Diario de León

PATRIMONIO

El saqueo de Lancia se perpetró desde los despachos

Un siglo de robos, concentración parcelaria y excavaciones esporádicas.

En los años 70 Diario de León demostraba con fotografías el saqueo de Lancia.

En los años 70 Diario de León demostraba con fotografías el saqueo de Lancia.

León

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«Cuánto habría, que tanto quedó», decía el fallecido abad de San Isidoro Antonio Viñayo a propósito del patrimonio leonés. Lancia es la prueba. La que fue una de las mayores ciudades de los astures, posteriormente conquistada por los romanos, ha sufrido un siglo de saqueos, la mayoría perpetrados desde los despachos.

El Iryda (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario) trazó caminos sobre Lancia sin tener en cuenta los tesoros del subsuelo y dejó las cunetas sembradas de cientos de restos arqueológicos. La Dirección General de Bellas Artes, la Diputación y otras administraciones se lavaron las manos. Y los excavadores furtivos y los buscadores de tesoros expoliaron ‘a la carta’ el que pudo haber sido uno de los mayores yacimientos arqueológicos del país. Las administraciones siempre acusaron a los agricultores de dañar la zona con los tractores y de esquilmar las piezas localizadas en sus fincas, reutilizadas para los usos más inverosímiles, como abrevadero de animales.

En 1941, el político y escritor Mariano Domínguez Berrueta denunciaba en un artículo publicado en este periódico el abandono del yacimiento de Villasabariego, esporádicamente excavado en tiempos de Isabel II y después abandonado a su suerte. Contaba Berrueta que un vecino le había regalado una fíbula, «uno de tantos objetos que aparecen en Lancia tras un día de lluvia». Denunciaba el escritor hace siete décadas cómo las piezas extraídas de Lancia y desperdigadas bastaban para formar un verdadero museo. Y recordaba que el estudioso leonés Elías Gago había entregado a la Comisión de Monumentos una espectacular colección de joyas descubiertas en la antigua ciudad astur, desde colgantes a estatuas, monedas, cerámicas ornamentadas, utensilios, herramientas de piedra y metal... ¿Qué fue de aquel legado?

Excavación y rapiña

En 1957 el insigne historiador Francisco Jordá lleva a cabo una campaña de excavaciones que se prolonga hasta 1960. Con más penalidades que ayudas, Jordá sacaba a la luz unas termas romanas y los cimientos de algunas construcciones, amén de una gran cantidad de bronces, hornos de plomo, estatuillas... Finalizada la campaña de 1960, Lancia era abandonada a su suerte y los objetos extraídos quedaron desperdigados por colecciones particulares e instituciones. Entre ellas, la propia Diputación, que almacenó los restos en cajones de madera que depositó en San Cayetano, hasta que desaparecieron misteriosamente, a excepción de los que pudo rescatar el Museo Arqueológico Provincial, que llegó a exhibir en San Marcos alrededor de 150 piezas.

En 1972 el BOE publica un decreto que declara de utilidad pública las obras necesarias para llevar a cabo la revalorización del yacimiento de Lancia y advierte a los propietarios que se atengan a lo dispuesto en la Ley de Expropiaciones forzosas de 1954. El objetivo es adquirir los terrenos en que se halla dicho yacimiento. Fue entonces cuando la Diputación compra una hectárea, que apenas representa un diez por ciento de la superficie de la ciudad.

En marzo de 1977 la Dirección General de Patrimonio Artístico y Cultural del Ministerio de Cultura pedía a la Diputación que vallara los restos de Lancia para su protección, ante los sucesivos saqueos.

Lo curioso es que un año antes la Diputación aprobó un presupuesto de 333.906 pesetas para levantar un muro en su parcela de Lancia. Se compraron los materiales pero no se hizo la obra a expensas de las expropiaciones pendientes del Iryda, para instalar canales de regadío y caminos, una vez consumada una concentración parcelaria que se hizo sin el preceptivo permiso de Bellas Artes y, por tanto, vulnerando la Ley de Excavaciones. En 1978 Diario de León denunciaba que el Iryda había trazado caminos «a cinco metros de las zonas ya excavadas, encima de ruinas aún no excavadas y saltándose toda la legislación a la torera».

Ahora ha sido el Ministerio de Fomento el que se ha topado con Sublancia en la construcción de la autovía León-Valladolid, una infraestructura que ha sido paralizada a la espera de encontrar una solución que, como exige la Comisión de Patrimonio, permita salvar los hallazgos que salieron a la luz, precisamente, con la A-60.

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