Diario de León

‘La Negrilla de Amancio’ toca el cielo y la infancia

Ana María Rodríguez reinterpreta en clave infantil la segunda obra más fotografiada de León, después de la Catedral

Un momento del cuenta cuentos, ayer. MIGUEL

Un momento del cuenta cuentos, ayer. MIGUEL

León

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Si Amancio González tuviera que retocar ahora su Negrilla las manos del escultor se dirigirían a los pies de su escultura de bronce. El autor de la segunda obra más fotografiada de León, después de la Catedral, moldearía de nuevo los dedos para darles «más expresión», según sus propias palabras. En los dedos de las manos y los pies de esta significativa obra situada en la Plaza de Santo Domingo, está la esencia de las emociones de su autor, una vuelta a su infancia y el recuerdo de ese viejo olmo del pueblo, en Villahibiera, que daba cobijo a toda la chiquillería y se convertía en el escenario de múltiples castillos y naves espaciales. «Es una pose gigante muy aceptada, la mano que protege, los dedos que miran al cielo son un último intento de este árbol que se niega a rendirse», explica el propio autor. «La negrilla es el olmo, en femenino, en masculino es cuando se desarrollan en vertical».

La Negrilla de Amancio , una obra infantil— pero no tanto— escrita por Ana María Rodríguez, recoge todas esas experiencias de en una niñez encaramada a un olmo y pone en valor la fortaleza de un árbol que está en peligro de extinción. El de Villahibiera desapareció presa de los hongos. El olmo viejo, la desaparecida negrilla de su pueblo, la que abrazó tantos sueños de infancia, se convierte en protagonista de un libro escrito como un cuento, pero que cuenta la memoria y el ama de un artista que se muestra casi avergonzado de que su relato de vida y de obra pueda estar al alcance de lectores tan exigentes como son los niños y niñas. Los que participaron ayer en el cuenta cuentos procedían del Colegio Quevedo, que se interesaron por el resto de las obras del autor y de sus inicios como dibujante.

En libro de Ana María Rodríguez González colabora el hermano del escultor, Germán González, Arsenio Terrón, de la Universidad de León, y está documentado con el proyecto ‘Ayuda a encontrar olmos vivos’ de la Universidad Pontificia. Los dibujos son de Gustavo Adrián, que pone la pincelada infantil a fotos del álbum familiar de Amancio González en distintas etapas de su vida.

En sus páginas se habla de los olmos, del abuelo Juan, de la Plaza de Santo Domingo, de La Negrilla, de la comunicación de los árboles y la gratitud y los frutos.

«Aparte de lo que representa, el olmo, el árbol. la niñez y su memoria, creo que Amancio ha puesto tantas emociones en esta negrilla de la Plaza de Santo Domingo que puedes mirarla desde distintos puntos de vista. El artista ha puesto su alma en ella», asegura Ana María Rodríguez.

El libro habla de la comunicación de los árboles, de cómo a través de la maraña de diminutos hilos subterráneos se ponen en contacto para apoyarse y ayudarse unos a otros. «Y lo importante que es cuidar de la naturaleza, como cuidar de los mayores», les dijo la autora a los niños y niñas que participaron en el cuenta cuentos ayer por la mañana en el Salón de los Reyes del Ayuntamiento de León.

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