Diario de León

Sánchez y Feijóo se baten en el Senado sin visos de tregua en plena crisis energética

El presidente preludia el debate y se reúne con 50 ciudadanos en Moncloa, el PP cree que su líder ya ha ganado el duelo

Sánchez conversa con vecinos del sevillano barrio de Pino Montano el sábado, en el primer acto de la campaña ‘El Gobierno de la Gente’. JULIO MUÑOZ

Sánchez conversa con vecinos del sevillano barrio de Pino Montano el sábado, en el primer acto de la campaña ‘El Gobierno de la Gente’. JULIO MUÑOZ

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El Senado acoge mañana una sesión de las que se aguardan con palomitas políticas y mediáticas. La Cámara alta será escenario de un debate de alto voltaje no tanto por su novedad —sus protagonistas ya se vieron las caras por primera vez en esos mismos escaños el 7 de junio—, sino por el singular momento en el que los dos duelistas, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, se batirán en duelo dialéctico. Por si no bastara con la taza de un regreso al trabajo y a los colegios condicionado por la galopante inflación, Vladímir Putin sirvió el viernes taza y media al cortar el suministro de gas a Europa, en lo que tiene todas las trazas de ser una represalia por la decisión del G-7 de topar el precio del petróleo ruso.

La onda expansiva del pulso internacional por la guerra de Ucrania impactará directamente en los ya castigados bolsillos de los ciudadanos e introduce un nuevo y negativo factor de tensión en un contexto político español resquebrajado por los disensos entre el Gobierno y el PP. Todo ello con el trasfondo del extenuante ciclo electoral de 2023, cuya mera perspectiva ha transformado la comparecencia de Pedro Sánchez y la réplica de Alberto Núñez Feijóo mañana a partir de las cuatro de la tarde en el Senado en una suerte de primer asalto en ese largo camino hacia las urnas, con parada primero en las autonómicas y municipales y después, si no media adelanto presidencial, en las generales.

Esta es la coyuntura en la que Sánchez y Feijóo encararán sus estrategias, en un debate que tiene el efecto colateral de ahogar el oxígeno político existente para los demás —con la vicepresidenta Yolanda Díaz intentando dotar de ritmo y protagonismo a su proceso de escucha— y al que ambos líderes llegan en medio de un distanciamiento radical.

No hay visos, de hecho, de que ni siquiera la gravedad que está adquiriendo la crisis energética abra una tregua. Más bien al contrario, de atenerse a lo que dicen unos y otros en estas horas previas. El último, el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, quien incidió en el argumentario de que el líder del PP solo «sirve a los intereses» de los poderosos y sitúa a España, a diferencia de Sánchez, en una posición «subordinada» en la Europa que combate el desafío de Putin.

Sánchez y Feijóo librarán en el inusual terreno del Senado —el jefe de filas de los populares no es diputado aún— una batalla por la solvencia política y las mayorías sociales después del tanteo del último medio año, una vez que el dirigente gallego tomó las riendas de su partido.

Los llamamientos a forjar pactos de Estado no sólo se han quedado en eso, en apelaciones recíprocas que continúan sin aterrizar. Las aguas del acuerdo en las que socialistas y populares podían empezar a navegar —las de la renovación del Consejo General del Poder Judicial— se encuentran hoy más empantanadas que cuando Sánchez y Feijóo reactivaron los contactos en su entrevista en la Moncloa del 7 de abril.

No es cierto que en este tiempo no haya habido, al menos, coincidencias: el PP se abstuvo en el segundo decreto anticrisis, salvó al Gobierno de una comisión de investigación por Pegasus y avaló las leyes Audiovisual y de Seguridad Nacional. Pero el Ejecutivo no se descabalga de que este PP es el mismo del ‘no’ de Pablo Casado y los populares utilizan sus escaños para subrayar la debilidad parlamentaria de Sánchez.

La pugna por tratar de demostrar que cada uno atesora más crédito que su rival al afrontar esta crisis —Sánchez esgrimirá sus decisiones en el BOE y su papel en Europa y Feijóo, el peso de sus propuestas cuando el presidente ha terminado asumiendo algunas como la reciente bajada en el IVA del gas— correrá pareja a otra: quién encarna mejor los intereses de esa «mayoría social» —las clases medias y trabajadoras— a la que el jefe del Ejecutivo asegura priorizar frente a la ‘España de los ricos’ con la que vincula a su oponente y de las que Feijóo, amparándose en su auge en las encuestas, se dice representante cuando exige una deflactación del IRPF para aliviar a los hogares frente a la inflación.

El presidente abundará hoy mismo en ese ‘Gobierno de la gente’ intercambiando impresiones con medio centenar de ciudadanos convocados en Moncloa, un modo de popularizar el inicio del curso y de preludiar la cita de mañana con Feijóo. Un duelo que Génova cree «ganado» ya por su líder, toda vez que el presidente —al que identifican como el portero que va al remate a la desesperada— ha acabado aceptando el debate y el recorte impositivo en el gas. «Somos los que ocupamos el centro absoluto, desde la izquierda hasta Vox», aseveran los populares.

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