Diario de León

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Una oreja para Talavante en una corrida impropia de Pamplona

Pobre balance en una decepcionante corrida con toros sin juego.

El diestro Alejandro Talavante en un momento de la faena, ayer en Pamplona.

El diestro Alejandro Talavante en un momento de la faena, ayer en Pamplona.

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juan manuel núñez | pamplona
León

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FERIA DE SAN FERMÍN

Ganadería : toros de Juan Pedro Domecq.

El Fandi: dos silencios

Miguel Ángel Perera: el faenón del día

Alejandro Talavante: airoso y compacto

La corrida de Juan Pedro Domecq no tenía que haber venido nunca a Pamplona, cuya feria llaman «del Toro». Pues ha sido la decepción más grande que podía darse precisamente por la falta del verdadero protagonista de «la Fiesta».

Un toro sin presencia ni esencia, capitidisminuido en todo. Para pensar que estaba destinado a una corrida sin picadores. Y no es de recibo que ocurran estas cosas cuando están las «figuras» en el cartel.

Ni por fuera ni por dentro dieron la talla «los juanpedros», ganadería preferida por los toreros de arriba y que desde luego puede dar resultado en otras plazas, pero nunca, estadísticamente demostrado, en las «de primera» como es el caso de la de Pamplona en San Fermín.

No hay torero más a la medida de esta feria que «El Fandi», bullidor y jaranero como el carácter mismo de la plaza. El hombre ha hecho de todo, o casi, de acuerdo a lo que le permitieron los «torillos».

Su claudicante primero, tan bondadoso como falto de fuerzas, castigado apenas con dos picotazos, quedó para el arrastre tras las carreras en banderillas. «Fandi» se preocupó de no obligarle lo más mínimo, total para mantenerlo en pie.

Al cuarto de la tarde, al que el diestro dejó hecho un acerico con cuatro pares de banderillas, le costaba un mundo seguir los engaños. Los dos silencios al «Fandi» después de lo esforzado que estuvo lo dicen todo.

Perera firmó la faena de la tarde, al segundo, el toro menos castigado en varas. Fue impresionante la puesta en escena de Perera, quietísimo, toreando en un espacio mínimo, muy plantado y arrogante, muy suficiente, encadenando pases con suma limpieza, llevando y trayendo al toro muy imantado. Talavante arrancó una oreja del tercero por una faena airosa y compacta. También faltándole lo fundamental, el toro, excesivamente justo de fuerzas y sin apenas fondo, lo vendió muy bien el torero.

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