Diario de León

La Policía apunta a «elementos aislados» prorrusos en España tras las cartas bomba

El primer envío fue a Pedro Sánchez, luego han recibido misivas las embajadas de EE UU, Ucrania y empresas bélicas

Agentes de la Guardia Civil en la embajada de EE UU en Madrid ayer, donde el Tedax detonó el sexto sobre sospechoso. FERNANDO VILLAR

Agentes de la Guardia Civil en la embajada de EE UU en Madrid ayer, donde el Tedax detonó el sexto sobre sospechoso. FERNANDO VILLAR

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Ni los activos servicios secretos del Kremlin ni tampoco un desconocido grupo terrorista antioccidental. Las investigaciones de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional solo apuntan, por el momento, en una dirección: detrás de la campaña de cartas explosivas de los últimos días están «elementos aislados» prorrusos residentes en España y con una «escasísima estructura operativa». Colectivos —o quizás incluso un sola persona— «sin apenas preparación», como probaría el hecho de que los seis artefactos localizados hasta la fecha, incluido el remitido al presidente Pedro Sánchez, eran poco más que «petardos» de «carga pirotécnica» o «incendiaria», tal y como los describen los expertos del Tedax que han intervenido en la neutralización de la ola de arfactos de la que se ha tenido constancia estos dos últimos días.

Ayer se interceptaron tres sobres explosivos más en Madrid —en la base de Torrejón de Ardoz, el Ministerio de Defensa y la Embajada de Estados Unidos— tras los detectados la víspera en la embajada de Ucrania en la capital y en una empresa de Zaragoza que facilita armamento a las tropas de Kiev contra los rusos. En todos los casos, según los investigadores, los sobres contenían pedazos pequeños de metralla y pólvora comercial de la que se emplea en pirotecnia. Como remitente figuraban direcciones de e-mail que no existen.

Las pesquisas de los servicios antiterroristas se centran en grupúsculos de la esfera de la izquierda más radical y antisistema que operan por «cuenta propia» y sin «ningún apoyo y sin conexión internacional». Los funcionarios policiales creen que los autores son autóctonos, como probaría que todos los envíos se efectuaron desde España hace unos días, usando la red de Correos y sellos comprados en territorio nacional.

NO SE ELEVA LA ALERTA TERRORISTA

Con ese bajo perfil y vista la «escasa capacidad» de los artefactos —con una potencia similar a la de la pólvora, según los desactivadores—, la inquietud en el Ministerio del Interior ante esta ofensiva está acotada. De hecho, ayer el número 2 del Ministerio del Interior, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez Ruiz, descartó elevar el nivel de alerta antiterrorista, que desde junio de 2015 se mantiene inalterado en «alto» y que ni tan siquiera se aumentó en agosto 2017 tras los atentados yihadistas de Cataluña. «No creo que se tenga que convocar la mesa de valoración de nivel de alerta terrorista por el momento. Los sobres son de deflagración, con una llama súbita, no de explosión», minimizó el número dos de Fernando Grande-Marlaska.

No obstante, la propia Secretaría de Estado de Seguridad, y tras el descubrimiento el pasado 24 de marzo de la carta con explosivos recibida en Moncloa y dirigida al presidente, «ordenó a la Policía Nacional y a la Guardia Civil que extremasen las medidas de protección de las administraciones y edificios públicos, especialmente en lo referente a los controles sobre los envíos postales».

Por el momento, las pistas más fiables provienen de la única de las seis cartas explosivas que ha sido recuperada indemne, ya que no fue hecha estallar para neutralizarla. Se trata del envío interceptado la madrugada del jueves por agentes de seguridad del Centro de Satélites de la Unión Europea (SatCen), la institución que tiene su sede central en la base de Torrejón de Ardoz y que está siendo clave a la hora de facilitar información estratégica a las tropas ucranianas contra Putin.

Según explicaron mandos de la lucha antiterrorista, el análisis preliminar de esa carta bomba, remitida a nombre de Sorin Dumitru Ducaru, director de la institución, ha desvelado que el mecanismo de activación es simplemente un sedal y que la materia que cebaba la carga tiene una «muy escasa capacidad» de provocar daños. La misiva de Torrejón es temporalmente la cuarta de la serie de las seis con explosivos enviadas contra personas, instituciones y empresas españolas vinculadas a la guerra frente a Rusia.

SILENCIO SOBRE LA CARTA A SÁNCHEZ

El primer artefacto fue el que el Departamento de Seguridad de Presidencia del Gobierno, «en las tareas de cribado y filtrado de la correspondencia», descubrió y destruyó el 24 de noviembre. Hasta ayer jueves, Interior no desveló ese envío a Pedro Sánchez.

La segunda misiva descubierta —y la única que ha llegado a estallar— fue la que el miércoles por la mañana explosionó en la Embajada de Ucrania en Madrid, en el exclusivo barrio de Conde de Orgaz, y que causó heridas leves en las manos al administrativo que la manipulaba.

El tercer artefacto recibido fue el localizado a las 19:00 horas del miércoles en la sede central en Zaragoza de Instalaza, la empresa armamentística fabricante del lanzagranadas C-90, donadas por España al Ejército de Ucrania y pesadilla para los blindados rusos.

Las tres últimas cartas bomba fueron detectadas este jueves. La primera de la jornada fue la desactivada intacta de madrugada en Torrejón. Con las primeras luces del día, los funcionarios de Defensa, también durante la inspección del correo, localizaron otra carta sospechosa dirigida a la ministra de Defensa, Margarita Robles, con lo que definieron como «material incendiario». A las 12.30 horas apareció en la Embajada de EEUU en Madrid el que, hasta el momento, es el último artefacto. El filtro de seguridad de la legación detectó el explosivo en una inspección rutinaria del correo. De inmediato se activaron todos los protocolos y se estableció un impresionante perímetro de seguridad en la céntrica calle Serrano para hacer estallar de forma controlada la carga sobre las dos de la tarde. El despliegue desembocó en caos circulatorio.

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