Diario de León

EL BARRIO, EN DECADENCIA

Los vecinos del Húmedo claudican ante los ruidos y el abandono municipal

La directiva, tras 30 años, llama al «relevo» frente a «la agresión de la industria del ocio»

Los vecinos cuestionan los nuevos alquileres turísticos. RAMIRO

Los vecinos cuestionan los nuevos alquileres turísticos. RAMIRO

León

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No aguantan más. Casi treinta años de «luchas y porfías han concluido en una capitulación», como reconocen desde la asociación vecinal León Típico, nacida en los albores de la década de los noventa para «la promoción y mejora de las condiciones » del Barrio Húmedo, pero convertida, a la vez que desaparecían los comerciantes y artesanos, en emblema de «la agresión que la industria del ocio provocaba». Hartos tras tantos años, insisten en que «han sido prácticamente inútiles las quejas, requerimientos, las reuniones con el Ayuntamiento, las llamadas a la policía, hasta los enfrentamientos personales…».

Los «poquísimos» que quedan en la asociación plantean «un urgente e improrrogable relevo; sin ningún tipo de derrotismo, pues en ese caso ha tiempo que lo hubieran dejado». Pero no quieren que desaparezca porque «otras posibilidades que se auguran» para el colectivo, como «su disolución o dejarlo morir por falta de nuevas fuerzas para mantenerlo, serían lamentables».

Los miembros de la asociación insisten en que «se trata de que gente más joven, con nuevas ideas y planteamientos, asuma la responsabilidad de aglutinar un movimiento popular que luche por devolver al casco histórico donde se ubica, su condición de habitabilidad». «¿O es que no se puede ya vivir en donde vivieron siglos y siglos anteriores generaciones? Lugares donde la cercanía de las viviendas, la ausencia de tráfico y una morfología urbana más humana que favorecieron de forma natural un alto grado de convivencia, son hoy ámbitos de soledad durante el día y escenario de orgías y desmadres por la noche», relatan desde el colectivo presidido por Pilar Castañón, ejemplo de vecina que decidió dejar su casa por el ruido de los locales de ocio nocturno, alquilarla y trasladarse al Ejido.

Como la portavoz, «los vecinos también han ido abandonando el barrio y el sector hostelero ha conseguido monopolizarlo con sus actividades y hacerlo invivible». El abandono «supuso el cierre de dos colegios de niños y niñas y, en el plano económico, la ruina, por más remoces y mejoras que se le hayan aplicado, de nuestro mercado del Conde: dos símbolos muy elocuentes», citan desde León Típico.

Con el plan director del casco histórico enterrado por el alcalde , José Antonio Diez, quien anunció en campaña que lo pondría en funcionamiento y luego paralizó la contratación que había iniciado el anterior equipo de gobierno, los vecinos inciden en que «las políticas económicas que se le han asignado a nuestro país han ganado la partida» y que en su barrio «se concretan en el uso exclusivo para el ocio, la hostelería y, últimamente, el turismo». Ahora, apostillan desde la asociación, «hasta las viviendas abandonadas a causa de las condiciones insufribles a que se han visto sometidos los vecinos y vecinas son objeto de pisos turísticos».

La radiografía que se encuentran se produce a pesar de sus «recursos a las autoridades, reuniones, mesas del ruido...». «Nuestras autoridades, todas, del color político que fueran, seríamos muy indulgentes si dijéramos que se han visto desbordadas y no han sabido o podido atajar o encauzar esta nueva situación», apuntan con ironía, antes de criticar que «ha sido más bien el incumplimiento por su parte de toda la normativa sobre el ruido, horarios, venta de alcohol a menores, así como, en muchos casos, la dejación de funciones por parte de funcionarios municipales en la aplicación de la extensa y precisa normativa existente para la protección de los vecinos y la intimidad de sus hogares». «Es difícil comprender que derechos tan básicos como el descanso, la vida familiar, un medioambiente sano, puedan ser objeto de tanto ninguneo», recalcan.

Los logros «han sido escasos y contados: la declaración de la Zona Acústicamente Saturada (ZAS), las placas de control de actividad y horario en los bares, un número algo mayor de denuncias cursadas…». «Y pare usted de contar. La pelea ha sido asimétrica en todos los órdenes», conceden. No pueden más. Pero antes, como último servicio para que «resurja el barrio», convocan «a los más jóvenes» a seguir en el empeño de que el casco histórico tenga vida más allá de la hostelería y sus usos.

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