le big mac
Sumidero
Yo, que nunca he recordado mis sueños, esta mañana desperté con la imagen nítida de estar en un bosque en el que nunca he estado. Era un lugar inmenso y feroz como la madrugada del mundo. Cuando abrí los ojos aún sonaba en la bóveda de mi cráneo el soplo del viento y el canto de los pájaros que, más que alegre, parecía una llamada de socorro. Sonó el despertador y me quedé un rato más tendido en la cama, con la mirada fija en el rectángulo oscuro del techo del cuarto, pero a la vez corriendo entre árboles altos y arbustos, allá lejos. Huía de algo, no sé de qué.
Cuanto más corría, más cerca lo notaba. Puede que fuera una bestia salvaje o quizás otro hombre. Alguien o algo que pretendía quitarme la vida. Tenía miedo y, a la vez, sentía una tristeza inconsolable porque la velocidad de mis pasos no me permitía ver aquel paisaje abrumador en el que nunca había estado, pero que conocía a la perfección. En un momento dado tropecé y caí al suelo, y entonces comprendí que no me perseguían, sino que era yo quien pretendía dar alcance a un mapache que parecía herido. El animal, al oír mi caída, se detuvo y miró hacia atrás.
Se me hacía tarde en la cama. Me levanté y fui a trabajar. Tuve un día tranquilo. Una compañera me contó que tendrá que operarse de la rodilla, y mi jefe, que está a punto de jubilarse, me enseñó las fotos de la casa que ha comprado junto al mar. Por la tarde, después de comer, hubo una pequeña bronca a consecuencia de la temperatura del aire acondicionado. Después fui al cine y la película me decepcionó. Llegué a casa a última hora y vi que había agua en el suelo del pasillo, junto a la puerta de baño. El grifo de la ducha goteaba. Además, el desagüe del plato estaba atascado. Eché unas toallas por encima y fui a por mi caja de herramientas. Del desagüe, junto a un montón de mugre y pelos muertos, saqué varias hojas. No sé cómo habían llegado hasta allí, pero al verlas, volví a recordar el bosque. Allí me había caído, pero me levanté y seguí corriendo tras el mapache, aunque ahora no le estaba persiguiendo, sino que huíamos juntos y él me mostraba el camino. Tras nosotros venía alguien que, cuando estaba a punto de alcanzarme, tropezó y cayó al suelo. Entonces, mientras se levantaba, me detuve y pude ver el bosque.