Diario de León

El campo logra en Madrid una protesta histórica para exigir ayudas al Gobierno que amparen su viabilidad

Más de 100.000 personas, según el Gobierno, y más de 400.000, según los convocantes, clamaron por un futuro para el sector primario Los leoneses alzaron su voz ante la crisis del mundo rural

Tractores, burros y perros se sumaron a la manifestación con paradas ante Agricultura y Transición Ecológica.                   BENITO ORDÓÑEZ

Tractores, burros y perros se sumaron a la manifestación con paradas ante Agricultura y Transición Ecológica. BENITO ORDÓÑEZ

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Fue un grito de auxilio en una manifestación sin precedentes. Decenas de miles de personas —más de 100.000, según las primeras estimaciones de Delegación y 400.000 según los convocantes— inundaron ayer el centro de Madrid en la que fue la mayor protesta del mundo rural de la historia de España. Entre ellos, una amplia representación de la provincia de León que clamó por su futuro y reivindicó ayudas para conseguir la viabilidad del campo y de sus trabajadores.

Una marea de gentes de lo más ecléctica. Personas de muy variada clase social pero con un denominador común: su orgullo de ser de campo. Esa muchedumbre movilizada por la plataforma 20Mrural tomó el corazón de la capital de España para reclamar de los poderes públicos y de la ciudadanía ayuda —que no «caridad» ni «limosnas»— para poder seguir con su modo de vida.

Fue una marcha ruidosa, pero no festiva, porque la zozobra por un futuro más que incierto lo copó todo. Los gritos contra el Gobierno, que fueron muchos, también se mezclaron con peticiones desesperadas. Un «SOS» para no dejar «morir el mundo rural», «asfixiado» desde hace años en algunos casos, y meses en otros, por el aumento del coste de los carburantes, de la electricidad, de las materias primas y por la sequía. También en las últimas semanas y días por el incremento de precios del cereal para las bestias por la invasión de Ucrania y la huelga de los transportistas, que impide sacar a los mercados la producción del mundo rural.

El objetivo de los convocantes de conseguir una protesta masiva y transversal se consiguió sobradamente. Pocas manifestaciones en España han concitado la respuesta de tantos colectivos como los que se vieron este domingo sobre el asfalto del Paseo de la Castellana: agricultores, ganaderos, regantes, pescadores, cazadores, gentes del mundo del toro, pequeños empresarios de turismo rural, apicultores... Diferentes profesiones y diferentes orígenes, porque ayer en la principal arteria de Madrid fue imposible no encontrar la bandera de una comunidad autónoma, aunque predominaron las enseñas nacionales y los estandartes de los gigantes sindicales del campo, Coag, Asaja y UPA.

A bordo de 45 tractores, de varias carretas, de burros o a caballo, rodeados de gallinas, vacas u ovejas y tras el lema El Mundo Rural despierta las consignas, gritos y pancartas fueron tan variadas como los colectivos que participaron en esta marcha histórica. Aunque la plataforma 20Mrural insistió en su carácter apolítico, lo cierto es que fue visible la presencia de conocidos rostros de la oposición como los ‘populares’ Cuca Gamarra, Fernando López Miras o Esteban González Pons, además del consejero en funciones de Agricultura en Castilla y León, Jesús Julio Carnero; el líder de Vox, Santiago Abascal (que vuelve a las calles tras la concentración de su partido el sábado en Madrid para protestar por la carestía de precios) ; o Edmundo Bal, de Ciudadanos.

Las críticas y ataques al Gobierno también se vieron y se escucharon por doquier. «Sánchez traidor», «Gobierno de lobos, pueblo de Borregos», «fuera los ministros que atacan el campo», «Podemita y ecologista de salón, vente a vivir al pueblo como vivo yo ... Particularmente duros con el Ejecutivo socialista fueron sobre todo los cazadores. La marea naranja, el color elegido por el colectivo cinegético, tuvo entre «ceja y ceja» la Ley de bienestar animal y «las restricciones al mundo de la caza», que «amenazan con acabar para siempre con miles de puesto de trabajo en un medio rural que ya está en coma».

Las voces contra los partidos que apoyan la prohibición de la caza del lobo también se dejaron oír fuerte, casi tanto como la de los profesionales que viven del toro de lidia, que tampoco ahorraron embestidas a los dos partidos del Ejecutivo central. Pero más allá de reivindicaciones más o menos políticas, los mensajes fueron gritos desesperados de gentes que no ven la forma de salvar su modo de vida si no cambian las cosas, las leyes y la forma de mirar a la economías del campo.

«Ganaderos contra las cuerdas», «Nos están matando de hambre», «En defensa del olivar y sus socios», «Soy mundo rural y soy tauromaquia», «La supervivencia del campo es de todos»... Un esqueleto sobre el que colgaba un cartel con la leyenda «Agricultor español, SOS» y una esquela que anunciaba la «Muerte de don Mundo Rural tras 10.000 años de vida», resumía gráficamente la inquietud que se respiraba. Llamadas de atención de unos trabajadores que dejaron también claro en la gran ciudad que no quieren que los urbanitas les regalen nada porque, como recordaba una de las pancartas más recurrentes, «Si el campo muere, la ciudad no come». «Queremos soluciones, no subvenciones» o «Por un mundo rural vivo y sin limosnas», fueron otros los carteles y lemas que se dejaron ver y oír por todo el recorrido.

Esos poco más de cuatro kilómetros que separan la Plaza del Emperador Carlos V, frente al Ministerio de Agricultura en Atocha, hasta la Fuente de San Juan de la Cruz, a las puertas del Ministerio de Transición Ecológica, estuvieron llenos de colorido, pero el ambiente no fue festivo en ningún momento. La zozobra de los manifestantes, como el cielo plomizo que ayer lució Madrid, se impuso a las tamborradas y el constante ruido de los cencerros que acompañaron la marcha desde el inicio.

Antes de que estallara la pandemia, el campo estaba en pie de lucha. Protestaban bajo la consigna de Agricultores al Límite contra la precarización, los bajos precios a los que tenían que vender sus productos que hacían insostenible la actividad de muchos de ellos y por el descontrol de las importaciones de terceros países. Pero la crisis sanitaria mundial trastocó todos sus planes y pararon las movilizaciones. Ahora, la huelga del transporte, la situación originada por la guerra de Ucrania, los altos costes de los productos se suman a una larga historia de demandas que durante décadas han ahogado al campo y a sus trabajadores, que son el primer eslabón de una larga cadena y que, pese a ser la base del sistema, siempre se queja de que en los intermediarios se quedan todos los beneficios.

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