Diario de León

El Gobierno le sugiere a Torra que puede acabar como los líderes del ‘procés’

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ramón gorriarán | madrid

El Gobierno cree que Quim Torra juega con fuego y corre el riesgo de quemarse con sus órdagos soberanistas. El presidente catalán, avisó ayer el ministro del Interior, sabe muy bien «lo que acontece fuera de la ley» y no tiene más que leer la sentencia del Supremo que condenó a casi un siglo de cárcel a los nueve líderes del procés por sedición y malversación.

Fernando Grande-Marlaska recurrió a la perífrasis para advertir a Torra de que por el camino que lleva tiene los nubarrones penales más cerca. Se lo avisó este miércoles el Tribunal Constitucional, y el ministro le recordó ayer las «noticias recientes de cómo actúa un Estado de derecho con división de poderes». Reconoció, de todas maneras, que la retórica épica que emplea el presidente de la Generalitat, más allá de inflamar a las huestes independentistas, aunque cada vez menos, no contiene materia penal suficiente para que los tribunales procedan contra él. «Juega al límite», apuntan fuentes jurídicas.

El Gobierno, comentó el titular de Interior, solo pondrá en marcha la maquinaria legal cuando Torra protagonice «hechos y acontecimientos», no por meros anuncios o declaraciones por más discutibles o criticables que sean. Grande-Marlaska ratificó así la posición del Ejecutivo de Pedro Sánchez ante las presiones de PP y Ciudadanos para que recurra sin esperar más a la Ley de Seguridad Nacional o active el artículo 155 de la Constitución.

En la Moncloa recuerdan que el Constitucional resolvió en julio pasado que el 155 es un mecanismo excepcional, que no se puede utilizar de forma preventiva ni indefinida y que solo es aplicable ante vulneraciones de la ley manifiestas. Mariano Rajoy esperó a que se llevara a cabo el referéndum ilegal del 1 de octubre y la declaración de independencia del 27 de octubre para recurrir a esta disposición constitucional. Todas sus advertencias previas fueron ignoradas por el entonces presidente, Carles Puigdemont, y los líderes de las fuerzas independentistas. Tras poner en marcha el 155, que acarreó la destitución de todo el Gobierno de Cataluña, la Fiscalía interpuso el 30 de octubre la querella por rebelión que se sustanció el pasado lunes con las condenas del Supremo.

«A rastras»

Grande-Marlaska exteriorizó además el malestar del Ejecutivo con la declaración del presidente de la Generalitat de la pasada madrugada porque no mostró de forma «expresa e indubitada» un rechazo sincero a la violencia, y no tuvo ni una palabra de «solidaridad», no ya con la Policía Nacional, sino con los Mossos d’Esquadra, un cuerpo que está bajo su responsabilidad. Además, lo hizo «a rastras», se quejó el ministro.

En la Moncloa creen que la soledad de Torra en el Gobierno catalán es cada día mayor, y que si dio el paso de pedir el fin de la violencia fue por la presión de sus socios de Esquerra, e incluso de algunos sectores de JxCat, horrorizados con la evolución de los acontecimientos. El Gobierno cree que el único sostén político del presidente catalán es Puigdemont y los dirigentes más «hiperventilados» (irredentos) del independentismo. Confía en que ese aislamiento conduzca no ya a un cambio de Torra, al que dan por perdido, pero sí a una convocatoria electoral.

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