Diario de León

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Doscientos años del cardenal Lorenzana

La Universidad celebrará en septiembre un congreso internacional sobre su figura

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Jesús Paniagua Pérez - león
León

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Hoy se conmemora el segundo centenario de la muerte del cardenal Lorenzana, uno de los hombres más esclarecidos y universales de nuestra tierra, que fallecía en Roma en un día como hoy del año 1804. Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón nació en esta ciudad el año 1722, de la noble familia de los Lorenzana, corregidores perpetuos de la misma, y de la que se conserva su palacio en un lamentable estado en la plaza de Torres de Omaña. C omenzó sus estudios en los jesuitas, para completarlos luego en el monasterio benedictino de Vega de Espinareda, desde donde pasaría a la Universidad de Salamanca. En aquellas aulas y en las de Valladolid, Burgo de Osma, Ávila y Sigüenza completaría sus estudios en Teología y en ambos derechos. En 1751 obtuvo una canonjía en Sigüenza y luego en Toledo, en 1754. Estando en la ciudad del Tajo le llegó su nombramiento para el obispado de Plasencia, en 1765, pero no llegó a tomar posesión porque el 14 de abril de 1766 se le elegía para ocupar la archidiócesis de México, en sustitución de un antiguo abad de San Isidoro, Rubio de Salinas. Trasladado a su archidiócesis emprendió una amplia labor reformadora y convocó el IV Concilio Mexicano, verdadera piedra angular de la iglesia mexicana, aunque nunca fue aprobado por Roma debido a las tensiones existentes entre Carlos III y la Santa Sede. Después de la imborrable huella que dejó en México se le trasladó a la sede primada de España, Toledo, en enero de 1772. De nuevo su labor eclipsó a la de todos sus predecesores y en 1789 se le hacía cardenal por expreso deseo de Carlos IV, pero la reina y Godoy siempre habían querido alejarle de España, por lo que cuando asistió al cónclave de Venecia para elegir al sucesor de Pío VI y en el que él era un posible papable, se le obligó a permanecer en Italia y a renunciar a su sede para entregársela al infante Luis de Borbón. En Roma permaneció hasta su muerte y fue enterrado en la basílica de Santa Cruz de Jerusalén junto a otro cardenal leonés, Francisco de los Ángeles Quiñones, aquel organizador en el siglo XVI de la evangelización franciscana de la Nueva España. Lorenzana permaneció en su tumba romana hasta 1954, en que después de muchos intentos, los mexicanos consiguieron que fuera trasladado a su catedral. Con este breve resumen biográfico no se consigue dar una idea de lo que significó este hombre en su época. Ilustrado, reformador, antijesuita, promotor de la beneficencia, de la cultura, de la ciencia y de las artes, dejó para la posteridad una herencia nunca bien ponderada, de la que un buen reflejo es la Biblioteca Borbón-Lorenza de Toledo. No fue Lorenzana un creador en sentido estricto. Su figura está más cerca del mecenas y del organizador. Mandó publicar los concilios mexicanos, las obras de los padres toledanos, la historia de Hernán Cortés, protegió en su tarea a los padres Risco y Flórez, pagó ediciones de los jesuitas en el exilio. Creó casas de misericordia en México, Toledo y Ciudad Real; intento el desarrollo de la industria textil toledana para acabar con la mendicidad en su arzobispado... Lorenzana nunca olvidó su tierra natal. A pasar de haber pasado la mayor parte de su vida fuera de ella no rompió sus vínculos y, así, en el aspecto cultural patrocinó la publicación del Breviario Gótico, la edición de las obras de Santo Martino, la vida y novena de Santo Toribio de Mogrovejo, los orígenes de la iglesia leonesa. Patrocinó la construcción de su palacio familiar, pagó los gastos de la Casa de Misericordia, doto huérfanas, colaboró con el obispo Cuadrillero y mantuvo contactos con los cabildos de la Catedral y San Isidoro, a los que pidió ayuda para la canonización de Palafox... Su segundo centenario coincide con los 25 años de la Universidad de León, por lo que esta institución no ha querido olvidarle y por ello se celebrará un Congreso Internacional en el mes de septiembre. Sólo la Diputación se ha hecho eco, junto a la Universidad, de rescatar para los leoneses la figura de un hombre que llena algunas de las páginas más relevantes de la historia de España.

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