Diario de León

La brecha inflacionista frena el ritmo de las ventas españolas en el exterior

El alza de precios daña las exportaciones de las grandes empresas nacionales, mientras que los salarios limitaron su subida al 2,9%

La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, durante una comparecencia pública. FERNANDO VILLAR

La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, durante una comparecencia pública. FERNANDO VILLAR

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La brecha inflacionista entre España y el resto de la Unión Europea (UE) vuelve a hacer mella en la competitividad vía precio de las empresas españolas. Según datos estadísticos de la Agencia Tributaria publicados ayer, las ventas de las grandes compañías del país (cuyo volumen de operaciones supera los 6,01 millones de euros) cayeron un 2,2% en junio respecto a mayo, mes en el que el dato ya había reflejado un descenso intermensual del 0,6%.

Frente a la moderada caída del 0,2% que registraron las ventas interiores, las exportaciones cayeron un 7,1% en junio, tras haber crecido un 3,5% en mayo y un 5,7% en abril. La desaceleración se apreció sobre todo en las ventas destinadas a la UE, donde la caída fue del 9,4% respecto a las cifras de mayo. Si los datos se observan en términos interanuales (junio de 2022 frente a junio de 2021) las ventas de las grandes empresas sí registran un mejor comportamiento, con un incremento del 7,6%.

Pero ese ritmo también demuestra cierta debilidad en el sexto mes del año, después de haber crecido un 9,6% en mayo y otro 10,5% en abril. En este caso, la moderación de las ventas al exterior también resultó clave: pese a crecer en el entorno del 10%, las exportaciones se situaron muy por debajo de la tasa que se vio en mayo (19,7%). Es decir, el ritmo de crecimiento fue casi la mitad.

Es cierto que, pese a la ralentización, España ha logrado mantener su perfil de potencia exportadora mundial en los últimos años, superando incluso los momentos más duros de la pandemia y las restricciones asociadas a ella. Pero la creciente diferencia de precios con otros países del entorno ha provocado que nuestros bienes y servicios se vuelvan más caros frente a otros socios de la región. En concreto, España despidió junio con una inflación del 10,2%, frente al 9,6% de media en la UE y al 8,6% en la zona euro. Brecha que en julio se amplió, con el IPC nacional en el 10,8% frente al 8,9% de los países del área común. Esta situación se ha dejado notar también en otros indicadores como la evolución de las carteras de pedidos de la industria nacional. Según la última encuesta de referencia, el PMI manufacturero -que mide la actividad de las fábricas- bajó en julio a 48,7 puntos, por debajo del umbral de los 50 que separa el crecimiento de la contracción. Y la cartera de pedidos en el sector registró su mayor caída de los últimos dos años.

El problema es que la subida de los precios de la energía ha provocado mayores costes para los fabricantes, obligando a encarecer los precios de venta en relación a sus competidores europeos, o bien a comprimir márgenes para mantener sus exportaciones. De momento, esa posible subida en los precios no se estaría trasladando a los costes salariales, que siguen evolucionando de forma muy moderada pese a una inflación disparada y, por tanto, perjudicando el poder adquisitivo de los trabajadores.

Los datos de la Agencia Tributaria referidos solo a las grandes empresas indican que, en términos mensuales, los salarios medios cayeron un 0,6% en junio. Y la subida fue de apenas el 2,9% interanual. El abismo entre la evolución de los salarios e inflación es cada vez mayor, como reflejan otras referencias nacionales.

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