Diario de León

Métodos alternativos

Gimnasios para entrenar la amabilidad

Tratar a los pueblos y a sus gentes de forma amable es el primer paso para afrontar la crisis demográfica. Jesús Lozano e Ignacio García plantean que políticos y personal de turismo hagan músculo de amabilidad en sus ‘gimnasios’.

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León

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«La despoblación hay que tratarla como una pérdida», apuntan Jesús Lozano Agúndez e Ignacio García Palomero. Las situaciones de abandono suelen generar hostilidad, huida y aislamiento.

El entrenamiento amable plantea como antídoto a las pérdidas «dinámicas sobre la base del conocimiento del territorio para movilizar sus propios recursos y mejorar la situación». Entrenar a alcaldes y concejales y personal destinado en las áreas del sector turístico son dos de las prioridades que plantearon ayer a la Diputación provincial.

«A los primeros que nos gustaría entrenar en León es a los servidores públicos, tanto políticos como personal de la administración. Esta tierra tiene muchos tesoros, pero el mayor es el de las personas», explican.

Las políticas de recortes de servicios públicos son una de las manifestaciones de la falta de amabilidad hacia el mundo rural y sus gentes. «Al desaparecer el médico, desaparece el cuidado hacia esas personas», recalcan.

«La administración, trabajadores y políticos, deben facilitar más las cosas a la poca gente que se quiere quedar en los pueblos». Es hora, dicen, de que no sólo se ponga en valor la torre o el castillo. «Hay que poner en valor a las personas», apostillan.

Frente a la hostilidad, la huida y el aislamiento de la pérdida de población, proponen la amabilidad

«Es importante que la gente culturalmente se movilice para valorar lo suyo, incluso la tranquilidad y el silencio», añaden. «Movilizar a la ciudadanía leonesa hacia la amabilidad» en estos tiempos en que cierran consultorios y también bares y tiendas en los pueblos, y ante lo que el cabreo es la reacción inmediata, es la receta que plantean los autores de Entrenamiento amable, una publicación que han escrito a alimón.

Jesús Lozano, vecino de Villamarco desde que hace diez años decidió dejar el trabajo en multinacionales y vivir con menos en el pueblo, e Ignacio García Palomero se conocieron como empleados de la Renfe. Desde hace más de 30 años comparten amistad y proyectos. Ambos dejaron la empresa del ferrocarril, se doctoraron en Filosofía y otras materias y ahora «dedicamos nuestro tiempo a tratar de mejorar la calidad de vida de las personas y las organizaciones» ante situaciones de pérdida.

Su receta, que no ungüento mágico, es orientar estas situaciones de pérdida, en las que se incluye el problema de la despoblación, «hacia un cambio amable de estado para armonizar el conflicto, el dolor y el medio y recuperar el liderazgo, el poder y el valor», explican. El encuentro entre «la inteligencia emocional y la gestión del conocimiento» a través de redes que articulen nuevos mensajes son los aparatos de hacer músculo en sus gimnasios amables.

Cualquiera se imagina un gimnasio como un espacio cerrado lleno de aparatos y de gente sudando la gota gorda para mantenerse en forma y hacer músculos. Los gimnasios de amabilidad que proponen Ignacio García y Jesús Lozano tienen más que ver con la idea griega de gimnasio, espacios donde cultivar el cuerpo y el espíritu. Es la forma de referirse a los talleres de entrenamiento amable que proponen en el libro del mismo título que presentaron esta semana en la sala Región del ILC.

A la Diputación le han propuesto un gimnasio de entrenamiento amable y bienestar (eab) para concejales y concejalas y alcaldes y alcaldesas. La misma iniciativa quieren desarrollarla con personal de dirección y responsables del sector turístico, sobre todo en el sector de la hostelería.

Mejorar la profesionalidad en un sector emergente y que se apunta como una de las alternativas económicas para León —y también para muchos pueblos a través del Camino de Santiago, los espacios naturales y las joyas monumentales— pasa por introducir el cuidado a las personas en los servicios que prestan.

Ignacio García y Javier Lozano han creado un organismo de «nombre pomposo» —Instituto Europeo de Entrenamiento Amable para el Bienestar— y de objetivos humildes. No prometen grandes obras ni soluciones mágicas.

Proponen que la gente mire a su alrededor y se mire también hacia dentro para proyectar hacia fuera un mundo más amable. Un sendero del Camino de Santiago ilustra la portada y contraportada del libro Entrenamiento amable . «La vida es un pasillo», dicen, como las carreteras, las casas con sus habitaciones, los ríos atravesando la tierra y las arboledas e incluso internet con sus pasillos para conectarse.

En ese discurrir, el caminante descubre el camino y el camino al caminante. Y siempre en busca de alojamiento, refugio... «una constante agónica por no perder nuestro espacio, nuestro territorio, el territorio del pueblo, de la ciudad, el dominio en la web».

Desde hace algo más de dos años investigan la percepción de la pérdida en pueblos como Villamarco y otros de las comarcas de Los Oteros y Tierra de Campos, «ejemplos de paisajes y paisanajes, espacios deshabitados, despoblados, son la España vaciada», apuntan.

En estos territorios del silencio, todavía queda gente, como Vicente el de Las Grañeras, que intentan «una y otra vez poner en valor el territorio, sus costumbres, sus productos, el aire...».

Vicente, el «retejador resiliente», «quiere enseñar la tecnología del barro a los más jóvenes y seguir haciendo vino sin sulfitos», comentan como resultado de ese trabajo de exploración y tanteo del mundo rural. Vicente es el ejemplo de ciudadano amable. Como Delfina con sus croquetas y Marquitos, Mónica, Toñi y Adrián con su ginebra local que no se acaba de valorar en su justa medida en León porque no es de las marcas conocidas. En la categoría de amable encuadran al factor de Renfe que vendía billetes en la estación de Sahagún hasta hace dos días...

También reivindican la amabilidad política, en tiempos en que el relato de la posverdad se apodera de ella. Pero sobre todo «la lealtad con uno mismo, con la patria chica, la grande, lealtad en el juego geopolítico interno y externo y el afrontamiento de las resistencias culturales».

Lejos de rehuir los conflictos, sostienen, «la política amable propone un abordaje onírico, un afrontamiento de las pérdidas» y tomar distancia para «mejorar la superación de las quejas y el dolor por la falta de vida en los pueblos, la separación y la inmigración a otros escenarios». Desde el Ieeab proponen gestionar el equilibrio y la negociación «para el bienestar ciudadano psíquico, físico, social y global».

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