Diario de León

Villablino

Varios lacianiegos denuncian una trama de la familia del alcalde para apropiarse de tierras para el ganado

Acusan a Mario Rivas —que lo niega— de estar, presuntamente, en la cúspide de una organización dedicada a la actividad ganadera que opera a través de intimidación, fraude y agresiones

León

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El alcalde de Villablino , Mario Rivas, y su familia han sido denunciados en juzgados de la provincia así como ante la Guardia Civil por la presunta apropiación fraudulenta de fincas de varios vecinos, que inciden en que las maniobras para hacerse con numerosas propiedades se realizan a través de una red en la que juegan un papel fundamental algunos miembros de su familia. En la organización están, presuntamente, el propio alcalde, su hermano, Rubén Rivas, y su padre, Constantino Rivas , así como su mujer Ana González y el hermano y el padre de ésta, Jonathan y Arturo González.

Los presuntos desfalcos que llevan a cabo desde hace varios meses —y que, según denuncian, en ocasiones se han acompañado de agresiones y otro tipo de intimidaciones — se realizan supuestamente mediante la inmatriculación a nombre de Rubén Rivas —prejubilado minero— de tierras que no le pertenecen. Para lograrlo utilizan una red familiar con un papel reservado para cada uno de los integrantes. La mujer de Mario Rivas, que trabaja en la notaría de Villablino, es la que realiza, presuntamente, el estudio de los bienes catastrales para comprobar qué propiedades pueden ponerse a nombre de su cuñado Rubén. Pero, además, están su hermano, guardia civil, y su padre. Ambos tienen sendas denuncias en el juzgado por haber agredido física y psicológicamente a algunos de los habitantes de Villablino que se niegan a perder sus propiedades.

Es el caso de Antonio Arias Tronco , que temió por su vida a causa de la paliza recibida por el hermano de Mario Rivas en presencia del padre de este. Sobre los hechos existe un parte de lesiones y una valoración de daños periciales sufridos por el vehículo de Arias Tronco. Este empresario lacianiego denuncia una trama contra él que suma no sólo una paliza sino una falsa denuncia de acoso con la que la mujer del alcalde trató de callarle y que ha sido desestimada por el Juzgado de Villablino y la Audiencia Provincial, en dos ocasiones, al considerar que las razones de tal demanda tenían «motivos espurios». «Están quedándose con fincas de todo el mundo. Rubén Rivas pone las fincas a su nombre y después se las vende a los padres de la mujer del alcalde», denuncia Arias Tronco, que destaca que en su caso el problema es que han tratado de aprovecharse de un fallo del catastro para quedarse con una finca que le legaron sus padres. «Es un terreno de 500 metros cuadrados que está en una zona de la braña, una superficie en la que ya han adquirido varias fincas y, por cojones, se quieren quedar con ella», denuncia el empresario. La finca en cuestión fue legada por los padres de Antonio Arias Navarro a sus hijos. Sin embargo, éste se la compró a sus hermanos y así consta en varios documentos privados que demuestran que Antonio Arias Tronco le pagó a su hermano por ella 30.000 euros.

Sin embargo, el catastro nunca cambió el nombre del propietario y da la casualidad de que el padre de Antonio Arias y su hermano tienen el mismo nombre, Nicolás Arias. « El guardia civil, cuñado del alcalde , llamó a mi hermano para decirle que eran suyas y entonces mi hermano le dio un poder a Rubén Rivas después de vendérselas de manera ilegal», denuncia. Antonio Arias Tronco explica que todas estas artimañas son posibles gracias a la labor que la mujer del alcalde desarrolla a través de la notaría, donde trabaja y desde cuyo puesto tiene acceso a información privilegiada de los bienes inmuebles.

El empresario trató de interponer la denuncia en varias ocasiones, pero resultó imposible. Al principio, se dirigió a la Guardia Civil y le dijeron en el cuartel que se fuera a su casa porque —debido a la pandemia— no se podía interponer ninguna denuncia. Fue el 13 de marzo de 2020, un día antes del confinamiento. «Dos meses después de aquello regresé y entonces me dijeron que la podía haber puesto por internet», recuerda Arias Tronco, que registró entonces la querella online sin que fuera tramitada. «Por fin, acudo al juzgado un 10 de diciembre y la pongo de nuevo, pero la juez la archiva por prescripción», relata. Es entonces cuando se recurre el archivo y el fiscal decide incoar diligencias. Mientras, Antonio Arias Tronco ha realizado el recurso en el Catastro. «Ahora mismo, esas tierras están en litigio y no se puede hacer uso de ellas», explica. No es el único vecino de Villablino que ha sido víctima de la trama. DIARIO DE LEÓN ha contactado con dos ganaderos más que han preferido no dar su nombre pero que tienen sendas denuncias interpuestas en el juzgado a causa de estas inmatriculaciones. Uno de ellos, que también ha sido víctima de una paliza, declara que todo responde, presuntamente, al intento de quedarse con la actividad ganadera en el valle, para lo que necesitan echar a sus posibles competidores.

Otro empresario ganadero, Nacho Pérez, se queja de que los abusos sufridos por él a manos de Mario Rivas han sido una constante desde que el socialista consiguió su primer acta de concejal por el partido derechista MASS, aunque luego cambió a las filas del PSOE y escaló hasta la alcaldía. «Yo llevo 24 años sufriendo a este señor. Nunca me ha hecho nada que pueda ser considerado delictivo, pero siempre me ha puesto las cosas difíciles», dice y pone como ejemplo las licencias de pasto, que siempre son más caras para su ganadería, o la negativa a darle pastos a su mujer... «Han cortado una carretera al lado de mi finca para entorpecer el paso, me prohíben sacar los toros al monte porque dicen que la raza es distinta», lamenta. Este ganadero ha pensado en varias ocasiones en irse de Villablino. «Mi familia lleva años animándome a que les denuncie, pero yo siempre he pensado que para vivir no hace falta meterse con nadie». Explica Nacho Pérez que tiene un monte alquilado a la Fundación Álvarez Carballo en el que permite que paste el ganado de Rubén Rivas. «Hice yo mismo el desbroce manual y metí un cierre para delimitar el puerto, no con ánimo de que no entraran sus vacas sino de que no salieran las mías. Pues bien, me tiraron el cierre, 300 metros lineales en una pendiente de 60 metros y, encima, me cruzaba con ellos y se reían...».

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