Diario de León

El baile del ahorcado

Tierra quemada

León

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Victorino Alonso era el jefe de todo esto, de todo y de todos, como dejó claro en la Audiencia Provincial la semana pasada cuando se escudó en el consejo de administración de Caja España para justificar los desmanes en la derrabe del territorio. El Feixolín es la anécdota que nos lleva a la categoría, la categoría de un país, de una manera de entender la política que no es más que la reinvención del caciquismo y la administración del hambre para el enriquecimiento personal. Todos se beneficiaron, todos, en el mejor de los casos, miraron hacia otro lado para que la fiesta quedara en paz, todos sabían y todos otorgaron. ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Había miles de puestos de trabajo y la supervivencia de una provincia en juego. Tendríamos que analizar la presunción de inocencia de todos los que permitieron con su rúbrica que el asalto medioambiental se concretara en desastre, pero lo que está claro es que a alguien insolvente no se le pueden pedir cuentas con lo que el dolo del resto en la intención queda en fuera de juego. ¿Se lo creen? En estas jornadas de juicio ha quedado claro que Murias no es un personaje de Zola, que el memento constante del encierro no esconde más que el prurito de culpa por haberse convertido en la voz de su amo y que su figura quedará grabada como la del tonto útil de toda esta historia.

Ahora, a la espera de la sentencia judicial, queda la tierra quemada, una metáfora perfecta de Laciana, la comarca convertida en rehén de cuantos? impidieron que el desarrollo generara riqueza y no pelotazos. El futuro es casi tan desértico y yermo como los restos de la montaña.

En 1994, dos años después de la primera marcha del carbón, cuando ya estaba claro que el desmantelamiento era cuestión de tiempo, cuando el Gobierno sabía ya que la MSP era una gran mentira, tanto por su situación mercantil como por su incapacidad de futuro, se fragua la operación para convertir una empresa pública en un monopolio energético privado. Todo lo que vino después de eso fue polvo, aunque para algunos, no.

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