Diario de León

El independentismo catalán siguió buscando la ayuda de Putin tras el 1-O

La mano derecha de Puigdemont viajó tres veces a Moscú en 2019 y 2020 y se reunió con altos cargos del Kremlin

Marta Vilalta el domingo en la cumbre de ERC. TONI ALBIR

Marta Vilalta el domingo en la cumbre de ERC. TONI ALBIR

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El independentismo catalán no solo pidió ayuda al Kremlin antes de la intentona secesionista que desembocó el 1 de octubre de 2017 en el referéndum. El separatismo lejos de tirar la toalla tras la consulta aumentó sus contactos con el entorno más cercano a Vladimir Putin una vez comprobó que el órdago de otoño de 2017 para romper con España había fracasado.

Aquellos intentos del Govern de Quim Torra y del entorno más cercano de Carles Puigdemont de involucrar a Rusia para conseguir la independencia fueron especialmente intensos durante 2019, cuando el independentismo volvió a mirar al Kremlin con la esperanza de que las movilizaciones en Cataluña durante el juicio del ‘procés’, y sobre todo las protestas tras la sentencia del Supremo en octubre de aquel año, pudieran dar un nuevo empuje a la independencia. Los viajes y los contactos de los emisarios de Torra y Puigdemont a Moscú continuaron hasta febrero de 2020, cuando la llegada de la pandemia del coronavirus hizo imposibles los encuentros personales.

The New York Times ya había desvelado en su día que el Kremlin durante el procés no solo se había dedicado a la desinformación, a enviar espías a Cataluña o a prometer el envío de supuestos mercenarios. El prestigioso rotativo estadounidense reveló que tras el 1-O había emergido una figura clave en la nueva ofensiva para ganarse el apoyo de Putin. Era el historiador Josep Lluís Alay Rodríguez, actual jefe de la oficina que tiene Puigdemont como expresidente de la Generalitat y excoordinador de Políticas Internacionales de Presidencia del Gobierno de Quim Torra. Según publicaron este lunes El Confidencial y El Periódico y confirmaron diversas fuentes de la seguridad del Estado, Alay llegó a viajar en tres ocasiones entre 2019 y 2020 a Moscú para entrevistarse con altos funcionarios del Kremlin y con el entorno del espionaje ruso, usando como tapadera viajes académicos.

Alay, que era una de las tres personas que acompañaban a Puigdemont cuando fue detenido en Alemania, ya fue arrestado en 2020 en el marco de la Operación Voloh de la Guardia Civil sobre el supuesto desvío de fondos públicos para plataformas independentistas, entre ellas algunas como Tsunami Democratic , que promovieron los graves disturbios durante el otoño de 2019.

Este hombre de confianza de Puigdemont voló a Moscú en marzo de 2019, unos días después del inicio del juicio del procés en el Supremo, supuestamente para participar en un ciclo de conferencias celebrado en la Universidad Estatal Académica de Humanidades de Rusia.

Sin embargo, en ese primer viaje logró entrevistarse con una de las personas más cercanas a Putin, Sergei Sumin, coronel del Servicio Federal de Protección (FSO) y miembro del equipo de seguridad del presidente ruso. Alay hizo ese primer desplazamiento —confirmaron fuentes de los servicios e inteligencia— con el empresario ruso Alexander Dmitrenko, entonces máximo responsable ruso en la Cámara de Comercio de Barcelona y a quien se le denegó la nacionalidad española en 2018 por un informe del CNI que revelaba sus vínculos con los servicios de inteligencia del Kremlin.

Medios afines

Cuatro días después del final del juicio en el Supremo, el 16 de junio de 2019, Alay y Dmitrenko volvieron a Moscú acompañados por Roc Fernández i Badiella, responsable entonces de Contenidos Digitales de la Generalitat. Según fuentes de la seguridad del estado, Alay se vio en esa ocasión con el famoso exespía ruso Andrei Bezrukov, antiguo oficial del SVR (Servicio de Inteligencia Exterior), veterano agente encubierto en Estados Unidos y al que muchos consideran actual ‘contacto de entrada’ al espionaje ruso. En ese mismo viaje, el hombre de Puigdemont logró llegar hasta el exdiputado Eugeni Primakov, muy próximo a Putin, quien un año después le nombraría director de la Agencia Federal para Compatriotas en el Extranjero y Cooperación Humanitaria Internacional. Primakov, tal y como le pidió Alay, abrió al expresidente huido las puertas de los principales medios de comunicación controlados por el Kremlin, en particular en Russia 24, Russa Today y Sputnik, ahora vetados en la UE.

En plena vorágine de las protestas tras las sentencia del procés, en octubre de 2019, llegaron a Barcelona Sumin y otra persona de absoluta confianza del presidente ruso, Artyom Lukoyanov. Este personaje, según el The New York Times es hijo adoptivo de un alto consejero de Putin y ha estado «profundamente involucrado» en «los esfuerzos rusos de apoyo a los separatistas de Ucrania oriental». El tercer viaje de Alay a Moscú en febrero de 2020, solo días antes de que la pandemia de coronavirus provocara el cierre internacional e fronteras. El colaborador de Puigdemont volvió a verse con Primakov, al tiempo que los medios controlados por Moscú intensificaban su campaña mediática sobre la supuesta represión de los independentistas.

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