Francisco que tenía nueve años el día en que se llevaron a su padre. Marcelina murió el 1 de abril de 2016. Su madre, Sofía González, había fallecido en 1970, todavía bajo la dictadura, y nunca se atrevió a llevar flores a la tumba de su marido.

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