Diario de León

La hora de ‘las familias felices’

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Quien haya tenido el placer de asistir al congreso del PSOE en Valencia y hace dos semanas también tuviera el honor de acudir a la convención del PP se sitúa hoy en una privilegiada atalaya desde donde practicar la teoría del análisis comparativo. ¿En qué se asemejan ambos partidos, con sus respectivas enfervorecidas militancias? ¿Cómo distinguir al extasiado fan de Pedro Sánchez de un entusiasta seguidor de Pablo Casado? Las comparaciones son ociosas. Porque se fundan en un error de partida: la apoteosis socialista sólo admite comparación con un congreso semejante de sus rivales, no con una convención como la organizada por Génova, que antes que programática tenía más de rearme de la moral interna (y de revisión del pasado). Esta cita del PSOE (que también ajustó sus propias cuentas con su historia reciente) se parece más a aquel otro momento cumbre, en este mismo escenario de la Feria: cuando el PP de Mariano Rajoy sofocó el ímpetu de Esperanza Aguirre.

Un fin de semana de cantos a la unidad, apología del amado líder y contención de la disidencia: ningún caso a Felipe González, que el sábado pedía que afilaran su vertiente crítica. La militancia contestó ayer al veterano líder con indiferencia: convirtiendo el escenario en una macrodiscoteca al son de Sabina, Pereza, Tequila y Alaska. Ahí reside la principal divergencia respecto al mitin de Casado en la plaza de toros: su pinchadiscos era más de perrear.

Fin de las diferencias. Ocurre que tanto en Ferraz como en Génova han leído a Tolstoi y saben en consecuencia que si bien todas las familias felices se parecen, cuando la dicha se ausenta cada cual reacciona a su manera. En el caso del PSOE, diríase que sus afiliados conviven históricamente más a gusto con la discrepancia y aceptan con mayor naturalidad la puñalada del querido camarada. En el PP causa más desazón, por falta de costumbre, el navajeo interno y su infelicidad en momentos de crisis tiende a intensificarse.

PP y PSOE. Ninguno puede vivir sin el otro. | Jorge Alacid

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