Diario de León

La estafadora asesoraba para lograr créditos a los que no tenían liquidez

Muchos de los afectados eran captados a través de familiares y amigos.

La vivienda de la presunta estafadora en Vilecha permanecía ayer cerrada a cal y canto.

La vivienda de la presunta estafadora en Vilecha permanecía ayer cerrada a cal y canto.

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m.a.z. / m.c.c. | león
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María C., la presunta estafadora de más de dos millones de euros, no sólo cogía el dinero de sus clientes para el fondo piramidal con el que les engañaba; también asesoraba a la hora de lograr créditos para aquellos que no disponían de liquidez.

Esta empleada de Caja España-Duero en la oficina de Michaisa utilizaba como gancho a amigos para después llegar a familiares de éstos y allegados. Todo con el objetivo de que también entraran en el negocio, aunque no tuvieran dinero en efectivo. Así, les buscaba la mejor entidad, las mejores condiciones...

Muchos de los que se sumaron al negocio fraudulento gastaron casi 30.000 euros, aunque hay algunos que llegaron a invertir 200.000. Según diversas fuentes, en total pueden superar la veintena de afectados.

El expediente incoado por Caja España-Duero ya está resuelto. Sus resultados, previsiblemente, se conocerán en la reunión semanal del Comité Directivo de la entidad que, en principio, está convocada para mañana lunes, y donde se propondrá casi con total seguridad el despido de esta trabajadora. María C. ofrecía un producto financiero de la entidad que, en realidad, no existía, pero que le sirvió para ir acumulando una importante cantidad de dinero con la que iba pagando a los inversores más antiguos hasta que llegó el momento que ya no pudo hacer frente al pago de los intereses que ofrecía. En el expediente abierto por la Caja, se entiende que ha generado un importante daño a la entidad. A raíz de la denuncia de un compañero de oficina, Carmen C. fue trasladada a las dependencias centrales del Portillo. Tras saltar a la luz el escándalo, también fue suspendida de empleo y sueldo.

El negocio fraudulento de María C. era un tanto anárquico ya que les ofrecía rentabilidades en función de su capacidad para atraerles. Así, los plazos para cobrar eran de tres, seis, 12 meses... El problema llegó cuando la presunta estafadora no pudo hacer frente a los pagos. En un mensaje de móvil, a alguno le dijo: «Me han descubierto».

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