Diario de León

Sánchez y Feijóo convierten el debate de la crisis energética en un choque total

El cisma entre el presidente del Gobierno y el líder del PP rebasa el punto de no retorno en un final crítico de la legislatura

Pedro Sánchez recibe el aplauso de los miembros del grupo parlamentario socialista ayer, en el Senado. RODRIGO JIMÉNEZ

Pedro Sánchez recibe el aplauso de los miembros del grupo parlamentario socialista ayer, en el Senado. RODRIGO JIMÉNEZ

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Cuando Pedro Sánchez accedió a celebrar el primer gran debate parlamentario del curso político para confrontar con Alberto Núñez Feijóo sobre las propuestas para hacer frente a la crisis energética en el Senado —el único foro en el que el jefe de la oposición puede medirse con el presidente del Gobierno— lo hizo sabiendo que dispondría de una ventaja abrumadora: la capacidad para intervenir sin tiempo limitado frente a quince primeros minutos del líder del PP seguidos de una última réplica de otros cinco. Y la aprovechó sin miramiento con el propósito de desproveer al dirigente conservador —primero en las encuestas— del halo de moderación y solvencia con el que el pasado abril accedió al cargo.

Había, antes de la cita, pocas dudas sobre la viabilidad de un gran acuerdo de país entre los dos grandes partidos pero el rifirrafe entre los dos principales líder nacionales terminó de constatarlo pese a su común ejercicio teatral de mano tendida. Cuando Sánchez asumió la semana pasada la propuesta popular de reducir a un 5% el IVA del gas y ayer anunció que se aplicará la excepción ibérica a centrales de cogeneración, como venían pidiendo los conservadores, no lo hizo para atraer a Feijóo a su terreno, la prueba es que desdeñó la felicitación del popular. «Le pido que no se haga tantas ilusiones porque tambien los relojes parados aciertan una vez al día», espetó. También cuando el presidente del PP lo retó a romper con sus socios y apoyarse en la oposición para agotar la legislatura lo hizo sabiendo que ofrecía un caramelo envenenado.

Sánchez ya dejó clara en el debate sobre el estado de la nación de julio, tras las pasadas elecciones andaluzas, que su apuesta para intentar remontar el vuelo y llegar al final de su mandato sería un giro a la izquierda y el refuerzo de sus lazos con Unidas Podemos y el llamado bloque de investidura. Feijóo lo sabía y le forzó a hacerlo explícito convencido del daño que hace entre el electorado del centro la alianza con fuerzas como ERC o EH_Bildu. «Nunca seremos socios permanentes, pero siempre seremos socios de nuestro país», se ofreció. «No soy partidario de los llamados gobiernos de concentración —replicó el jefe del Ejecutivo— porque creo que es una fórmula peligrosa que anula la dialéctica que debe vivir en una democracia viva y que envía los descontentos fuera del sistema».

La propuesta del popular marcó un punto de inflexión en un debate que desde Moncloa se había diseñado con un doble criterio: un discurso inicial, de casi una hora, con tono presidenciable, pensado para infundir confianza a los ciudadanos pese a lo incierto de una situación política y económica pendiente de los designios de Vladimir Putin y su voluntad de emplear el gas como arma de guerra y, una segunda, de cuarenta y cinco minutos, al ataque, para «desenmascarar» al popular.

«Más pronto que tarde la inflación remitirá, los precios volverán a ser normales y los españoles recuperarán su poder adquisitivo», llegó a aseverar Sánchez en la primera parte de su actuación. «Existen incertidumbres con las que tendremos que operar pero está muy claro qué va a hacer el Gobierno de España en los próximos meses y años: los salarios van a seguir subiendo porque los trabajadores merecen un pago justo por su esfuerzo, la productividad y competitividad van a continuar creciendo gracias a las transformaciones estructurales que estamos haciendo y el estado de bienestar va a ser cada vez más fuerte», argumentó incluso, cargando en la orientación progresista de sus políticas de Gobierno.

En la réplica, el tono cambió y el presidente fue enlazando una tras otra frases pronunciadas por Feijóo a lo largo de los últimos meses —la de que el Gobierno se está «forrando» con la recaudación extra que provoca la inflación o su error sobre la prima de riesgo situada en 250 puntos— para redondear con una coletilla reiterativa: «¿Es insolvencia o mala fe?». «Lo hemos puesto frente al espejo», aseguraron después desde Moncloa.

