Diario de León

Los mineros heridos en la Vasco relatan cómo ocurrieron los hechos y qué temían

Sólo comunicaron sus temores al vigilante de su grupo, y no recuerdan mucho de lo ocurrido

Viñayo, durante sus respuestas a los abogados de las defensas, al fondo. DL

Viñayo, durante sus respuestas a los abogados de las defensas, al fondo. DL

León

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Los dos mineros compañeros de los seis fallecidos en el accidente del Pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco Leonesa el 28 de octubre de 2013, que salvaron su vida porque habían salido del taller a comer el bocadillo, insistieron ayer ante el fiscal y sus abogados en que el nivel de metano en la explotación siniestrada era especialmente alto, incluso frente a otros trabajos en una mina que se había declarado de categoría 3; en que se vio bóveda durante «demasiados días» sin que se hundiera y en que sí comentaron al vigilante de su labor estas circunstancias, aunque no las denunciaron ante nadie más. A preguntas de los abogados de las defensas señalaron que todos los niveles eran «normales» para cómo iba la explotación, que duró apenas unos días; y que no eran los «deseables», aunque se habían registrado similares en explotaciones como la que sufrió un escape de grisú en 2009.

Los cuatro mineros que ayer iniciaron el turno de las testificales en la vista oral por el accidente (además del que resultó herido más grave, que no recuerda nada) admitieron que nadie les pidió que acudieran en ayuda de sus compañeros, pero que eso es lo que tenían que hacer y así lo llevaron a cabo, a pesar de las consecuencias.

Javier Cabello trabajó durante 18 años en la Vasco y Amancio Viñayo durante 15, ambos eran sutiradores en el momento del accidente y tenían una larga experiencia. Ambos habían salido a comer el bocadillo fuera de la galería donde se produjo el accidente cuando notaron un gran golpe de aire. Cabello entró en la galería sin autorrescatador y se sintió mal, Viñayo le sacó. Ambos se colocaron el equipo de respiración y entraron a ver qué les había ocurrido a sus compañeros, pero al poco tiempo perdieron el conocimiento. Fueron rescatados y no recuerdan nada de lo sucedido mientras.

«Si te quejabas podían cambiarte de relevo o mandarte a cortes donde se ganaba menos dinero como represalia»
JAVIER CABELLO
SUTIRADOR HERIDO

 

Los dos señalaron a preguntas de sus abogados que ya desde el inicio de la explotación del nuevo taller los niveles de gas eran altos, y las salidas del taller «diarias». El día del accidente las labores se desarrollaron de forma «normal» para lo que era esa zona.

Cabello y Viñayo apuntaron que se veía bóveda desde el primer día, se sutiró cada día (algunos para abrir, ver que había bóveda, cerrar y avanzar en las calles) y que a pesar de que la semana pasada los técnicos aseguraron que en ese taller la bóveda había caído incluso en menos tiempo que en otros en su experiencia estaba «tardando demasiado», lo que hacía el trabajo más peligroso. También declararon que los postes traseros no siempre quedaban bien recebados, lo que suponía un peligro añadido.

«El vigilante era consciente de lo que pasaba, lo veía como yo, pero no sé si se lo transmitió a alguien»
AMANCIO VIÑAYO
SUTIRADOR HERIDO

Ambos admitieron que sólo comunicaron la preocupación por la peligrosidad de la explotación al vigilante (uno de los fallecidos), y no acudieron a ningún otro responsable de seguridad porque ese era el camino establecido. Y además podían tomar represalias contra ellos bien cambiándoles de relevo o enviándoles a otro trabajo donde se ganara menos. Viñayo señaló que no recordaba ningún caso en el que se hubiera denunciado el temor por la peligrosidad de un trabajo en la mina.

A las preguntas de las defensas insistieron en que no sabían las causas por las que se produjo el accidente ni cómo debía haber evolucionado la labor, porque no son técnicos; y que hacían lo que les mandaban cada día. Ninguno de los dos recordaba tampoco haber visto al comité de seguridad, aunque revisaba todas las explotaciones semanalmente y quedó de manifiesto que así lo hizo; ni al delegado minero. Aunque reconocieron haber hablado con alguno de ellos en el taller, no recordaban de qué.

A las preguntas de por qué habían declarado una cosa pocos días después del accidente ante la Guardia Civil y otra un año después del siniestro ante el Juzgado de Instrucción, alegaron que sólo respondían a lo que les preguntaban.

Otros testimonios

Ayer prestó también declaración Roberto Julián Crespo, sutirador que trabajaba en la planta 5ª Este del pozo 9º, que acudió al rescate de los heridos cuando oyó por el teléfono y la megafonía de la mina que había habido un incidente. También resultó herido y tiene reconocida una incapacidad, aunque desde hace cuatro años trabaja también como camionero. Reconoció que nadie le ordenó que acudiera al rescate, y que al principio llegó sin autorrescatador. Había oído a los compañeros que en ese taller no acababa de hundir la bóveda y había mucho gas, y lo primero no parecía normal. Sin embargo, en el macizo 7º había más gas que en otros, eso lo sabían los mineros; y las subidas de metano les obligaban a salir a menudo del taller.

«Nadie nos ordenó participar en el rescate, es algo que hubiéramos hecho cualquiera de nosotros»
ROBERTO CRESPO
SUTIRADOR HERIDO

Reconoció que desde el accidente de 2009 no se observó ninguna medida adicional de seguridad en la mina, donde trabajaba desde hacía 14 años. En el taller accidentado señaló que los agujeros de sutiraje estaban cosidos y los sutieradores se encontraban corriendo la entibación.

Aunque era afiliado al sindicato USO, con representación en el comité de empresa, y tenía relación con los dirigentes sindicales, nunca comunicó ninguna anomalía que se produjera en la mina.

También declaró por videoconferencia desde el Juzgado de Vinaroz Arpad Acs Harmath, con una traductora. Cuando ocurrió el accidente tenía 38 años de experiencia minera, 12 de ellos en la Vasco, casi todos contratado por una empresa húngara. Era el encargado de transportar los explosivos. Se encontraba a un kilómetro del taller siniestrado pero notó el golpe de gas y supo «por experiencia» que algo había ocurrido. Acudió al lugar y ayudó a rescatar a los heridos, pero sin colocarse el autorrescatador, por lo que tuvo que ser atendido y hospitalizado. Reconoce que recibían formación y los equipos de protección necesarios, y que nadie le ordenó participar en el rescate.

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