Diario de León

elecciones 24m. José Bono. ex ministro de defensa

«Ahora más que cena lo que toca es que nos merendemos a Podemos»

Aquella cena con Pablo Iglesias y Errejón, en la que también tuvo cubierto Zapatero, sólo fue un aperitivo. Ni fagocitación, ni cambio de bando. Bono, que hoy arropará a la candidatura de Diez en León, se queda en el PSOE, pero no para «volver a la actividad política».

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ÁLVARO CABALLERO | LEÓN
León

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Se queda a cenar. Pero primero hará de gancho en la presentación de la candidatura de José Antonio Diez al Ayuntamiento de León, en el Hostal de San Marcos, a partir de las 20.00 horas. José Bono (Salobre, Albacete, 1950) reivindica el legado de Zapatero, quien le arrebató el liderazgo del PSOE y la oportunidad de ser presidente del Gobierno; a cambio, le hizo ministro. Ya de vuelta de la política, pero conocedor del impacto de sus declaraciones, repasa todas las respuestas con precisión. «Es que no me fío de mí», se excusa. Viene merendado de casa.

—«Quiero decir la verdad y reivindicar a Zapatero», decía el otro día para explicar un pasaje de su libro. Pues ha venido al sitio adecuado.

—El objetivo del libro no es reivindicar a ningún político sino ofrecer un testimonio verdadero de mi etapa como ministro. Ahora bien, en la medida en que se serenen las emociones a Zapatero se le hará justicia. Hubo mucho interés del sector ultra de la derecha en deslegitimar su victoria; recuerde que un dirigente del PP dijo aquella infamia que muchos aplaudieron que «Pavía entró en el Congreso a caballo y Zapatero en un tren de cercanías». La historia reconocerá que uno de los grandes problemas que España tuvo, ETA, ya no lo tiene, y que se llegó al alto el fuego con el gobierno Zapatero que tanto trabajó para acabar con los terroristas. Los últimos asesinatos de ETA los padecimos en julio de 2009, cuando Zapatero era presidente.

—Quién le iba a decir a Zapatero que al final uno de sus valedores sería quien se enfrentó a él por el liderazgo del partido.

—Zapatero me ganó, pero ese mismo día ya recibió mi apoyo y el de aquellos que me habían votado. Salió del Congreso con casi el 100% de los apoyos. Así era aquel PSOE y así creíamos que debíamos comportarnos. Era la marca de la casa: nuestro adversario no tenía carnet del PSOE.

—¿Ha pensado en estos años en esos 9 votos por los que perdió?

—(Se ríe). No, no. Entre mis defectos no está el de llevar cuenta de los quebrantos y mortificarme con ellos. Más bien mi carácter me impulsa a olvidar adversidades y a recrearme en la amistad.

—¿Cómo definiría a Zapatero como presidente?

—Más que buscarle un titular le diré que en su gobierno las pensiones mínimas subieron más que en ningún otro periodo; la deuda pública era 30% menos que la actual; había 600.000 ocupados más; las becas subieron un 107%; se gastaba en sanidad 1500 euros por persona, y hoy solo 1.000… Estos son hechos y los hechos son acero, las palabras cera. Es evidente que no estuve de acuerdo con su política respecto al Estatuto de Cataluña que fue causa de mi salida del Gobierno, pero la verdad es la que acabo de decirle.

—Fíjese si se llevan bien que ahora cenan juntos y llevan de invitados a Errejón e Iglesias.

—Nos llevamos muy bien y cuando uno tiene claro dónde está y es leal puede comer, cenar y desayunar con quien quiera. Ahora lo que toca, más que comida, cena o desayuno es merienda. ¡Merendarse a Podemos!

—¿Qué le lleva a implicarse en unas municipales y venir a León?

—Me lo ha pedido el candidato de mi partido. Me ha llamado José Antonio Diez Díaz y voy muy a gusto. Espero saludar al padre de Zapatero al que, por cierto, preguntaré si se acuerda de que hace muchos años le dije que su hijo sería presidente del Gobierno.

—Antes de los nueve votos.

—Sí, sí, bastantes años antes.

—Como ex presidente de Castilla-La Mancha. ¿Cómo explicaría que aquí se haya traducido la autonomía en pérdida de población e industria?

—En términos generales no se puede hacer una crítica negativa a la descentralización del poder. He sido 21 años presidente de una tierra que nunca exigió la autonomía, pero la descentralización ha sido uno de los mejores inventos del siglo para Castilla-La Mancha. No teníamos universidad, 16% de analfabetismo, más de 80.000 viviendas sin váter... Ahora bien, también considero que el café para todos fue una salida, pero no una solución definitiva. Hoy tenemos que buscar fórmulas cargadas de inteligencia, generosidad y solidaridad para mantenernos unidos los españoles.

—¿Se refiere a que hubo algunos errores en la formación de esas comunidades, entre los que podría contarse Castilla y León?

—Recuerdo la opinión de Martín Villa que defendía vivamente esa configuración regional. Siempre me pareció, sin entrar a valorar sus argumentos, que lo hacía con convicción. Ahora bien, el acierto o el yerro de la decisión no me corresponde juzgarlos; los hechos son lo que han de hablar.

—¿Cómo ve el papel de las diputaciones en este momento de reorganización?

—Hay demasiadas administraciones: europea, estatal, regional, provincial, en muchos lugares comarcal y local. Probablemente debiéramos ir pensando en una disminución de la burocracia en favor del incremento de los servicios públicos. Las diputaciones son instituciones veteranas que cumplen una función, pero en las que, por ejemplo, a su presidente se le elige en tercer grado (ciudadanos-concejales-diputados) y quizá no sea un procedimiento muy moderno.

—Ahora que hay más desafección, ¿se va a quitar de la política o le queda mucho por dar?

—Hace cuatro años que no tengo ningún cargo público, ni tampoco en el PSOE. No dejaré el carné de mi partido mientras viva, pero no tengo ningún deseo de volver a la actividad política. Ni estoy disponible ni a nadie se le va a ocurrir proponérmelo, entre otras cosas, porque ya saben cuál es mi postura.

—Dentro de este horizonte, ¿cómo ve la figura de Pedro Sánchez, ante las intrigas internas que auguran que no llegará a las elecciones?

—Pedro Sánchez ha tenido la legitimidad de origen bien garantizada con unas primarias que ganó con total limpieza y en las que yo, modestamente, le di mi voto. Cuando le escuché en el debate del Estado de la Nación, en el que hizo que Rajoy perdiera los papeles, me pareció que asentaba su liderazgo de modo incuestionable. Tengo de Pedro Sánchez el mejor de los conceptos.

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