Diario de León

La recomendación de... amancio gonzález ANdrés, escultor

Villahibiera

amancio gonzález

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León

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Me consta que algunos de los tesoros mejor guardados de nuestra provincia se esconden en pueblos alejados de las rutas turísticas. Villahibiera de Rueda es uno de esos lugares y, aunque no todos, si voy a contar algunos de los elementos que hacen de éste un pueblo singular.

En el siglo XII, uno antes de que en León se iniciasen las obras para la construcción de su magnífica catedral, se levantaba en el pueblo de Villahibiera de Rueda la iglesia de Santo Tirso, que aún conserva la cabecera románica como sacristía y una hermosa torre por modesta, con campanario de piedra y ladrillo macizo cocido donde anida fiel cada primavera desde hace más de 800 años la cigüeña. Muy pocas son las personas conocedoras de la existencia de este singular tesoro arquitectónico tan próximo a los monasterios de Gradefes y San Miguel de Escalada y mucho menos que a su lado aún se conserva el esqueleto de lo que un día fue uno de los árboles más hermosos de la provincia, un olmo imponente y centenario al que todos llamaban ‘La Negrilla’, que sirvió de fuente de inspiración de la escultura que lleva el mismo nombre y que actualmente se encuentra en la plaza de Santo Domingo de León.

El serpenteante y escaso caudal del río Corcos dibuja la anatomía de este pueblo alargado y bien pudiera parecer que lo acompaña casi hasta su desembocadura en el río Esla; allí, justo en ese punto emerge un gigante de piedra fruto de una historia sin final feliz. Hace unos 200 años, en el siglo XVIII, los vecinos de la zona se pusieron manos a la obra y ejecutaron una obra hercúlea para sus posibilidades: la realización de un puente sobre el río Esla que comunicara el pueblo con el de Cifuentes de Rueda, un puente de ojos grandes y esbelto, realizado en piedra y conocido como ‘El Puente Blanco’ seguramente por el color de la argamasa que une sus labradas piedras. Desconocido también porque, paradojas de la vida, nunca llegó a estrenarse. El caprichoso río Esla cambió su curso poco antes de terminarse y hoy estamos ante un bellísimo puente sin río que dormita entre el susurro de las hojas de los chopos que lo rodean.

Pero el pueblo aún guarda otro tesoro. Éste es intangible y de tradición oral que es sobradamente conocido por los vecinos y gentes de alrededor. La leyenda de una fuente misteriosa cuya agua tiene el poder extraordinario de alterar el sentido común a las personas que beban de ella.

Sin pistas de su ubicación, el restaurante Anoma le invita a degustar algunos de sus exquisitos platos de cocina tradicional mientras piensa que quizá es mejor no tentar al destino y dejar las cosas como están.

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