Diario de León

Un astorgano en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana

La Habana. Museo Nacional de Bellas Artes. «Junto al río», cuadro del pintor astorgano M

La Habana. Museo Nacional de Bellas Artes. «Junto al río», cuadro del pintor astorgano M

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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S iempre oí que, al amparo de las letras y las curiosidades, es necesario tener preparada la caña, entendida ésta en su pura dimensión metafórica. Y así fue como visitando el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, hace un par de años, en compañía de Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio y José María Merino, advertimos la presencia de un pintor leonés en la sala del cambio de siglo (del XIX al XX), dentro de la pintura y los pintores cubanos. Tomamos nota. Volví recientemente a la capital de Cuba y, por supuesto, al Museo. Gracias al subdirector, cuyo nombre lamento no recordar ahora, y a Heriberto Rodríguez Pérez, subdirector de Gestión Comercial y Comunicación, la aproximación a nuestro personaje y la obra expuesta no sólo fue posible, sino enriquecedora. En un par de días Heriberto Rodríguez me proporcionó la información necesaria para redactar estas notas, que suponen, creo, el inicio de un descubrimiento. Después vendrá la consolidación y el estudio, que en eso estamos.

Tomé nota de la cartela explicativa: «Miguel Arias (León, España, ca. 1841-La Habana, 1915). Título: Junto al río , 1899. Óleo sobre tela, 56 x 100,5 cm». Y añadí, por mi cuenta, consciente de las limitaciones de mis saberes artísticos: «Paisaje rural cubano. Podría ser cualquier campo. El eje temático central lo conforma un río, que atraviesa una finca, un bohío. Se humaniza con la presencia, a la izquierda, de dos campesinos, conversando, uno sentado, y el segundo -“a su lado una cesta con frutas- de pie».

Para dar noticia de la curiosidad del hecho estaba ya escrita la referencia inicial. Los interesados podrían tener ya un punto de partida. Subrayando, eso sí, que es un nombre conocido, y reconocido, en Cuba. Al margen del cuadro expuesto en sala, se conservan otros en el almacén. Y me consta, en colecciones particulares, tanto en Cuba como en otros países, entre ellos España.

La labor de Heriberto Rodríguez me permitió esta ampliación que sigue.

S e da como fecha de nacimiento de Miguel Arias y Bardou el año 1841. En Astorga, de donde marchó, siendo muy joven, a Burgos. Allí residió muy poco tiempo, pues se alistó en el ejército español para tomar parte en la contienda que se llevaba a efecto en la colonia de ultramar La Española, actual República Dominicana. Es en esta época, según cuenta Gustavo Robreño en su artículo Cuba a través de la Alhambra , cuando comenzó el interés de Arias por el arte pictórico.

En 1865 se produjo el final del conflicto bélico con la evacuación de los españoles, y Miguel Arias se trasladó a Cuba como flautista de un regimiento. Licenciado del ejército, se estableció en la isla definitivamente, y allí desarrolló su labor artística.

Se presentó a la Exposición de Matanzas en 1881 y fue premiado en paisaje. Establecido en La Habana, se le ha señalado como profesor de pintura y escenografía. Años más tarde, fue elogiado por la prensa por la decoración de los telones del teatro «La Caridad» en Santa Marta, que se inauguró el 8 de diciembre de 1885. Además de otras iniciativas, colaboró con la publicación La Lotería (1885-1886). En este tiempo se presentó a las oposiciones de la cátedra de paisaje en la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro, aunque no consiguió la plaza. Su fama, sin embargo, lo encumbró como escenógrafo de dos obras teatrales, La comedia azul , comedia de magia, y Los sobrinos del capitán Grant .

Creó una empresa teatral en 1900, con el actor Regino López y Federico Villoch, escritor, en el teatro «Casino Americano», originalmente «Teatro Alhambra»; su reapertura fue el 11 de noviembre de ese año. Fue reconocido en los diarios y revistas por las pinturas que realizó para El centenario de Cuba , obra de Villoch y el maestro M. Maurí, en 1910. Desde la fundación de la Academia Nacional de Artes y Letras, fue elegido miembro de número. Y continuó su significativa labor como escenógrafo en 1911 con las obras Las maniobras militares y La revista de Méjico . Un año más tarde conquistó un éxito rotundo como pintor de teatro con la realización del decorado para la pieza teatral La casita criolla .

Se retiró de sus múltiples actividades del «Teatro Alhambra» en 1914, y el 15 de enero de 1915 falleció en la ciudad de La Habana.

M iguel Arias y Bardou fue un notabilísimo escenógrafo que recibió la atención y el aplauso del público, hasta el punto de que sólo el anuncio de que eran suyas las decoraciones de una obra cualquiera que se iba a estrenar, bastaba para que se llenara el teatro y, en algunos casos, se salvara la obra. Dominaba la perspectiva, el dibujo y la composición, habilidades que le proporcionaron muchos trabajos que le valieron gloria, dinero y el muy merecido título de Maestro. De ahí que trabajara para todos los teatros de Cuba y muchos del extranjero.

No era Arias cubano de nacimiento, y, sin embargo, allí lo consideran pintor genuinamente cubano, tanto porque en la isla caribeña realizó su obra como porque sus cuadros de caballete, paisajes todos o casi todos, representan, con raras excepciones, los campos de Cuba. Considerado pintor de méritos indiscutibles, obtuvo allí celebridad y, además, resonancia y mercado en el exterior. Tenía personalidad, carácter propio que imprimía a sus obras, sin influencias.

Queda escrito. Ahora ha de llegar la recuperación de este artista que, admirado y reconocido en Cuba, es desconocido en su tierra. Hasta ahora.

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