Diario de León

REVUELTA EN CATALUÑA

Batalla campal en Cataluña

La mayoría de los radicales violentos son estudiantes que cercaron las sedes del Gobierno en sus cuatro capitales, y se enfrentaron a la policía y los Mossos

Un manifestante se enfrenta a los Mossos de Escuadra junto a la Delegación del Gobierno en Barcelona. ENRIC FONTCUBERTA

Un manifestante se enfrenta a los Mossos de Escuadra junto a la Delegación del Gobierno en Barcelona. ENRIC FONTCUBERTA

Publicado por
DAVID GUADILLA | BARCELONA
León

Creado:

Actualizado:

En Barcelona conviven estos días tres realidades: la de los trabajadores, la de los turistas y la de los manifestantes. A veces se cruzan, pero en horarios diferentes. Porque las protestas por la sentencia del 'procés' son a tiempo parcial. Es una revolución a media jornada en la que el protagonismo se lo llevan los más jóvenes. A la mañana estudian y al salir de clase se enfrentan a la policía e intentan colapsar la ciudad. "Es lo que hay. Creemos que hay que dar una respuesta, movilizarnos. Pero es que yo a la mañana no puedo, por eso me fui a El Prat a las cinco". Sentado en un banco en uno de los atrios de la Universidad de Barcelona, Andreu es de los que cree que no hay que dar un "paso atrás".

Si el lunes se volcaron en el aeropuerto, ayer su objetivo fue asaltar la Delegación del Gobierno ubicada en la calle Mallorca. Todo por la tarde. A las 18:30 horas, los CDR formaron dos columnas para acercarse al edificio. Se toparon con un muro de mossos. Y a partir de ahí se inició una batalla campal. Se arrancaron vallas, hubo cargas y se demostró que el Tsunami Democràtic tiene una derivada muy violenta y usa estrategias muy similares a las empleadas durante la 'kale borroka' en el País Vasco. Con tácticas de guerrilla urbana. Encapuchados, creando barreras de fuego, rompiendo adoquines... El Cuerpo Nacional de Policía tuvo que mandar refuerzos. Algo está cambiando. La policía catalana se ha convertido en un nuevo enemigo. "Los Mossos también son fuerzas de ocupación", se escuchaba en las últimas horas a los radicales. La tensión fue máxima. Hubo al menos tres detenidos y siete heridos. Los mismo sucedió en otras ciudades, como Girona. El discurso de los líderes soberanistas sobre el carácter pacífico de las protestas se diluye a medida que los CDR asumen el control. En las otras tres capitales catalanas ocurrieron acciones similares. A_las 40.000 personas concentradas en la Delegación del Gobierno en Barcelona, se unieron otras 9.000 en la misma institución en Girona, 6.000 en Lleida y unas 500 en Tarragona. En las tres ciudades, los radicales respondieron con la quema de contenedores y lanzamiento de objetos a los antidisturbios.

Es la realidad paralela de la noche barcelonesa y catalana. Como 'gremlins' mojados que cenan después de medianoche. Porque a la mañana descansan. O al menos no se les ve. A esa hora solo se observa el mundo real. Con sus propios problemas. Básicamente, trabajar. Ahí lo de la tensión permanente empieza a cansar. Incluso para los que se declaran abiertamente "independentistas", como Silvia Freixas. Su puesto de periódicos está a escasos metros de la UAB, en la esquina entre la Gran Vía y la plaza de la Universitat. Por allí vio pasar el lunes a los jóvenes camino al aeropuerto. Reconoce que toda esta sucesión de protestas le "afecta económicamente". Aunque no siempre en sentido negativo. "La verdad es que estos días estoy vendiendo más periódicos y botellines de agua". Pero más allá de lo anecdótico, hace un llamamiento al "sentido común". Avisa de que el 1-O, el juicio en el Tribunal Supremo y la sentencia se están convirtiendo "en una máquina de hacer independentistas". "Pero se tienen que calmar los ánimos. Somos gente de paz". El 'mantra' perdió un poco de consistencia cuando horas después los jóvenes empezaron a rodear a los mossos justo enfrente del establecimiento.

