Diario de León

Sucesos

El crimen de Obispo Almarcha se resolvió gracias al cromosoma Y

León sirvió de banco de pruebas para experimentar nuevas técnicas de investigación biológica

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Las nuevas técnicas de investigación permitieron resolver el crimen de Obispo Almarcha . Dos años después de que se cometieran los hechos, la Policía Científica probó a experimentar novedades biológicas relacionadas con el cromosoma Y, que se habían hallado entre los vestigios analizados en las ropas de la víctima.

No se había dado el caso por perdido, pero sí había complicaciones extraordinarias . La ciencia vino en ayuda de los investigadores. Un especialista del Instituto Nacional de Toxicología decidió probar con otras técnicas de ADN, más complejas. «Cuando en la escena de un crimen hay mucha sangre o ADN nuclear de la víctima, a veces éste se come el ADN de otras personas que pueda estar allí en cantidades más pequeñas», explicaron fuentes de la investigación al experto en criminología Luis Rendueles, conocido por su presencia habitual en los programas de televisión de esta materia.

Tremenda labor

Los investigadores recogieron latas, colillas, tazas de café y hasta mascarillas para cotejar

Los expertos en Toxicología decidieron probar suerte y ampliaron las pruebas de ADN, no solo el nuclear, sino también la prueba del cromosoma Y. Si en la escena de un crimen se encuentra cromosoma Y significa que el autor es un hombre. Si esa muestra se compara con los sospechosos y da positivo no significa que ese hombre sea el autor del crimen, pero sí que el asesino es al menos un hombre de su familia.

Trabajo formidable

«El técnico y los compañeros del Laboratorio de la Comisaría General de Policía Científica hicieron un trabajo formidable», aseguraron fuentes del caso, porque finalmente consiguieron extraer cromosoma Y del asesino, un mismo varón, en la escena del crimen, el interruptor de la luz, varias toallas del baño y en un grifo. También recuperó la misma huella genética en la sudadera que llevaba la víctima cuando la mataron», señaló un artículo publicado por el periodista en Faro de Vigo .

Los policías tenían ya el cromosoma Y del asesino, tocaba compararlo con el de los candidatos a haber matado a la víctima. «Primero se descartó a su pareja, luego a su hijo; después fuimos mirando círculos más amplios», aseguraron fuentes de la investigación. Durante semanas, los agentes vigilaron y siguieron a los hombres y jóvenes que podían haber matado a la mujer para conseguir una «muestra atribuida» de ADN, que es una muestra que les cogen sin que ellos lo sepan.

Dentro de la ley

La obtención de estas muestras, como dice uno de los investigadores, «es una herramienta que no está prohibida en España, constituyen un vestigio abandonado por su titular que no incide de forma directa en la integridad física del implicado».

Así, los investigadores fueron recogiendo muestras de ADN de los hombres vecinos y los inquilinos del edificio, también de varios estudiantes habituales del bar de la fallecida e incluso del padre de una familia de gitanos rumanos que habían vivido en el edificio tiempo atrás.

Para ello, recuperaron botellas de Coca-Cola, colillas de cigarrillos, tazas de café e incluso mascarillas quirúrgicas utilizadas como protección contra el coronavirus, que utilizaron y tiraron a la basura los candidatos.

Los resultados fueron determinantes. El cromosoma Y era del vecino del tercero derecha, o de un hombre de su familia. «El cromosoma Y se halla únicamente en personas de género masculino y no permite individualizar de forma plena a un varón, sino a una línea paterna, es decir, padre, hermanos, hijos y primos del mismo abuelo paterno presentarían el mismo cromosoma Y», explica el responsable de la investigación.

Se pudo confirmar que todos los parientes varones de Ángel vivían en la provincia de Valencia; además, en la fecha en la que sucedieron los hechos España se encontraba inmersa en un estricto confinamiento. Por tanto, el vecino del tercero derecha quedó como único posible «donante».

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