Diario de León

La mina de los escritores leoneses

Las cuencas y los mineros han inspirado decenas de novelas y poemas a los autores de esta provincia.

León

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«Dicen que no hay noche más cerrada que aquella que alberga la propia tierra», cuenta Luis Mateo Díez en el microrrelato Carburo que dedicó al Museo Minero. También Julio Llamazares, José María Merino y Aurelio Loureiro escribieron los relatos Luciérnagas en la oscuridad, La luz en la cueva y La lámpara mágica para el Museo de Sabero, que en un futuro no muy lejano podría ser la única memoria de una actividad que transformó durante décadas el paisaje y a las gentes de esta tierra.

Loureiro, director de la revista Leer y natural de Olleros de Sabero, igualmente retrataba la realidad de las cuencas en Te alquilo el cielo , cuyo contenido gira en torno a la metáfora según la cual los mineros no ven el firmamento. Pero también en algunos poemas de Antonio Gamoneda y Juan Carlos Mestre se aspira el aire viciado de los pozos. Gamoneda recuerda en la primera parte de sus memorias, Un armario lleno de sombra , a los picadores asturianos que pasaron en camiones con intención de defender Valladolid y el Guadarrama.

La mina ha sido musa de inspiración para poetas y narradores leoneses, bien como epicentro de algunos de sus libros o como paisaje de sus historias. En El año del Wolfram , Raúl Guerra Garrido recrea la batalla entre aliados y nazis por hacerse con el mineral que necesitaban para fabricar sus armas secretas. En plena posguerra española se descubre wolframio en el Bierzo, lo que convierte a la comarca en un nuevo ‘El Dorado’. La gente trepaba a la peña del Seo provista de pico, pala y pistola.

Juan Benet, el ingeniero que construyó el pantano del Porma, es autor de una de las grandes novelas del siglo XX, Volverás a Región , ese mágico territorio leonés que es un santuario de la ruina, como el Celama de Luis Mateo, donde la mina, a pesar de ser secundaria, está profundamente arraigada en un lugar de amarga soledad. A Julio Llamazares Benet le arrebató su pueblo, Vegamián, que pereció bajo las aguas del embalse. Fue entonces cuando su familia se traslada a Olleros de Sabero, una comarca que marcará profundamente su obra. En Escenas de cine mudo el autor de Luna de lobos relata su infancia en la cuenca minera. Si a Llamazares es el cine el que le lleva a desempolvar los recuerdos, a Piorno son las fotografías las que le inspiran la colección de relatos Héroes del silencio , donde glosa la dureza del trabajo de los hombres que se adentran en la tierra para extraer el carbón.

Un caso singular es el de Eloy Terrón (1919-2007), minero desde los 14 años y al que la Guerra Civil le obligó a huir de Fabero, al que volverá en 1949 ya licenciado en Filosofía y Letras. Catedrático de la Complutense y colaborador de la Unesco, expulsado de la Universidad franquista por defender sus ideas, publicó su peripecia vital poco antes de fallecer bajo el título Memorias de la lucha antifranquista . Porque, como escribió Luis Mateo, oriundo de la comarca minera de Laciana: «El minero siempre ha sido alguien especial, dotado de una aureola incluso legendaria».

De ayer a hoy

Nómadas , segunda novela de Armando Murias (Caboalles, 1955), transcurre en 1976 con el auge de la minería y la llegada masiva trabajadores caboverdianos. La novela relata la relación entre un universitario idealista y un inmigrante que trabajan juntos un verano en la mina. Murias, al igual que Terrón, también trabajó en la mina. Josefina Aldecoa, procedente de la villa minera de La Robla, cuenta magistralmente el levantamiento de los mineros durante la revolución de Octubre y la toma del pueblo por los nacionales en Historia de una maestra .

Los mineros, que siempre han estado embarcados en la lucha por las libertades, desfilan por La forma de la noche , la novela en la que Juan Pedro Aparicio describe el golpe de Estado que conduce a la Guerra Civil, mientras en Gijón se desata el pánico al escaparse las fieras del circo Franconi. El astorgano Alejandro M. Gallo, jefe de la Policía Local de Gijón, y uno de los más interesantes escritores de novela negra de la actualidad, envía a su ‘alter ego’, el inspector Trinidad Ramalho da Costa, a investigar una serie de misteriosos asesinatos que sacuden la cuenca minera leonesa. Aparte de Una mina llamada Infierno y siempre con un halo de intriga, Gallo ha situado otras novelas en las cuencas. Licenciado en Filosofía, Gallo es uno de los que mejor ha retratado el duro oficio de la mina, quizá como tributo a su padre, que fue minero.

Son sólo algunos ejemplos de ‘literatura minera’. Con la ‘sentencia de muerte’ que pesa sobre el sector, pronto la minería podría ser sólo un lugar de ficción…

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