No muy lejos de allí, cuando la ronda de la Universitat desemboca en la plaza Catalunya, Miguel fumaba un cigarro al lado de otro compañero apoyado en uno de los autobuses de la compañía Monbus que conducen. Tres rutas: Vilanova, Sitges y Sant Pere de Ribes. Y empieza a hastiarse. "Esto no puede seguir así. Tiene que rebajarse la tensión. Puedo compartir muchas cosas, pero tiene que haber otras formas de hacerlas". Se refiere a lo sucedido el lunes, cuando Tsunami Democrático colapsó las principales vías e hizo imposible llegar o salir del aeropuerto o atravesar Barcelona. Miguel tuvo suerte. Le tocó el turno de la mañana. "Pero entre las tres y las nueve fue el caos". Empieza a convertirse en un rutina. Este martes, por ejemplo, pasear por la mañana daba gusto. Si alguien aterrizaba sin saber nada veía la Barcelona de siempre, atestada de turistas, multicultural y por momentos enloquecida. Pero sin algaradas. Se veía despliegue policial, pero tampoco exagerado. Para las tres y media los más radicales ya habían empezado a cortar el Paralelo. Perjuicio económico Lo de la multiculturalidad se deja ver sobre todo en un sector: el del taxi. Buena parte de ellos están conducidos por paquistaníes, como Mohamed, o latinoamericanos, como Juan Carlos y Roberto. Este último no oculta su enfado. "Es que mírales. Si tienen 16 años. A esos les preguntas qué les parece la independencia y no saben ni qué decir", afirma mientras mira a un grupo de jóvenes con esteladas anudadas al cuello. "Ponlo. Tuvieron secuestrado el aeropuerto. Lo peor que he visto nunca". Aparcados en la plaza Catalunya analizan lo sucedido el lunes, cuando dejaron a muchos turistas a mitad de camino diciéndoles que tenían que llegar al aeropuerto andando. "Para que se haga una idea, una carrera de once euros acababa saliendo por treinta", explica Juan Carlos, que señala que tampoco es bueno para el negocio: "Al final perdimos carreras, acabas con las piernas destrozadas de estar frenando y acelerando, gastas más combustible... Y a medio plazo es malo, porque la gente con estas protestas se va a otro sitio. No quiere líos".

Lo corrobora María, guía turística a las puertas del hotel H10 Madison. El local está a 20 metros de la Jefatura del Cuerpo Nacional de Policía de Vía Laietana. Y fue ahí cuando la noche del lunes se convirtió en una sucesión de cargas y carreras. Una imagen de guerra a baja escala. Ideal para engatusar al turista, sobre todo si es norteamericano, como los 32 a los que lleva María. "Hombre, al principio les hizo hasta cierta gracia, lo veían como una curiosidad". Un espectáculo más en el 'tour'. Pero el 'show' acabó cuando aparecieron las porras. "Fue muy duro. Terminamos encerrados en el hotel".

Justo enfrente de la Jefatura está Hija de J.Batlle Horta, una de esas papelerías de toda la vida, con nombre con solera y decoración de las que ya no se ven. Detrás del mostrador, José. La dinámica de las protestas vespertinas le beneficia. "Tenemos cierta suerte, porque todos los jaleos se montan cuando ya hemos cerrado". Pero aun así, sufre. "El lunes la vía estuvo todo el día cerrada. Claro que influye. A ver si se impone un cierto sentido común".

Las pérdidas económicas también se notan en la principal arteria económica y turística de Barcelona: Las Ramblas. "Están hundiendo Barcelona. Con lo que nos había costado llegar aquí, con el esfuerzo que costaron los Juegos...", afirma Marga en su puesto de golosinas en esta calle sacudida hace dos años el terrorismo yihadista. En este paseo todo suma, y desde hace unos años, resta. "Claro que se nota económicamente". "El sector del turismo es delicado y la competencia es máxima. ¿Tú volverías a un lugar en el que tienes que arrastrar la maleta para llegar al aeropuerto o dónde si montas en un autobús te puedes quedar atascado", se pregunta uno de los conductores de los autobuses turísticos que recorren la ciudad. Xavi, al frente de una de frutería del mismo nombre en el mercado de La Boquería desde hace 24 años, no tiene tiempo para demasiadas bromas. "Pues el lunes no pude ir a Mercabarna, no pude traer género, mis clientes no vinieron y yo perdí dinero. ¿Alguna pregunta más?".

 

tracking