Torra enfría la idea de unas elecciones antes del verano y pone en vilo a Sánchez

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, no solo mantiene en vilo a las fuerzas políticas de Cataluña. El Gobierno también escudriña sus movimientos. El anuncio de que convocaría elecciones una vez estuvieran aprobadas las cuentas publicas de la comunidad ya generó cierta inquietud por el impacto que la cita pueda tener en la actitud con la que Esquerra Republicana de Catalunya, socio fundamental para el avance de la legislatura, afrontará su relación con Pero Sánchez. Pero la falta de concreción sobre la fecha agudiza la incertidumbre.

Torra dio a entender en un primer momento que la convocatoria sería inmediata y hasta se llegó a especular con una fecha, teniendo en cuenta que los plazos para aprobar las cuentas sitúan la votación final el 18 de marzo.

PARA LARGO

A partir de ahí, y transcurridos los 54 días que marca la ley, deberían celebrarse los comicios. Sin embargo, un día después de que País Vasco y Galicia fijaran sus elecciones autonómicas para el 5 de abril, la consejera catalana de la Presidencia, Meritxell Budó, dio a entender en la rueda de prensa tras la reunión semanal del Consejo de Gobierno que la cosa va para largo.

Los comicios serán durante el presente año, pero todo apunta a que no antes del verano. Fuentes de ERC creen que el presidente de la Generalitat querrá aprovechar el otoño político catalán que suele estar cargado de fechas simbólicas para el soberanismo como la Diada del 11-S o el tercer aniversario del 1-O.

El presidente de la Generalitat tiene en su mano pulsar el botón rojo cuando considere oportuno, y Budó dejó ayer claro que no atenderá a los mensajes de los republicanos, que piden consensuar la fecha.

Los plazos que se marquen en Cataluña condicionarán también el calendario presupuestario.

El Gobierno no se cansa de repetir que las cuentas deberían aprobarse «cuanto antes» porque hay que dar respuesta a las «urgencias» de la sociedad. No faltan, además, las apelaciones a Esquerra para que anteponga su sensibilidad social y su ideología de izquierdas al debate identitario y desvincule su posición sobre el proyecto que ya se ha empezado a preparar —ayer el Consejo de Ministros aprobó la senda de déficit y deuda y el techo de gasto de los Presupuestos—.

PRISAS Y PAUSAS

El hecho cierto, sin embargo, es que la formación de Oriol Junqueras ya ha dejado claro que su apoyo dependerá de que se produzcan o no «avances» en la mesa de diálogo que, en principio, tendría que celebrar su primer encuentro antes de que acabe el mes de febrero. Y el clima de confrontación preelectoral, que JxCAT ya ha empezado a alimentar, puede exacerbar esa postura.

El Ejecutivo, que lleva dos semanas advirtiendo que no es realista pensar en que el foro bilateral vaya a dar frutos en el corto plazo —el último en sumarse a ese argumento fue este lunes Pablo Iglesias— ya admite sus dudas sobre la posibilidad de convencer a los republicanos. Hasta ahora, Sánchez hablaba de enviar las cuentas al Congreso en marzo.

Ayer, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sin embargo, no se atrevió a ratificar esa fecha y admitió que sólo dará el paso de aprobar las cuentas si tiene garantizado que superarán el primer filtro parlamentario, es decir, si sabe a ciencia cierta que Esquerra no presentará una enmienda a la totalidad para tumbarlos, como hizo con los de 2019.

Los socialistas catalanes, con todo, creen que si hay una oportunidad de convencer a ERC es ahora, antes de que la cercanía de las elecciones catalanas dispare los nervios y radicalice aún más el discurso de los de Carles Puigdemont contra los de Junqueras, a los que acusan de venderse por un plato de lentejas.