Los populares se sienten, sin embargo, vencedores. «150 minutos contra 20 y salimos indemnes», argumentaban en los pasillos de la Cámara alta fuentes delpartido. «Cuando nos ha copiado tres medidas el mensaje de que no tenemos plan energético para este país queda desmontado».

Sánchez no dejó palo sin tocar. E incluso introdujo en el debate asuntos que Feijóo ni siquiera había puesto sobre la mesa como las referencias a ETA con las que la secretaria general del PP, Cuca Gamara, inició su intervención en el debate sobre el estado de la nación, en coincidencia con el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, o la situación de bloqueo del Poder Judicial. El remate fue la acusación de que el presidente del PP no es más que el títere del Ibex 35, en línea con su recién adquirido discurso contra los «poderosos».

Lo que en algún momento pareció poder discurrir por los vericuetos de la mera propuesta política acabó así en un duro cruce de dardos personales.

Núñez Feijóo recibió como un insulto la vinculación con las grandes empresas. Pedro Sánchez se dolió de que, con una cita del Nobel Gabriel García Márquez, le atribuyera actitudes dictatoriales.

«Las poderosas fuerzas a las que usted representa no quieren acuerdos con las fuerzas de izquierdas, no se fíe que también le decían a Casado que sería presidente», dijo uno. «¿Cómo puede creer que llamado dictador —dijo el otro— un dictador es alguien que manda sobre todo un pueblo y usted no manda ni sobre todo su Gobierno».

Coinciden en las medidas que uno aplica —el Gobierno— y otro reclama —el PP—, pero al mismo tiempo contraponen sus modelos energéticos para afrontar la crisis derivada de Ucrania. Así es cómo el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y el líder popular, Alberto Núñez Feijóo confrontaron ayer en el Senado sus estrategias para afrontar la subida de precios eléctricos y del gas, incluso después de que Sánchez anunciara una nueva iniciativa en esta materia: la gran industria que utiliza la cogeneración (las centrales de las empresas que producen electricidad y calor al mismo tiempo) también se acogerá al tope ibérico por el que se limita el precio del gas.

El anuncio llegó dos meses y medio después de ponerse en marcha el mecanismo ibérico. Un tiempo en el que la industria de la cogeneración ha limitado al mínimo su producción energética, al verse desplazada del tope y ahogada por los elevados costes energéticos. De hecho, 400 de las 600 grandes fábricas han parado su actividad estos meses.

Alberto Núñez Feijóo recibe una ovación de la bancada popular tras su intervención en el Senado. RODRIGO JIMÉNEZ

Alberto Núñez Feijóo recibe una ovación de la bancada popular tras su intervención en el Senado. RODRIGO JIMÉNEZ

Optimismo en la industria

«Calculamos que unas 300 podrán volver a arrancar», indica Javier Rodríguez, director general de la Asociación Española de Cogeneración (Acogen) tras conocer esta decisión. La organización mostró su optimismo con una intervención que beneficiará a sectores como la cerámica, el ladrillo, la química, la papelera, el textil o los fertilizantes, abarcando todas ellas hasta un 20% del PIB industrial nacional.

El sistema eléctrico también debería notar el efecto. La producción de luz a través de la cogeneración se ha desplomado desde el 10% del mix eléctrico que aportaban hasta mediados de año, hasta apenas un 3% del total, según Red Eléctrica.

Al poder acogerse al tope ibérico, tendrán un precio de la luz más competitivo, aunque sea superior al que estaban pagando antes, como ocurre con el resto de consumidores del mercado eléctrico español, frente a unos costes disparados como los que se registran en toda Europa durante las últimas semanas. Al incrementar su producción, serán menos necesarios los ciclos combinados de gas (en agosto llegaron a aportar un 40% del mix), con lo que los precios se elevaban todavía más por la falta de lluvia y viento: eólicas e hidroeléctricas.

La medida de la cogeneración ya había sido también reclamada por el PP, como ocurrió con la rebaja del IVA del gas. Feijóo daba la bienvenida al anuncio realizado por el presidente del Gobierno ante la Cámara Alta de que las grandes industrias de cogeneración estarán temporalmente cubiertas por el tope al gas. «Si para algo ha valido la comparecencia, es para que usted vuelva a rectificar», apuntó Feijóo.

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