Diario de León

La maldición

El saqueo de las momias leonesas

Las dos momias leonesas más ‘famosas’, la de Doña Sancha y la de un misterioso caballero del siglo XV desenterrado en el pórtico de la Catedral, aparte de generar abundantes ‘leyendas’, fueron saqueadas. Sus lujosos ajuares desaparecieron en el siglo XIX y nunca se ha sabido su paradero.

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La momia de Doña Sancha, hermana del emperador Alfonso VII, estuvo expuesta al público rodeada de obras de arte. Fue en los inicios del Museo Arqueológico Provincial en San Marcos. Lo cuenta el profesor de Historia del Arte de la Universidad de León Jorge Martínez Montero en su espléndido libro El viaje que cambió León.

El cuerpo de la infanta leonesa era todavía entonces venerado, porque existía la creencia popular de que la momificación era voluntad divina. En 1858 la reina Isabel II visita el Panteón Real y al ver la ‘pobreza’ con que se conservaban los restos de la hija de la reina Doña Urraca prometió enviar un mantón brocado de oro para cubrirla. Pocos años después, el mantón desapareció y surgió la leyenda de que el gobernador civil nombrado tras la revolución de la Gloriosa en 1868, Tomás de Aquino Arderius, visitó el Panteón Real y a su esposa le llamó la atención el lujoso manto, que pidió prestado con la intención de ‘copiarlo’.

Misteriosa momia

Demetrio de los Ríos encontró en el pórtico de la Catedral la momia de un caballero del siglo XV

Martínez Montero explica que el mantón había llegado en noviembre de 1866 —como consta en el libro de actas de la Comisión de Monumentos históricos y artísticos de la provinica de León (1866-1883)—. Con tal motivo, se decide hacer una urna para la infanta «donde estuviera decorosamente colocada». El 24 de abril de 1868 se constituye en el Panteón Real de San Isidoro una comisión con «las autoridades más relevantes de la sociedad leonesa» para trasladar los restos de Doña Sancha desde el sepulcro de la colegiata a la urna instalada en San Marcos, que había sido sufragada por la Diputación. La urna se expuso al público —tras la exhumación del cadáver—, junto a otros tesoros, en la sala del refectorio del edificio renacentista.

La historia concluye con la aún no resuelta desaparición de las ricas vestiduras de brocado regaladas por Isabel II. Según el libro de actas de la Comisión de Monumentos, el 16 de julio de 1877 ante la desaparición del manto, «se acordó por unanimidad poner este escandaloso hecho en conocimiento del Juzgado de 1ª Instancia, a fin de que se esclarezca y no pueda en ningún tiempo empañar el buen nombre de la comisión».

Un ajuar inédito

El ajuar de la infanta Doña María, también momificada, se expondrá en el Museo de San Isidoro

Lo cierto es que en el inventario de la Comisión de Monumentos de 25 de mayo de 1898 ya solo consta la urna de cristal abandonada, pues el cuerpo de Doña Sancha había vuelto al sepulcro de mármol del Panteón Real.

En 1882, durante la magna restauración que evitó el desplome de la Catedral, el arquitecto Demetrio de los Ríos excavó el subsuelo y halló en el pórtico un sepulcro. Contenía el cuerpo momificado de un varón y valiosos objetos, entre ellos un pergamino firmado por Enrique IV, lo que permitió datar a la misteriosa momia en el siglo XV.

En su libro, Martínez Montero, detalla el ropaje del caballero: un terno de terciopelo rojo renacentista bordado con hilo de oro entorchado, dos paños de seda con caracteres árabes, una bolsa de cuero antiguo y unos cordones. Este ajuar estuvo expuesto igualmente al público en San Marcos y también desapareció.

Cuatro momias y un ajuar

La revista de la Sociedad Americana de Parasitología publicó en el año 2003 los resultados de la investigación desarrollada por los profesores de la Facultad de Veterinaria Hidalgo-Argüello, Díez Baños y Fregeneda Grandes. El artículo, titulado Análisis parasitológico de la realeza leonesa , refleja los resultados de la investigación desarrollada sobre los cuatro cuerpos reales momifi cados en el Panteón Real: Doña Sancha y los infantes María, Fernando y Leonor. Los insectos hallados en los cuerpos de los infantes Fernando y María indican que a indican que pudieron morir a causa de un edema pulmonar o a consecuencia de una peritonitis.

La mortaja de la infanta María corrió mejor suerte. El ajuar fue restaurado en 1999 en el Centro de Restauración de Simancas. Se conserva en una caja en San Isidoro. Se trata de uno de los conjuntos textiles más importantes de España, porque no hay prendas medievales tan antiguas como estas, del siglo XIII. No se ha expuesto nunca al público, pero se mostrará cuando concluya la reforma y ampliación del Museo de San Isidoro.

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