Diario de León

Histórico

Un puente leonés para unir dos continentes

ES UN ICONO. Una de las obras de ingeniería más espectaculares del último medio siglo. El puente Carlos Fernández Casado sobre el pantano de Luna, escenario de numerosos anuncios, era el modelo que don Juan de Borbón quiso copiar para acercar África a Europa.

León

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Hay un puente que enlaza León con el Valle de los Caídos. El ingeniero Carlos Fernández Casado, que da nombre al viaducto que construyó sobre el pantano de Luna, también erigió a la fuerza la colosal cruz del Valle de los Caídos. La estampa del puente atirantado en la autopista del Huerna es un icono del siglo XX. Esta obra y su autor tienen detrás una historia singular. No fue la primera opción. Otros 21 proyectos rivalizaron con el del ingeniero riojano, cuyo legado es hoy incuestionable.

Fernández Casado, en activo entre los años treinta y los ochenta, pasó de construir refugios antiaéreos para la República a levantar, a su pesar, la cruz del que fue el mausoleo de Franco hasta su exhumación y traslado al cementerio de Mingorrubio hace siete meses.

Amigo de Lorca, del gran filósofo Xavier Zubiri y discípulo de Ortega y Gasset, Fernández Casado decía que el vértigo que sentía cuando miraba las aguas del Ebro desde los puentes de su ciudad natal le impulsó, precisamente, a construir puentes. Tras la Guerra Civil eludió la depuración del régimen franquista gracias al respaldo del constructor Félix Huarte, un albañil navarro que, al amparo de la dictadura, se convirtió en uno de los grandes empresarios del país. Fernández Casado diseñó el puente del Luna y la empresa Huarte —ya en manos de los sucesores del fundador— lo construyó. El proyecto fue faraónico. Se hicieron tres sondeos en el fondo del pantano y la obra duró cuatro años, con una plantilla de 138 personas que trabajaron simultáneamente en las dos orillas.

Desafíos

Fernández Casado construyó, pese a su voluntad, la gran cruz del Valle de los Caídos

Fernández Casado se había convertido en un experto en puentes atirantados gracias a un viaje que realizó a Alemania recién terminada la Segunda Guerra Mundial. Allí asistió a la construcción de numerosos puentes sobre el Rhin en un país que había quedado devastado por las bombas.

El puente leonés mide 640 metros y ostentó varios récords: fue el puente atirantado con el vano más largo del mundo (440 metros) durante tres años y de España durante 33 años, así como el puente atirantado de hormigón pretensado más largo. Las torres miden 102,3 y 117,3 metros de altura. La autopista entre León y Asturias se proyectó en 1969, con un presupuesto de 3.754 millones de pesetas, que finalmente —puente incluido— resultaron ser más de 69.000 millones. El viaducto Fernández Casado fue inaugurado en 1983, tres años antes de la muerte del ingeniero, un ‘pitagorín’ que ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid a los 14 años y acabó los estudios a los 19. Recién licenciado viajó a París para cursar estudios sobre radiofaros y lograr el título de ingeniero de Telecomunicaciones.

Un ‘plagio’ para el Estrecho

El 6 de junio de 1988 don Juan de Borbón, padre del rey Juan Carlos, en la única visita que realizó a León en toda su vida, tras un breve recorrido por la Catedral se dirigió al que era su verdadero objetivo, el puente que ‘vuela’ sobre el embalse del Luna. El conde de Barcelona, que acababa de ser laringectomizado hacía cuatro meses, quería conocer de cerca un puente que podía ser el modelo para unir dos continentes. Por entonces, don Juan de Borbón ostentaba la presidencia de la Sociedad Española para la Comunicación Fija a Través de Gibraltar S.A. (Secegsa), constituida en 1981. La idea era hacer un puente como el leonés sobre el estrecho, entre Cádiz y Tánger. Aunque la sociedad sigue a día de hoy estudiando esa conexión entre Europa y África, el puente de 13.650 metros no parece viable por el intenso tráfico marítimo así como por las fuertes corrientes del estrecho.

Hubo otros intentos de ‘plagiar’ el puente del Luna. Incluso, en León capital. Durante la etapa del ‘Pacto Cívico’, el Ayuntamiento estudió construir uno similar sobre el Bernesga, cuando solo existían el de San Marcos y el de la estación. Iba a enlazar el Crucero y Pinilla con Eras de Renueva. Sin embargo, la fuerte oposición de los vecinos del polígono 58, que alegaron que les quitaba las vistas, se optó por otra solución ‘más plana’.

Un modelo

El puente de Casado quiso ser copiado para unir España y Marruecos y para el barrio del Crucero

Diez años después de la muerte de Fernández Casado, la Residencia de Estudiantes le dedicó un homenaje, en el que arquitectos como Fernando Chueca Goitia —autor de la remodelación del edificio del Banco Santander de Ordoño— elogiaron el legado del autor del mítico arco y la tribuna principal del viejo estadio de San Mamés, que se convirtió en el anfiteatro más grande de Europa en su género, así como el puente del Ebro, el viaducto de Iznájar, la presa de Quéntar y los pasos superiores en la autopista Madrid-Villalba, y destacaron la «poética de la acción constructiva», el lenguaje crítico y el sentido humanizador del constructor del puente leonés más internacional.

Fernández Casado no tuvo suficiente con diseñar algunas obras prácticamente impensables para su época, sino que su afán de conocimiento le llevó a adentrarse en otros territorios, como la arqueología; además, se licenció en Filosofía y Letras, rama de Historia (1944) y en Derecho (1973). Catedrático de Puentes, tras ganar una oposición en 1961, fue el primer ingeniero que ejerció como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Un hombre de una personalidad extraordinaria que aunó las facetas de ingeniero, erudito, profesor y pensador; en definitiva, un humanista.

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