Empate trepidante con Vinicius como revulsivo

El Real Madrid estuvo a punto de estrellarse de nuevo contra su peor pesadilla. Cumpliendo un patrón que se repite sin alteración en las cuatro últimas campañas, el Levante amenazó con volver a derrotar a un enemigo al que le tiene tomada la medida de un tiempo a esta parte.

Pero finalmente solo logró rasguñar a los blancos (3-3) en un intercambio de golpes frenético que pudo mandar a la lona al conjunto de Chamartín de no mediar la providencial intervención de Vinicius.

El carioca, que sustituyó a Hazard cuando su equipo caía víctima de sus desajustes defensivos, revolucionó el partido con su efervescencia habitual y una recién adquirida clarividencia en la definición que, de mantenerse en el tiempo, puede convertirle en un absoluto crack. Su entrada fue mano de santo para la escuadra de Carlo Ancelotti, que parece haber tocado la tecla justa para convertir a la promesa en realidad.

Sin Kroos ni Modric, los encargados de marcar los ritmos circadianos del Real Madrid, Ancelotti se decantó por Isco para aportar pausa frente a un Levante que tiene en el juego directo su bandera desde la llegada de Paco López. El técnico de Silla introdujo tres variantes respecto al estreno liguero de los granotas ante el Cádiz, pero arriba mantuvo a Morales y Roger Martí, una dupla que se volvió a ensañarse con los blancos.

El vigente subcampeón de Liga venía de golear al Alavés, aunque no desatascó el encuentro hasta la segunda parte. Esta vez lo descorchó pronto. Alaba picó el balón buscando el desmarque de Benzema, que ganó en carrera a Vezo, recortó en el área y asistió para que Bale embocase con el pie zocato. Perfecto putt del galés, que no anotaba con la elástica del Real Madrid desde enero de 2020, cuando abrió la victoria de los blancos en Copa frente a Unionistas de Salamanca.

El gol precedió al fútbol en el bando visitante, que se entonó en cuanto Isco aplicó el compás. Porque el Levante había comenzado mejor. Los azulgranas complicaron la salida de los blancos en el primer tramo con su presión y hasta gozaron de cierto dominio territorial, aunque sin generar peligro. Más efectivo en ese apartado fue el Real Madrid, que amenazó con golpeos lejanos de Alaba y Bale antes de que Isco probase una diablura que mereció premio por su osadía. Para entonces el malagueño ya se había adueñado del ritmo. Recordó al de sus mejores días con conducciones que destrozaban al Levante, desesperado ante la verticalidad del interior de Arroyo de la Miel.

Desencadenado. Pese a que su equipo se había ido diluyendo con el paso de los minutos, Paco López mantuvo intacto el bloque tras el paso por la caseta.

Pero el guion cambió enseguida. Roger cazó el balón que había filtrado Melero y soltó un disparo que entró llorando después de que Courtois tocase la pelota a la desesperada.

El fútbol es una veleta. La alegría de unos mudó en sufrimiento, y viceversa. Atados en corto durante los primeros 45 minutos, Morales y Roger se activaron y fueron una pesadilla.