Las grandes voces de Mónica Duna

Entre el jazz y el pop habita la voz de Mónica Duna. Aunque, como debe de ser, con orgullo confiesa que lo suyo a los 15 era el heavy: «Más que el viento, decía yo de joven. Pero sí, era la más heavy del lugar». Con el tiempo descubrió cielos musicales más infinitos que un solo estilo y poco a poco se erigió en una de las voces referencia de la escena musical leonesa de mediados de los años 90 y hasta del circuito orquestero. Con todos los estilos abarcados aquí, estaba claro que llegaría un momento en el que sin exceso de vanidad (que tampoco le hubiera venido mal) su nombre propio es el que iba a encabezar sus proyectos.

Pronto, su voz será la que cante sus propias canciones. Como, por ejemplo, la que ya lleva dentro titulada Duna , dedicada a su gata, y ya sabe la gente gatuna que eso son palabras mayores.

Mañana sábado pasará por Boñar, en un concierto que es otra de las virtudes que atesora, y que no es más que cuestión de versatilidad. Más pop-rock que jazz (y que heavy) será lo de The Buda a las 23.30 horas en Boñar. «Yo creo que hay que cantar lo que a la gente le gusta. Y con ese planteamiento tengo un repertorio muy grande. Que puede ser de jazz, de canciones de jazz conocidas, de canciones clásicas, música disco...», va enumerando y llega a esa apetecible versión pop rock que llevará a la montaña leonesa a base de Luz Casal, su favorita, Amaral, Alanis Morrisette y nombres así de señeros y encima en clave femenina.

Y tiene además Mónica Duna una explicación muy buena de su carácter de cantante, que por cierto cuenta con experiencia más que de sobra en frentes que van desde los grupos leoneses y las orquestas. «Cuando me dicen que soy una cantante de jazz, me parece demasiada definición. Y digo entonces que soy una cantante que canta jazz», con lo que demuestra esa modestia que luego en las tablas se convierte en poderío escénico y vocal, siempre dispuesta a afrontar todos los registros que durante años ha ido probando como forma de expresión musical.

De su experiencia orquestera tiene las buenas palabras de alguien que de joven entró en el circuito de las verbenas y bailes por los pueblos. «Con 22 años que tenía cuando empecé, solo puedo decir que fue una experiencia apasionante. Aunque también puedo decir que he recuperado la pasión por cantar casi más a partir de los conciertos que he empezado a dar hace unos tres años», relata.

Ese salto ocurrió en base a varias formaciones en las que de nuevo el jazz fue el guion. De hecho, aun resuena el gran concierto que despacharon hace poco en el Molly Malone los Duna Quartet, con ese repertorio incontestable formado por temas como La vie en rose , Moonriver o Somewhere over the rainbow , y en donde comparte escenario con su marido, Carlos Fernández, bajista fundamental de la escena leonesa. Pero el futuro ahora parece que va a dejar que la intérprete excepcional que lleva dentro comparta viaje con su creatividad.