Diario de León

JAVIER TEJADA. Neurólogo Coordinador de la Unidad de Ictus Caule

«La Unidad de Ictus fue piloto en la Comunidad y ahora necesita reforzar la enfermería»

marciano pérez

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León

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Javier Tejada es el neurólogo coordinador de la Unidad de Ictus del Complejo Asistencial Universitario de León (Caule). La unidad, que depende del Servicio de Neurología, fue pionera en Castilla y León en 2006. Una vez que se demostró su eficacia-coste se puso en marcha en Valladolid, Burgos y Salamanca. Leonés nacido en Villamanín, ejerce la especialidad en el Caule desde 1991.

—¿Cómo ha evolucionado la Unidad de Ictus desde su puesta en marcha en 2005?

—Vemos más pacientes. Hemos pasado de una media de 350 a 450 al año. El entorno físico y la infraestructura es la misma, con mejoras como la introducción de la ultrasonografía. Esperamos que se mejore la dotación del personal de enfermería.

—¿Qué necesitan?

—Una enfermera por turno. Actualmente tenemos enfermería propia en el turno de mañana, pero compartida en los turnos de tarde y noche. Precisaríamos una enfermera con dedicación exclusiva a la unidad al menos en el turno de noche. El resto de las unidades tienen una por turno.

—¿Por qué hace falta esta dotación de enfermería?

—El tratamiento de las constantes y datos como la glucemia requieren un control riguroso. Fuimos una unidad piloto en la Comunidad. Se empezó con una dotación mínima y mucha voluntad. Se trata de mejorar la atención a los pacientes. No somos muy exigentes. Al menos en horario de noche siempre debe haber un profesional de enfermería en la unidad. Todo está organizado en torno a un seguimiento preciso. Cualquier cambio evolutivo puede ser relevante.

—¿Es precisa también la creación de una Unidad de Daño Cerebral para la fase de rehabilitación?

—Probablemente se trata de una reivindicación del servicio de Rehabilitación. Hay muchos pacientes operados de neurocirugía, jóvenes, no son solo los pacientes de ictus. Con una undiad podría organizar su asistencia en torno a su patología.

—¿El aumento de los ingresos en la Unidad de Ictus se debe al envejecimiento de la población?

—Aumenta porque los pacientes llegan antes al hospital. Por un lado, hay un mayor conocimiento del ictus por parte de la población y a la mejora de los servicios de emergencia. Se producen más ingresos de personas en las primeras 24 horas. También se ha organizado mejor la parte de radiología intervencionista y se seleccionan más pacientes candidatos a tromboctomía mecánica para extraer el coágulo (entre menos de 8 horas y 24 horas de evolución) o a tratamiento médico endovenoso.

—Un trabajo de equipo en el que están involucrados desde el servicio de emergencias, neurólogo de guardia, servicios de radiología y radiología intervencionista. ¿Es complejo encajar todas las piezas?

—Hay que tomar decisiones rápidas porque como decimos en todo lo relacionado con el ictus, el tiempo es cerebro. Lo que sí hace falta es más dotación de radiólogos intervencionistas. Hay dos dos personas y están de guardia localizada cada 24 horas. La parte de intervencionismo endovascular es una carencia que se da en muchos centros hospitalarios.

—¿Cuál es el criterio de selección de los pacientes para un tratamiento u otro?

—Hasta 24 horas desde el inicio del episodio de ictus son candidatos al tratamiento radiológico, pero por encima de seis-ocho horas hay que hacer una selección. Al llegar antes, ha aumentado el número de candidatos a para el tratamiento en fase aguda y aumenta el trabajo de selección.

—¿Cómo se refleja este aumento?

—En tan solo dos años, de 2016 a 2018 hemos pasado de 20 tromboctomías a 63 candidatos a tratamiento de reperfusión. El triple.

—¿Cómo es la atención a un paciente de ictus una vez que entra en la unidad?

—La estancia media en la Unidad de Ictus es de cuatro días. Es lo que llamamos fase aguda (algunos están en la UCI un día o dos antes de entrar), después se pasa a planta donde se finaliza el estudio de la causa del ictus. Se hace también el estudio de rehabilitación y tratamiento médico.

—Hábleme de las causas del ictus.

—Hay que distinguir entre factores de riesgo y causas. Hay factores de riesgo como son la hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, vida sedentaria, tabaquismo, obesidad... Las causas pueden ser debidas a enfermedades cardiacas como trastornos del ritmo cardiaco y fibrilación auricular, otras cardiopatías y embolias. Otras causas son las derivadas de las arterias, la ateroesclerosis principalmente, que supone la formación de placas que estrechan las arterias. Otras causas son las enfermedades inflamatorias de las arterias, malformaciones o los ictus relacionados con cáncer o anomalías en al coagulación.

—¿La gente se cuida más frente a las enfermedades cardiovasculares?

—Hay más sensibilidad entre la población para protegerse de las enfermedades cardiovasculares. Se camina, se va al gimnasio, se hace dieta, se controla la tensión y la diabetes. Luego ya depende de cada persona que se adhiera más o menos a estos tratamientos. Pero ciertamente gracias a que la población está más sensibilizada no se ven con tanta frecuencia ictus tan severos como en los años 90. El tabaquismo ha descendido gracias a las leyes y los equipos de Atención Primaria controlan bien a los pacientes con diabetes o hipertensos. Sigue habiendo ictus relacionados con la edad, pero la población se cuida bastante más.

