Diario de León

Las ceremonias ancestrales convierten en protagonistas a los antiguos pobladores

Las doce tribus astures aclamaron anoche a Sebius como su caudillo

Las fiestas comenzaron ayer con la apertura del campamento y el rito de iniciación Un territorio fascinante

Jesús

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Silvia Merino - astorga
León

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El campamento astur y romano abrió ayer sus puertas a la civilización del siglo XXI. Frente a la austeridad de las pallozas de paja y madera astures, con sus torreones de hasta cinco metros y sus empalizadas, destacaban las tiendas de la legión romana, con sus mesas, las cestas de fruta y las jarras del dios Baco. Los habitantes del asentamiento comenzaron ayer a vivir como sus ancestros dando así inicio a las fiestas. Los astures y los romanos dormirán, comerán y participarán de los festejos como lo hacían nuestros antepasados, pero sin olvidarse de las comodidades de esta era: luz eléctrica, instalaciones provisionales de agua y baños portátiles. Caída la noche, los cerca de cuarenta novatos de las doce tribus astures que participarán en la fiesta, comenzaron a prepararse para el acto de iniciación. Los guerreros, portando antorchas, formaron un pasillo. El humo lo cubrió todo y los novatos empezaron a pasar por el túnel simulando la lucha en la batalla. El ruido de los maderos y los cuernos retumbaba en el ambiente y los jóvenes, a medida que salían por el túnel, pintados de negro y rojo, iban convirtiéndose en adultos. Todos ellos fueron obsequiados con un cuenco de barro como símbolo de que ahora, mayores de edad, pueden tomar bebidas alcohólicas. Aclamación al líder Las tribus concluyeron la jornada de ayer con la revalidación del título de su caudillo Sebius. Los astures aclamaron a su líder y gritaron su nombre para que todos se enteraran de que su jefe había llegado. Como buenos súbditos, alzaron a Sebius en su trono y montándolo en un carro fueron paseándolo por todo el campamento. Por su parte, los romanos, observando los movimientos de los astures, comenzaron a preparar la estrategia para iniciar hoy la invasión de Astúrica y recibir al César Josefus Orologius I. Según calculó Sergio Castrillo, uno de los organizadores de los actos astures, unas cincuenta personas dormirán estos días en el campamento y, posiblemente, cerca de doscientas harán vida campamental durante el día. Por la noche, la única luz que iluminará el parque del Melgar será la de las antorchas que rodeen el asentamiento y los destellos que se escapen por las rendijas de las pallozas y las tiendas romanas. El día de hoy augura muchas novedades y ritos ancestrales para convertir, por unos días, la ciudad en la desaparecida Astúrica Augusta.

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