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CyL: cien días de gobierno en funciones y la investidura parada

Vox retrasa el pleno de investidura de Mañueco para que Feijóo acuda como líder del PP

Imagen del interior del hemiciclo de las Cortes de Castilla y León. NACHO GALLEGO

Imagen del interior del hemiciclo de las Cortes de Castilla y León. NACHO GALLEGO

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Óscar R. Ventana (EFE)

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Cien días son los que, a modo de cortesía política, suelen darse a los gobernantes cuando inician una nueva etapa y cien días son los que se han cumplido ya desde que Castilla y León tiene un gobierno en funciones a raíz de su primer adelanto electoral decidido por el presidente Alfonso Fernández Mañueco (PP), quien aún hoy desconoce la fecha de su investidura tras llegar a un acuerdo de cogobierno con Vox, ahora con nuevas exigencias.

La investidura está parada. Pese a que el PP y Vox firmaron el 10 de marzo lo que denominaron ‘Acuerdo de Legislatura’ y parecía que todo estaba engrasado para que Castilla y León tuviera pronto un nuevo gobierno de coalición, lo cierto es que han pasado 19 días sin que Mañueco tenga aún fecha cierta para ser investido de nuevo como presidente.

Tras unos resultados electorales que apuntaban al acuerdo entre el PP y Vox (31+13), pero acuciados ya por unos tiempos que se alargan más de lo que hubieran deseado en el PP, el actual portavoz de la Junta y consejero de Economía y Hacienda en funciones, Carlos Fernández Carriedo, defendía la pasada semana que el día a día del gobierno para resolver los problemas de los ciudadanos está garantizado, pero a la vez es sabedor de que el paso del tiempo corre en su contra.

De hecho, la situación de crisis económica vinculada ahora a la invasión rusa de Ucrania y sus derivadas sobre los costes energéticos son piedras en el camino de cualquier Ejecutivo en Europa y, en el caso de Castilla y León, los actores políticos son conscientes de que esta dilación en la formación de gobierno no ayuda a que los ciudadanos vean soluciones en la política.

Sobre la gestión de los tiempos, se da una circunstancia relevante con el hecho de que Vox haya alargado el momento en el que se convocará la previsible investidura de Mañueco como presidente y haya impedido así uno de los objetivos del PP, que era llegar a su Congreso Extraordinario de mañana viernes y el sábado con todo resuelto en Castilla y León, donde se formará el primer gobierno de coalición con Vox en España, de mantenerse los términos del acuerdo vigente entre ambos.

En el PP no ven como un detalle menor que la investidura de Mañueco pueda producirse después de su Congreso Extraordinario, ya que eso va a implicar que el gallego Alberto Núñez Feijóo sea ya oficialmente el líder nacional del PP. En Vox entienden que, con ese escenario, lo normal es que el nuevo dirigente acuda a la sesión de investidura y valide de este modo este acuerdo que Santiago Abascal ve como «piso piloto» de lo que quiere ofrecer en otros territorios y a nivel nacional.

Pero no está aún claro que Feijóo vaya a participar en esa sesión de investidura, cuyas razones de indefinición están en los «flecos» programáticos y organizativos que aduce Vox. El partido de Abascal ya ha designado a sus tres consejeros: Gonzalo Santonja para Cultura, Gerardo Dueñas para Agricultura y Mariano Venganzones para Industria y Empleo.

Fuentes parlamentarias calculan que será la próxima semana, tras el Congreso del PP, cuando toda la maquinaria vuelva a echarse a andar, pero añaden que llegados a este punto está por ver en qué sentido.

Estos cien días arrancaron el 20 de diciembre, a las puertas del pleno de las Cortes de Castilla y León que debía votar el proyecto de ley de Presupuestos de la Comunidad para 2022 —donde se incluía un multimillonario incremento de recursos como consecuencia de las ayudas europeas vinculadas a la superación de la crisis de la covid—, pero que se quedó frenado en su tramitación por la destitución del vicepresidente y los consejeros de Ciudadanos y el adelanto electoral para el 13 de febrero.

Mañueco activó ese reloj a través de un mensaje en su perfil de Twitter que luego amplió en una comparecencia ante la prensa, sin preguntas, con la que inició el relato de la desconfianza y la «traición» de su hasta ese momento socio de gobierno, Ciudadanos, al que acusó de estar maniobrando a sus espaldas con la intención de presentar una moción de censura, siempre negada por el partido naranja, convencido de que los traicionados eran ellos.

Desde ese momento, en plena Navidad y sexta ola de la pandemia y con una escalada de precios que venía de meses atrás pero se ha acrecentado desde el inicio del año, ahora más con la guerra en Ucrania, Castilla y León ha vivido desde el punto de vista político en el foco, convertida en campo de batalla política a nivel nacional, con un desfile de dirigentes de unos y otros partidos a la búsqueda de un apoyo electoral que también consideraban clave para el futuro de la legislatura en España.

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