—¿Es una enfermedad del desarrollo?

—Antes la gente trabajaba más en el campo y hacía más ejercicio. La vida laboral era de menos riesgo de ictus.

—¿Participan en investigaciones clínicas en la unidad?

—Sí, a través de la Sociedad Española de Neurología. Hemos realizado un proyecto sobre la enfermedad arterioesclerótica carótida y otro sobre microhemorragias. Actualmente medimos los tiempos de atención al paciente de ictus. Se trata de que el paciente llegue al hospital en el menor tiempo posible y también de que se tarde poco tiempo en atenderle. Medimos los tiempos de escáner, subida a planta, tratamiento endovenoso y resultados. Por estudios previos se sabe que cuanto antes se trate y mejor atención se dé el resultado es mejor. El tiempo es cerebro.

—¿Se quieren mejorar los tiempos de atención entonces?

—Queremos medir los tiempos y se puede hacer en cinco minutos hay que hacerlo. Si se registran los tiempos se tiende a mejorar.

—¿Cuándo terminarán este estudio?

—Empezamos en febrero y terminamos de medir en mayo, pero los resultados estarán a partir del año que viene. El Proyecto Ictus es un estudio en el que participamos unos 50 hospitales de toda España.

—¿Realizan otros proyectos?

—Somos el centro investigador principal en un estudio sobre el foramen oval permeable, una especie de cortocircuito en el corazón que se produce en personas jóvenes. Estamos viendo cómo se hace el registro en los diferentes hospitales del norte de España en colaboración con los cardiólogos. Se trata de saber cómo lo hacemos y elegir la forma mejor de hacerlo. Son estudios clínicos que van lentos, pero es el modelo para avanzar en el conocimiento.

—¿Por qué eligió esta especialidad?

—Dentro de la medicina era una especialidad que te permitía hablar más con los pacientes. Siempre me ha gustado escuchar y además me interesa la parte del teórica del funcionamiento del sistema nervioso. Desde esta especialidad, la escucha, que es propia de toda la medicina, se hace con unos fundamentos anatómicos.

—¿Ha cambiado mucho la forma de trabajar en este tiempo?

—Antes se trabajaba de una forma lenta y ahora hay que dar respuestas rápidas. En una urgencia andas a carreras por el hospital. Durante las guardias es normal que andemos 8 o 9 kilómetros. A veces empezamos en el área de urgencias y nada más terminar la prueba de diagnóstico se puede empezar la intervención. Afortunadamente tenemos el escáner a 50 metros del box 0.

—O sea que es lo más parecido a esas imágenes de las series tipo Urgencias.

—El tratamiento del ictus es así. En los congresos que hacemos muchas veces se ilustra nuestra forma de trabajar con imágenes del cambio de una rueda de un coche de Fórmula 1. Es una carrera contra el tiempo. En treinta minutos hay que hacer el escáner y en 60 el tratamiento endovenoso. Si se consigue hacer en los primeros 90 minutos los resultados son más favorables. En los años 80, el paciente de ictus que llegaba a urgencias era fácil que se quedara esperando bastante tiempo.

—La distribución del hospital es adecuada para realizar la atención en el menor tiempo posible?

—La organización geográfica y física del hospital es bastante adecuada.

—¿Cuáles son los objetivos de tiempo de atención que tienen trazados?

—Que el 75% de los pacientes tengan el escáner hecho en treinta minutos y el 100% no excedan de los 60 minutos. A partir de ahí la intervención de los radiólogos es muy rápida.

—El logro del neurólogo de guardia fue decisivo para iniciar el tratamiento del ictus en urgencias. ¿Es suficiente?

—Para uno solo es bastante duro. Hay días que estamos dos, porque coincide el residente, y es más llevadero. Los recursos humanos que tenemos en León, al igual que en Valladolid, Burgos y Salamanca son inferiores a los que disponen en otras comunidades como Asturias. La Unidad del Ictus de León se creó en 2005 de forma piloto para ver si el rendimiento era eficaz en relación al coste. En 2006 enviábamos los datos y se abrieron las unidades en Valladolid, Burgos y Salamanca. Actualmente, no es que el trabajo sea eficaz en relación al coste. Es lo siguiente. Por supuesto, lo haces de forma gustosa. En los años de la crisis no fuimos muy exigentes, ahorramos todo lo que pudimos, como hace la gente en León, ahora que las cosas están mejor se pide que se esfuercen un poco. Son muchos pacientes al año.

Javier Tejada llegó a la medicina gracias a su pasión e interés por la biología. Tuvo la duda entre ser veterinario, como su padre, y médico. Al final, optó por la segundo posiblemente, admite, influenciado por su padre. «Él era veterinario y aunque le gustaba su trabajo y lo hacía bien, decía que eso no era vida», recuerda. Era un trabajo duro el de los veterinarios de hace medio siglo, sobre todo en las zonas de montaña. Finalmente Tejada estudió medicina en la Universidad de Salamanca e hizo las prácticas de la especialidad de Neurología en el Hospital de la Paz. Desde 1991 está en el Complejo Asistencial Universitario de León (Caule) al frente de la Unidad de Ictus. Ha visto transformar su profesión de una forma de trabajar «lenta» a las carreras trepidantes que se tienen que dar neurólogos, radiólogos y todo el equipo de urgencias que participa en la atención a pacientes que llegan con un cuadro de ictus para dar la respuesta más rápida posible que garantiza un mejor resultado en el tratamiento.

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