Diario de León

Sánchez desprecia la tercera llamada telefónica de Torra

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ramón gorriarán | madrid

El ministro del Interior repitió ayer varias veces que la situación en Cataluña es una crisis de «orden público» que no requiere medidas políticas excepcionales. El Gobierno lanzaba así un doble mensaje a Quim Torra, pero también a los líderes de PP y Ciudadanos. Comunicaba al presidente catalán que una condena de la violencia es un gesto inherente a un demócrata y que no supone asumir riesgos políticos, y decía también a Pablo Casado y Albert Rivera que no va a poner en marcha la Ley de Seguridad Nacional ni va a activar el artículo 155 de la Constitución.

Poco antes de que Fernando Grande-Marlaska hiciera este diagnóstico de la situación en las calles catalanas tras la primera noche de relativa calma después de la sentencia del Supremo a los líderes del ‘procés’, el presidente de la Generalitat volvió a llamar a Pedro Sánchez. Por segunda vez en 48 horas, el presidente del Gobierno no cogió el teléfono. En la Moncloa explicaron que en ese momento, en torno a las 13.00 horas, estaba en una reunión del comité de seguimiento de la crisis en Cataluña, a la que también acudió la vicepresidenta Carmen Calvo. Una desconsideración «inadmisible», señalaron fuentes del Ejecutivo de Torra. Esta es la tercera vez que el presidente del Gobierno ignora los requerimientos del presidente catalán para sentarse a dialogar. Lo hizo el sábado por la mañana con la primera llamada, ese mismo día por la tarde tampoco contestó a una carta de queja que le envió Torra, y este domingo por la mañana volvió a ignorar el segundo telefonazo.

El ministro del Interior y portavoces de la Moncloa insistieron ayer en que esa conversación no se va a producir hasta que el presidente de la Generalitat haga «una condena firma y rotunda, sin adjetivos, medias tintas, matices y equidistancias» de la violencia callejera. Grande-Marlaska instaba así a Torra para que dé el paso de situar el conflicto en el terreno «estrictamente» de orden público, sin otras connotaciones políticas. Es un escenario que también sufren «otras grandes democracias», recordó.

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