Diario de León

La mano del hombre está detrás de la mitad de los osos encontrados muertos

Nada se sabe del paradero del ejemplar radiomarcado cuyo collar fue cortado y arrojado en Villar de Santiago

El collar del oso radiomarcado con claras evidencias de haber sido cortado deliberadamente con un objeto punzante. DL

El collar del oso radiomarcado con claras evidencias de haber sido cortado deliberadamente con un objeto punzante. DL

León

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La desaparición de un oso radiomarcado en la zona de Villablino , y cuyo collar con GPS fue encontrado el pasado 13 de agosto con claras evidencias de haber sido cortado deliberadamente, ha reabierto el debate del furtivismo en una especie que en los años ochenta fue especialmente castigada por esta actividad hasta tal punto que se atribuye como la principal causa de su declive en aquella época. Bien en busca del preciado trofeo de caza, o porque muchas personas ven en su expansión una amenaza para sus intereses, lo cierto es que la mano del hombre está detrás de gran parte de las muertes de osos encontrados muertos en las últimas dos décadas.

Según los datos recogidos por la Fundación Oso Pardo (FOP) en una de sus últimas publicaciones, Osos Cantábricos. Demografía, Coexistencia y Retos de Conservación, desde 1998 y hasta 2020 han sido 45 los osos encontrados muertos en la Cordillera Cantábrica, trece de ellos en los límites de la provincia de León. Lógicamente, no es el número de osos muertos, ya que la mayoría de los cadáveres no se detectan, según se especifica en esta publicación. De esos 45 casos, 17 se atribuyen a causas humanas. Siete fueron envenenados (tres con carbofurano, tres con aldicarb y uno con estricnina), cinco murieron a tiros, tres con lazos, uno atropellado y uno durante una captura científica. El resto de las muertes se deben a causas humanas o indeterminadas.

En los casos de osos hallados muertos en la provincia de León, dos murieron por disparos, uno en Vega de Espinareda en 2006 y otro en Palacios del Sil en 2011. Otros dos murieron atrapados por lazos, uno en Peranzanas en 2016 y otro en Palacios del Sil en 2018, uno falleció atropellado, en Trabadelo en 2008, tres por causas naturales, en Villablino en 2014, en Boca de Huérgano en 2015 y en Palacios del Sil en 2019, y el resto, cinco, por causas indeterminadas, en Riaño (2002 y 2007), Páramo del Sil (2010), Boca de Huérgano (2015) y Burón (2018).

En el caso del oso desaparecido desde mediados de agosto en Villablino, y cuyas circunstancias está investigando el Seprona, no se han hallado evidencias de una pelea entre osos que provocaran el desprendimiento del collar con el que se controlaban sus movimientos por GPS. Según los investigadores del Cantabrian Brown Bear Research Group, el grupo de investigación que participa en el programa de radiomarcaje de la Junta de Castilla y León, y que está formado por científicos del CSIC y de la Universidad de Oviedo, el collar presentaba un corte limpio. Tras ser analizado en el laboratorio que este grupo tienen en Mieres, se llegó además a la conclusión de que se había realizado con un objeto cortante, algo que solo puede hacerse con el oso muerto o sedado. Este es uno de los ocho soso radiomarcados en el último año en la Cordillera Cantábrica, en el marco del programa de seguimiento y estudio de la especie, puesto en marcha por la Junta de Castilla y León.

Por el momento nada se sabe del paradero de este oso , un ejemplar macho, adulto y de pelaje oscuro, que había sido radiomarcado tres semanas antes. Fueron los propios responsables del proyecto los que presentaron la denuncia ante el puesto de la Guardia Civil de Villablino para investigar este posible caso de furtivismo, un delito que conlleva una pena de prisión de cuatro meses a dos años o multa de ocho a veinticuatro meses y, en todo caso, inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de cazar o pescar por tiempo de dos a cuatro años.

Población actual

De acuerdo con la última información disponible, las cuatro comunidades de la Cordillera Cantábrica, Asturias, Galicia, Cantabria y Castilla y León, contabilizaron el año 2018 un total de 38 osas (31 en la subpoblación occidental y 7 en la oriental) con 64 crías (52 en occidente y 12 en oriente) una vez finalizado el censo que los gobiernos de estas autonomías elaboran anualmente. Con los datos globales de 2018 y la media de los últimos 6 años, se estima que la población de oso pardo en la cordillera se sitúa en una horquilla de 230 a 270 animales. De ellos, entre 190 y 230 corresponderían a la subpoblación occidental y, al menos 40, a la oriental.

 

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